Cambiemos, dijeron los nuevos gobernantes. Pero cambiar, según ellos, es hacerle cargar al pueblo el desaguisado de gestiones anteriores. Los aumentos desmesurados, injustificables por donde se los mire, tanto de tarifas como alimentos, son una vergüenza. Esto no es el mentado y mentiroso "sinceramiento tarifario", esto es lisa y llanamente un robo. Un golpe no sólo al bolsillo, sino a la mente, al alma, al ritmo de vida. Porque si uno tiene que laburar como loco para ganar un salario que nunca se sincera, y encima tiene que pagar mil y pico de luz, se desgasta cuerpo y mente. No soporto a quienes ven bien toda esta locura, que las cosas son lo que valen, que la luz hay que apagarla, que esto es para generar ingresos para el país. Todo mentira, todo dibujo, todo golpe. La gente jamás debe, y eso que lo viene haciendo, pagar los líos del país. Pero bueno, como siempre, las víctimas somos las mismas: los que nos rompemos el trasero laburando. Cambiemos, pero cambiemos de mentalidad. Cambiemos al votar, si no, no nos quejemos.
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