La clasificación de Gales
Las eliminatorias seguían mostrando irregularidades por los líos políticos. Superados los de la Segunda Guerra Mundial, ahora estaban los de Israel y los países musulmanes. La FIFA había establecido una zona conjunta entre África y Asia, de la que tomaban parte naciones con arraigo islámico: Egipto, Sudán, Siria, Indonesia, Turquía. De a poco, al tener que toparse con los hebreos, todos se fueron bajando y los israelíes se clasificaron automáticamente. Pero la entidad no quiso que lo hicieran sin haber jugado en la cancha, por lo que buscó un perdedor para un repechaje. Se ofreció la chance a Italia y Uruguay, pero ambos campeones la rechazaron. Se invitó a Gales, segundo del Grupo 4 europeo, y en dos partidos, los “dragones” vencieron 2-0 y se metieron en su hasta hoy único Mundial, eliminando a Hungría y apretando al Brasil de Pelé en los cuartos de final.
Un solo juez para Argentina y para Uruguay
En las eliminatorias sudamericanas, Argentina y Uruguay jugaron sus partidos dirigidos por el mismo árbitro. El suizo Paul Wyssling lo hizo en los seis encuentros de la zona de la Selección con Chile y Bolivia, mientras el inglés Husband lo fue en la de los celestes, goleados y marginados por Paraguay.
Argentina de amarillo
El 8 de junio de 1958, Argentina volvió a los Mundiales tras 24 años frente, nada menos, que al campeón reinante Alemania Federal. Como los germanos vestían camiseta blanca y los argentinos la tradicional blanca y celeste, la Selección usó camiseta amarilla. El cambio y la novedad parecían traerle suerte con el 1-0 de Corbatta a los 3 minutos, pero perdieron 3-1.
Gimnasia irlandesa para derrotar a checos
En ese Grupo 1, Irlanda del Norte y Checoslovaquia debieron jugar un partido desempate, que en caso de igualdad se definía en alargue. Los checos se pusieron 1-0, pero McParland igualó y fueron nomás al tiempo extra. Antes de reiniciar, el propio McParland vio a sus compañeros exhaustos y les pidió que hicieran movimientos de gimnasia, como para demostrarles a sus rivales que no lo estaban. La tramoya salió bien, McParland hizo el 2-1 y los británicos fueron a cuartos de final.
Los chicos del banco de Brasil
Increíble fue la historia del debut de Pelé y Garrincha en el Mundial. Al principio, el técnico Vicente Feola no los tenía ni en cuenta para el once inicial. Así se dio el lujo de no contar con ellos para golear a Austria 3-0 y para el 0-0 ante Inglaterra. Pero la magra actuación ante los ingleses motivó un entredicho en el vestuario antes del último encuentro con la Unión Soviética. Entonces Feola puso a O Rei y a Mané, Brasil ganó con baile y siguió así hasta su primer título.
Fontaine, el optimista del gol
El francés Just Fontaine fue no sólo el goleador del Mundial con 13 tantos, sino el que más hizo en un solo torneo, superando al húngaro Kocsis (11) en 1954. La cosa rara es que Fontaine no iba a ser titular, pero el que lo era, René Bliard, se lesionó en un entrenamiento y Fontaine ocupó su puesto. Y de qué forma: tres a Paraguay, dos a Yugoslavia, uno a Escocia, dos a Irlanda del Norte, uno a Brasil y cuatro a Alemania para el tercer puesto de los Bleus.
Lucha por la pelota de la final
Un episodio cómico se dio con el final de la decisión Brasil-Suecia. El árbitro francés Maurice Guigue, ex policía en Marsella, quería quedarse con la pelota de recuerdo, por lo que apenas pitó el cierre se la llevó corriendo. Pero el masajista brasileño Américo también la quería, lo corrió, se la robó y se la llevó hasta el vestuario.
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