jueves, 26 de abril de 2018

HISTORIA MUNDIAL: ESPAÑA 82

Decididamente, la Copa del Mundo de fútbol entró en 1982 en una nueva era. Ahora con 24 participantes, podía realmente llamársele Mundial, más que por primera vez los cinco continentes estaban. España tuvo por fin el privilegio de ser la casa de los viajeros, y dejó para la historia un torneo lleno de matices, buen juego, goles y partidos increíbles. Y, para colmo, un campeón absolutamente insospechado, una Italia que si bien legítimo, no fue tan brilloso como el resto del campeonato.

La Madre Patria de la Argentina había recibido la sede junto con las del 74 (Alemania) y 78 (Argentina), y en pleno proceso de la salida de la dictadura de Francisco Franco, preparó con todo su Mundial, con 17 estadios, nuevas comunicaciones e infraestructura y mucho fervor en su gente. Al gran calor de la península llegaron 22 selecciones, aparte del local y la Argentina campeona de César Menotti. La gran tarea de Túnez e Irán en el 78 convenció a la FIFA de ampliar las plazas para África (dos) y Asia, aunque ésta compitió de nuevo junto a Oceanía. Entre ambas zonas produjeron cuatro de los cinco nuevos: Argelia, Camerún, Kuwait y Nueva Zelanda, que eliminó a China en un desempate. El otro debutante fue Honduras, ganador histórico de la CONCACAF sobre el México de Hugo Sánchez. En tanto, regresó Inglaterra, el subcampeón vigente Holanda quedó al margen con Bélgica y Francia, y otro ausente de peso fue otra vez Uruguay, que venía de llevarse el Mundialito de Montevideo frente a las potencias, sorprendido por el Perú lírico en el propio estadio Centenario. Así, se diagramó una fase de grupos con seis de cuatro, donde los dos primeros avanzarían a otra fase de liguillas, de cuatro de tres, en las que los vencedores irían a las semifinales y a por el título, lo que dejaría lo mejor del torneo.

El 13 de junio, mientras el Papa Juan Pablo II visitaba el país y las tropas nacionales preparaban su rendición en la guerra de las Islas Malvinas, la Selección inauguró el torneo en el Camp Nou de Barcelona contra la respetable Bélgica, en el inicio del Grupo 3. El "Flaco" Menotti continuó su labor seria previa al título del 78, pero ahora con Diego Maradona, reciente campeón con Boca y con 21 años. Sin embargo, Argentina mostró en ese estreno lo que sería luego: un equipo previsible, con fragilidades, incapaz de superar a los grandes. Pese a ser dominador, cayó 1-0 y debió ponerse para golear a Hungría, con los dos primeros goles de Diego en la Copa, y derrotar al retornado El Salvador. Los húngaros registraron la mayor goleada de la historia con su 10- 1 a los centroamericanos, pero de nada les sirvió al quedar afuera con los belgas, primeros de la zona.

El resto de la primera ronda no fue tan atractivo como lo sería después. Italia, con Paolo Rossi recién vuelto de su suspensión por apuestas, sacó tres empates, no pudo con Camerún y pasó por un gol más que los africanos, de gran papel. Argelia imitó a los cameruneses y estuvo a punto de clasificar, pero Alemania y Austria arreglaron marginarlo en el episodio negro del Mundial. Inglaterra y Francia avanzaron sin brillar, España jugó muy mal pero siguió, y el mejor en esta instancia fue Brasil, que con una nueva mentalidad impuesta por Telé Santana y al comando de Zico y sus fantásticos arrasó con sus rivales. Los otros dos sudamericanos, Perú y Chile, fueron barridos a pesar de su potencial.

La gran acción comenzó a verse en la novedosa segunda ronda. Polonia y su ofensiva fue más que la de la Unión Soviética y Bélgica. Alemania apareció con todo para dejar afuera al pobre dueño de casa y a Inglaterra. Francia se copió de Brasil con un juego alto liderado por Platini. Y qué decir de la trilogía Italia-Brasil-Argentina. Tres campeones, uno reinante, la Selección y Maradona atados por una azzurra práctica, luego pasto para la fiera Brasil y finalmente, el destape de Rossi con su triplete para eliminar con infartante 3-2 a los brasileños, los mayores candidatos al título.

A pesar de la decepción por la despedida argentina, España 82 valió la pena seguir viéndolo. En la primera semifinal, Paolo Rossi firmó dos goles más ante Polonia, con quien había igualado a cero en su debut, y llevó a Italia a su primera final tras 12 años. Pero el mejor encuentro de los 52 fue en el Sánchez Pizjuán de Sevilla, donde dos potencias se saludaban. Alemania comenzó arriba, Platini empató para Francia y el 1-1 no se alteró hasta el alargue, más allá de la tremenda entrada del arquero Schumacher al defensor Battiston, que debió ser internado. Los Bleus se pusieron 3-1 en un rato y parecían ir a la final con goles y baile, pero Rummenigge, vuelto de lesión, y Fischer de tijera colocaron un irreal 3-3, un tiempo extra comparable al Italia-Alemania de México 70. Pero aún faltaban los penales, que por primera vez resolvían un mano a mano en los Mundiales. El gran líbero alemán Uli Stielike lo perdió ante Ettori, pero Schumacher contestó con atajadas a los tiros de Six y Bossis. El gigante Hrubesch, el del 1-0 negro a Austria, marcó el 5-4 y los germanos volvían a una final, su segunda en tres ediciones. Francia no pudo ni siquiera consolarse con el tercer puesto, que Polonia le ganó con justicia.

El Santiago Bernabeu de Madrid estaba ocupado de 90.000 personas ese 11 de julio por la noche para la gran final. Dos equipos europeos muy físicos, la defensa de cinco y la eficacia italiana contra la fuerza germana. Comenzaron mejor los de Jupp Derwall, pero a los 23 minutos fue Antonio Cabrini que tuvo la apertura con un penal, que tiró afuera. Sin embargo, tras el reinicio los de Enzo Bearzot marcaron presencia. Tiro libre rápido, centro y Paolo Rossi estaba allí para hacerlo de nuevo a los 56 minutos. Más tarde, Marco Tardelli sacó un bombazo de afuera para el 2-0 y el festejo visiblemente efusivo del presidente Sandro Pertini en el palco. Alemania intentó pero no pudo, y en un contraataque, como fue contra Argentina, Italia lapidó con Altobelli, que había entrado a los 7 minutos por Graziani, para el tercero. El descuento de Paul Breitner sólo decoró el 3-1 final. Y contra cualquier pronóstico, profesional o amateur, era Italia el que levantaba, en las manos de su longevo capitán Dino Zoff, la Copa del Mundo por tercera ocasión, tras la leyenda del 34 y 38. Un campeón deslucido, que desentonó con otro de los mejores Mundiales de la historia.


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