Podría ser una noticia deportiva,como las que a veces escribo aquí. Pero no, es una realidad diaria, eterna. Jesús, Nuestro Dios, creamos o no como siempre digo, es más que cualquier dolor, de cualquier tamaño y gravedad, que podamos padecer en nuestra vida. Es una de las tantas experiencias que como católico, como cristiano mejor dicho, vivo cada día, debido a desajustes anímicos o dolores de otro tipo, por suerte nada grave. Pero Él está ahí, atendiéndome y ayudándome a superar el más alto y granítico escollo. Da seguridad, fortaleza, cambia la oscuridad en claridad, la noche de uno en día, las nieblas, esas indefniniciones tan humanas, en certezas. Jesús venció a la muerte para darnos felicidad. Hoy, también, derrota por goleada a nuestros problemas, aunque los sigamos teniendo. Si pueden, confíen en su presencia, que siempre saldrán victoriosos.
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