sábado, 7 de abril de 2018

HISTORIA MUNDIAL: CHILE 62

Sudamérica puso el grito en el cielo: basta de sedes europeas para el Mundial. Luego de Suiza y Suecia, en 1962 la Copa debía volver a estos lares. Chile fue la elegida, y contra todo y todos, fue el hogar perfecto para que Sudamérica también conquistara el título. Porque aunque no tuvo a Pelé medio torneo, Brasil repitió su gesta del 58 en un desarrollo afeado por las tácticas defensivas y algo de violencia. Y por la baja actuación de Argentina y Uruguay.

Chile obtuvo sobre nuestro país el derecho a organizar la cita. Todo iba bien, con apoyo del Estado, hasta que en mayo de 1960 un terremoto destruyó Valdivia y otras ciudades del sur chileno. Pero la nación trasandina se levantó de sus ruinas, y con apoyo de la FIFA Y otras federaciones logró salvaguardar el certamen, aunque debió cambiar y acortar sedes. Su cara visible fue el dirigente Carlos Dittborn, presidente de la Asociación local, la ANFP, que había dicho “porque nada tenemos, lo haremos todo”. Sólo 32 días antes del inicio, Dittborn falleció repentinamente, pero el primer Mundial sudamericano en 12 años siguió adelante, con la selección roja portando una cinta negra bajo su escudo y los hijos del creador izando la bandera del país el 30 de mayo, día de la inauguración.

Nuevamente 16 eran los protagonistas, pero con mejor sistema de competencia, fase de grupos con diferencia de gol en caso de empate, con lo que se terminaban los arcaicos desempates. El número de inscriptos seguía creciendo, ahora fueron 56 quienes jugaron unas eliminatorias cada vez más raras, con Etiopía en Europa, España y Yugoslavia contra Marruecos y Corea del Sur, y hasta Paraguay participando por la recién creada CONCACAF con México. Así como fueron notorios los regresos de España, Italia y Uruguay, lo fueron las eliminaciones de Suecia, subcampeón del 58, y Francia, tercero, en playoffs con Suiza y Bulgaria. Los búlgaros debutaban junto a Colombia, que dirigido por Adolfo Pedernera dejó afuera a Perú y sería inesperado protagonista. Mientras tanto, Africa disputaba por primera vez su fase previa, aunque su ganador, Marruecos, debió eliminarse con España.

Ese 30 de mayo en el famoso estadio Nacional de la capital Santiago, Chile le regalaba a la memoria del gran Dittborn un triunfo claro 3-1 sobre Suiza. Sería la primera victoria de una campaña inédita para la roja de Fernando Riera, con Eladio Rojas y Leonel Sánchez como figuras. Porque superó un Grupo 2 tremendo, con Alemania Federal e Italia, derrotando a los azzurros en uno de los negros episodios del Mundial, la “batalla de Santiago”, donde abundaron las brusquedades, un arbitraje localista del inglés Aston, Italia se quedó con nueve hombres a los 41 minutos y el local ganó 2-0, acompañando a los alemanes.

Los otros sudamericanos mostraron mediocridad. Argentina no pudo pasar la primera fase a pesar de iniciar con 1-0 a Bulgaria, porque cayó con Inglaterra y no quebró a Hungría. La mala organización, los cambios constantes de técnico (finalmente fue Juan Carlos Lorenzo) y el bajísimo nivel dieron por tierra con sus aspiraciones de revancha del desastre de Suecia 58. Uruguay venció con susto a Colombia y fue doblegado bien por Yugoslavia y la Unión Soviética, que pudo ir a los cuartos más allá de su 4-4 con los colombianos y el gol olímpico de Marcos Coll al mismísimo Lev Yashin. Por su parte, Brasil perdió a Pelé por desgarro contra Checoslovaquia (aún no podían hacerse variantes) y debió transpirar para eliminar 2-1 a la España de Puskas y un Di Stéfano lesionado. Los dos goles del pase los hizo el suplente del Rey, un tal Amarildo.

No sólo el Chile-Italia fue la nota desagradable de esos días. En el URSS-Yugoslavia, el defensor soviético Dubinsky fue fracturado gravemente por el balcánico Mujic, lo que le provocó invalidez y un año más tarde su muerte. Y el alemán Szymaniak también quebró al suizo Eschmann. Aunque menos graves, se pueden citar las expulsiones del uruguayo Cabrera y el yugoslavo Popovic en el 3-1 de los europeos, o un codazo del español José Santamaría (luego su Dt en 1982) al excelente arquero checo Schroif.

Pero el poco fútbol existente surgió a partir de los cuartos de final, donde Brasil contó con las locuras de Garrincha para vencer a Inglaterra, Chile contó con las de yashin para derrotar a la URSS, Checoslovaquia superó a Hungría y Yugoslavia pegó el golpe a Alemania faltando cinco minutos. En la semifinal americana, los brasileños fueron superiores a los locales y con un claro 4-2 volvieron a la final, donde aún sin Pelé enfrentarían a los checos, sorpresa del torneo, que vencían a los yugoslavos. Chile cerró su gloriosa presencia como dueño de casa con un remate de Eladio Rojas que ante los balcánicos valió el tercer puesto, su mejor tarea histórica.

Y el 17 de junio en el Nacional de Santiago, Checoslovaquia colocó el estupor con la apertura de su estrella Masopust. Pero Amarildo se puso la capa de héroe y empató para los de Aymoré Moreira con un centro-shot que e engañó al excelente arquero Schroif. En el segundo tiempo, mientras los europeos no recibieron un penal por mano dudosa del central Zózimo, en un largo centro Schroif salió mal, dicen por el sol que lo encandiló, y el medio Zito puso el segundo de cabeza. Y en acción similar, Vavá, otro de los campeones del 58, marcó el definitivo 3-1 y el bicampeonato, primero desde la Italia de Vittorio Pozzo en 1934 y 1938. Pelé entró a la cancha y festejó llorando abrazado a Amarildo. Sin tanto brillo, con mucho más lío del pensado, en un Mundial muy descolorido, Brasil seguía poniendo su verde y amarillo con todo.

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