El 16 de febrero DE 1985, por la tarde, volvimos de otra paradisíaca vacación en Pinamar a Buenos Aires. Y en la ruta bajamos en un lugar donde tomé un rico helado de chocolate y vainilla parado al lado del auto al aire libre, mientras miraba con nuestro gran amigo Horacio el bellísimo atardecer naranja y comentaba de gruesas nubes blancas que lo cruzaban.
No hay comentarios:
Publicar un comentario