Quiero cerrar mi mes aniversario, este abril de 2015, con algo que tiene mucho que ver con las intenciones de Así Es La Vida: la vida misma. Y en este caso, una reflexión sobre ella y su origen. Me refiero al Jardín del Edén o simplemente Edén, el lugar en donde según la Biblia, en sus primeras páginas del libro del Génesis, Dios puso al hombre tras haberlo creado del polvo de la tierra. Como relata el libro sagrado de la religión cristiana:
Y Yavé Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso ahí al hombre que había formado.(Génesis 2, 8).
Más adelante relata:
Tomó, pues, Yavé Dios al hombre, y lo puso en el huerto del Edén, para que lo labrara y lo guardase. (Génesis 2, 15).
Ésas eran las intenciones de Nuestro Señor para con nosotros: ponernos en un lugar donde todo fuera bello, tranquilo, donde todo fuera amor, donde todos nos necesitáramos y ayudáramos. La reflexión es que a veces pienso cómo me gustaría (y nos gustaría a muchos) vivir en un Jardín del Edén, un paraíso, con los elementos básicos de la Tierra en su más puro estado, con hombres y mujeres que se relacionaran libremente, con un lugar donde uno viviera una vida libre, como un ave. Pero tengo (tenemos) que vivir en este jardín de la sociedad sucia por donde se la mire, más allá de que yo también tengo mis suciedades, cómo no, sino sería el mismo Dios, y Dios hay uno solo. Eso sí, si entre todos construimos podemos lograr no digo un Jardín del Edén, pero algo similar para disfrutar la vida en plenitud y no sobrevivir como parece ser ley ahora. Bueno, yo sigo soñando con que alguna vez este agitadísimo mundo sea, al menos en una hectárea, el hermoso Jardín del Edén.
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