Felices Pascuas, gente amada, crean o no, porque Jesús es de todos. Y hoy, en esta maravillosa sección que Él creó, escribo sobre la mejor misa de todo el año litúrgico, la de Sábado Santo, también llamado de Gloria o vigilia pascual, llena de momentos que más allá de lo religioso, llaman a los sentidos.
La misa de Sábado Santo, que pregona la resurrección de Jesús tras su entrega y muerte en cruz por nosotros, se divide en cuatro partes: liturgia de la luz, de la palabra, del agua y de la eucaristía. Para hacerlo sencillo, la primera es el símbolo de su resurrección: se enciende fuego en el cirio pascual, un recipiente grande, con el que se prenden velas con el templo a oscuras, mientras el sacerdote canta el Pregón Pascual. La segunda empieza enseguida, aún con el templo a oscuras, y es una serie de cinco lecturas de hazañas de Dios, entre ellas el Éxodo del pueblo de Israel, acompañada por salmos (cantos de alabanza) y oraciones de los fieles. Llega el momento cumbre de la celebración, cuando las luces por fin se encienden y el Gloria sonoriza el gran momento. Y tras la lectura del Evangelio de la salida de Jesús del sepulcro, viene la parte del agua, donde se renuevan las promesas de nuestro bautismo y se nos rocía con un poco de ella. Y finalmente, la de la eucaristía, la parte normal final de cada misa, donde recibimos a Jesús resucitado en el pan consagrado.
Pero lo que quiero compartir son las sensaciones que la misa deja, que seguro al menos creyente y más frío lo conmueve. Increíble es escuchar el Pregón con sólo la llamita viboreante de una vela en medio de la negrura, todo un símbolo, al mismo tiempo toca y llena la mente. Hermoso es oír las lecturas con cantos y demás con el templo a oscuras, muy especial. Y qué decir del encendido de las luces y el Gloria, parece un casamiento, un momento de emoción súbita incomparable con nada. Esto más allá de lo estrictamente religioso, no quiero hacer hincapié en eso, más bien lo hago en la belleza y espiritualidad que cada instante produce. Recomendable, sean creyentes o no. Como Jesús, como su resurrección. una real maravilla del mundo.