Leyendo el lindo encabezado del blog, me inspiré y luego de algunos días sin escribir, me decidí a hacer otro homenaje ochentoso, que no es EL tema del blog pero sí uno de mis preferidos. En este caso quiero recordar que hubo un tiempo, en mi infancia, incluso en mi adolescencia, en que las casas no tenían rejas, ni portones, ni mil millones de sistemas de seguridad, ni botones antipánico. Tal vez alguna que otra, un portón para guardar el auto o una reja como para identificar una casa. Pero abundaban las que tenían esas puertitas bajas, o esas rejitas pequeñas.
Entonces uno podía ver canteros con plantas y flores (me acuerdo la de mis profesoras de Inglés Miriam y Raquel), el frente de la casa, las ventanas, las cortinas, el o los autos que eran de una familia. Y charlar allí tranquilamente con alguien sin necesidad de meterse del otro lado de la reja, como si corriéramos peligro de que nos secuestren. No, nada que ver con hoy. En los 80 la vida todavía era tranquila. Con la tremenda inseguridad de estas décadas, como tantas otras cosas, todo se degradó y aquellas casas que al pasar uno admiraba ahora parecen cárceles, casi se podría decir que la gran parte de una cuadra está enrejada. Ni hablar de todos los demás sistemas de seguridad, de los que yo estoy un poco en contra ya que demoran la entrada de la persona a la casa. Pero con esta situación, cómo no los voy a entenderque la pobre gente muchas veces no sabe qué hacer. Encima con gobernantes que ya sabemos cómo trabajan y con parte de una sociedad bastante enferma.
Bueno, bueno, lo de hoy dejémoslo para hoy. Ahora prefiero recordar qué lindos esos tiempos de la vida completamente libre, los chicos en la calle, la inocencia, la buena TV de la que nunca me cansaré de alabar y ojalá algún día se haga otra vez presente. Pero sobre todo, quiero recordar y homenajear a ellas: las casas a la vista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario