Bienvenidos a Así Es La Vida, un blog de todo un poco, una charla con un amigo, sin tiempo ni espacio, sin intereses, sin estructuras. El caminar de un ciudadano por la vida. Dedicado a mi madre Anita.
viernes, 25 de diciembre de 2020
HISTORIAS DE INFANCIA: AQUELLOS REGALOS DE NAVIDAD
domingo, 6 de diciembre de 2020
AQUEL MARATONICO DIA DE GLORIA DE 1990
Este
lunes viviré un aniversario más especial
que ninguno de este 2020. Se cumplirán 30 años de la fiesta de fin de la
secundaria en el Instituto Martín Güemes de mi Carapachay. De una noche inolvidable
de ese inolvidable 1990 de mis 17. Pero antes de esa noche hubo un día tan
largo como hermoso de recordar.
Aquel
7 del 90 fue recordadísimo por lo maratónico y trascendente, en esa primera
semana de mis grandes definiciones, ya que en el mismo día debía dar examen de
mi quinto año de Inglés. Ese soleado y caluroso viernes arrancó saliendo en el Peugeot
Pero
la tensionante jornada no terminó allí: del centro me volví hasta casa para
prepararme para la fiesta del Güemes. Primero le llevé un regalo a mi profesora
particular Cristina por fin de Inglés; encima en el camino mi papá casi se toma
a golpes de puño con un camionero que no le dejó paso. De vuelta me afeité, me
bañé, me puse el traje que me habían prestado y viví la gloriosa fiesta. Cuando
llegué a las 11 sentí gran alivio, me aflojé y cené una exquisita pizza
mientras miraba Fútbol de Primera. Había terminado un día tan agotador como
inolvidable.
viernes, 27 de noviembre de 2020
HISTORIAS DE INFANCIA: ATLAS GEOGRAFICO UNIVERSAL COLOR
El
inmenso libro que en el invierno del 85 se constituyó en un gran recuerdo desde
que lo compré en una promoción que impulsaba el San Antonio. Me lo leí entero
ese año y me deleité con el riquísimo contenido: el índice, la descripción
detallada de cada país, cuadros informativos, banderas, mapas e increíbles
fotos, aparte de apéndices como la Argentina, la estadística económica mundial
y astronomía. Pero lo que me llamaba la atención eran las capitales de cada
país y las naciones nuevas como Vanuatu. Y fue muy útil para el colegio, sobre
todo en el trabajo grupal sobre Francia. El AGUC (como lo bauticé) fue un
sinónimo de aquel dorado 85.
lunes, 23 de noviembre de 2020
!POR FIN! MI PRIMER VIDA SOCIAL TRAS MARZO
En este tiempo de coronavirus,
cada día que salimos de él es casi unas efemérides, aunque sean de nuestra
vida. Este lunes mis compañeros del Güemes, mi seccundaria, con quienes voy a
cumplir 30 años de egresado, me invitaron a salir a caminar. Eleonora y Leo,
obviemos los apellidos, me pasaron a buscar y fuimos a tomar helado en un lugar
al aire libre, como se permite ahora. Fue entonces mi primera reunión, salida,
vida social en ocho meses, porque hasta ahora sólo había ido de casa a compras
y de vuelta. La última vez que la pasé lindo de excursión fue el 13 de marzo
con Margarita y Roque, mis conocidos de Radio Capa donde canto cada tanto, con
quienes merendé y cené, ese 13 donde existía aquella ya olvidada cuarentena optativa.
Este lunes rompí el hielo de la falta de salir, que tan accostumbrado estaba en
estos años. Ahora veremos si se extiende más, con reuniones y sobre todo
esperando ansioso volver a tocar. Y sí, había que salir del agujero interior.
viernes, 20 de noviembre de 2020
HISTORIAS DE INFANCIA: LA IGLESIA DEL SAN ANTONIO
El
lugar símbolo de mis comienzos católicos en mi gloriosa primaria, una modesta
pero hermosa iglesia ubicada al lado del patio de Gimnasia, cuya pared exterior
era blanca y tenía una pequeña puerta y un escaloncito como entrada. Y su
interior me recuerda tantas y tantas tardecitas de catequesis, pasaba tanto
tiempo allí como en el aula; incluso en los primeros años la usamos para música
o gimnasia, quizá por falta de lugar. Tenía piso de cerámica beige, columnas
gruesas y los acostumbrados largos bancos marrones de madera. Pero el rasgo
inconfundible eran sus ventanas con vidrios divididos en cuadritos de colores
(rojos, verdes y azules entre otros).
Del
otro lado había ventanas corredizas con alambrado cuadrado que se veían desde
afuera. El altar daba espaldas a una enorme pared marrón, sobre la que se veía
la cruz del mismo color. Y el sagrario era de oro, todo un lujo. Unas luces en
el techo en la parte del altar y bellos canteritos de ladrillo blanco
completaban la preciosa escenografía de la iglesia.
viernes, 13 de noviembre de 2020
HISTORIAS DE INFANCIA: CASA DE MI MADRINA EN CARAPACHAY
La
primera casa de mi madrina Marta fue uno de los referentes de mis primeros
años, junto con el jardín. Justamente estaba a un par de cuadras de allí,
recuerdo su parecita con barandas y su puertita de entrada, luego un living
comedor muy grande y el patio, con una hamaca o algún divertimento por el
estilo. Ahí fui muchas veces, como una mañana, una noche con un pulover en la
cintura y otro día donde las perras Bambi y Quiria se peleaban en el patio.
viernes, 6 de noviembre de 2020
HISTORIAS DE INFANCIA: EXCURSION AL CONGRESO
La mejor salida que hice con mi Colegio
San Antonio, esa lluviosa tarde del 85. No sólo por lo trascendente, sino por
la increíble belleza de un lujoso salón con espectaculares detalles
arquitectónicos como esas ventanas vidriadas formando círculo en el techo o los
modernos escritorios donde me senté. A la vuelta,
mientras miraba la llovizna por las ventanillas del micro, hacíamos lío con
bromas o golpeando los asientos al cantar, por lo que la maestra nos tuvo que
retar: ‘’No golpeen más que las manos’’, dijo. Mi compañero Roberto Y Ziolo y
un par más cantaron “Para el pueblo lo que es del pueblo” en esa divertida
vuelta.
miércoles, 29 de julio de 2020
!LO TENGO! EL LIBRO DE FUTBOL AFRICANO
En medio de este tiempo tan lúgubre de coronavirus en Argentina, yo personalmente la estoy pasando muy feliz gracias a Dios y a la Virgen. Y una de esas felicidades es con mi gran amor el periodismo. Hace poco conté de mi comienzo en Tribunero Radio. Luego de mi nuevo canal de YouTube Diego Periodista. Y también de, creo, lo más grande de este 2020, peleándose ahí con la radio: el libro Fútbol Africano de Pancho Jáuregui, mi absoluta primera colaboración en una obra, un real hito en mis 27 años de carrera y por qué no, en mis 47 años de vida de Dios. Este martes viví una infinita emoción, casi lloro, cuando me tocaron el timbre de casa y me lo trajeron. Y por supuesto, hoy hice la foto para reflejar ese momento imborrable, la cual aquí ven. A los 15 bromeaba en el secundario con un imaginario Guinea Ecuatorial-Uganda y los chicos del Güemes me cargaban. Hoy estoiy orgulloso y superfeliz de este logro, que ahí comparto. Porque quiero que mi alegría sea de ustedes que me leen. Y que mi pasión por el fútbol y sobre todo por Africa no tenga límites.
sábado, 4 de julio de 2020
RECORDANDO ITALIA 90: LOCURAS DE ALUMNOS ANTES DE LA FINAL
En los dos días siguientes, la división vivió la previa de la final con todo; las chicas del fondo (Capra y Salvetti entre otras) cantaban ‘’Salta pequeña langosta, Italia y Alemania son la misma bosta’’ con las ganas de cualquier hincha. Lo mismo Romero con eso de “Italia va a salir campeón el día que a Goycochea le corten las manos como a Perón”. Y Carla contó que un tipo había visto en la borra del café que iba a ganar Italia.
Anécdotas locas
BREMER Y SHETLAND. Mientras esperaban que empezara la clase de Merceología, varios estaban en el fondo escuchando la semifinal entre Alemania e Inglaterra. Y Carla Salvetti se encargaba de transmitir de forma super amateur lo que pasaba. Parece que la tana no dominaba el alemán: cuando el defensor Brehme llevaba la pelota, Carla relató: ‘’Ataca BREMER...’’. Solé, que estaba al lado, la gastó: ‘’Sí, ataca SHETLAND...’’.
NO LE IMPORTÓ NADA. Siguiendo con Alemania e Inglaterra, estaba la de Merceología dando clase. Mientras, Leandro escuchaba atentamente la semifinal con una radio. Y en un momento, cuando la tipa estaba en plena charla, INTERRUMPIO PARA DECIR: ‘’LO HICIERON PELOTA A HAESSLER’’ (el volante alemán). Al señorito no le importó que la otra hablaba... La profesora, que estaba por dejar el trabajo, no ocultó su disgusto: ‘’¿Ven? Ese es otro motivo por el que voy a renunciar’’.
lunes, 29 de junio de 2020
RECORDANDO EL MUNDIAL 86: CUMPLEAÑOS CON TITULO DE COMPAÑERA DE COLEGIO
Patricia Alberdi, mi compañera del Instituto Güemes de Carapachay, ccumple años justo en esa imborrable fecha. Hoy le consulté vía Facebook cómo fue su aniversario de ese 86, aquel domingo gris y templado en Buenos Aires. Ella cumplía apenas 13 años y cursaba el primer año. Y con mucha amabilidad contó: "Me acuerdo que miramos el partido y cuando terminó me puse a llorar de emoción,!decía que me habían regalado el título ! (risas) ".
Sin duda Patricia vivió una enorme emoción, como millones de argentinos, pero con un título de cumpleaños.
viernes, 26 de junio de 2020
RECORDANDO ITALIA 90: GOLES TRAS EL COLE
viernes, 19 de junio de 2020
RECORDANDO ITALIA 90: CIERRE DE LA FASE 1
domingo, 14 de junio de 2020
RECORDANDO ITALIA 90: VIVENCIAS EN EL SECUNDARIO
viernes, 22 de mayo de 2020
HISTORIAS DE INFANCIA: EN EL SUPERMERCADO NORTE
martes, 7 de enero de 2020
GLORIA A DIOS: !VIDEO DE MI CARAPACHAY NO DUERME 2019!
martes, 24 de diciembre de 2019
NOCHE DE GLORIA EN EL CARAPACHAY NO DUERME
La bellísima noche que Dios construyó después de un día de 32 grados tuvo como toda grande su historia con cada momento. Junto a papá Rafael, a quien decidí regalársela con justicia, llegué en remise a eso de las ocho menos cuarto del perfecto atardecer, que ya estaba matizado por los números de zumba y demás bailes de moda, sonorizados por música de alto impacto auditivo. Tras merodear por la cortada avenida Independencia, la principal carapachense, entramos al nuevo local de la heladería, y minutos después Guille, el organizador principal, me saludó y alentó mientras me avisaba que e en un rato tocaría (estaba pactado a las 20.30 aproximadamente). Luego vino Norma, su simpatiquísima mamá, y tras abrazarme y saludarnos nos convidó un cuarto del deleitante helado.
Saboreaba el chocolate y vainilla mirando el atardecer por el ventanal, y al mismo tiempo estaba ansioso y concentrado en semejante responsabilidad, una real final del mundo. Entonces entraron los adorados chicos de la secundaria, que reencontré hace un mes y que vinieron a verme "en patota", como suelen decir. Diego Solimena y el "Negro" Rodríguez fueron los adelantados, pero luego ingresaron las calurosas mujeres que me demostraron su amor, con la desopilante "Mongui" Dib a la cabeza. El cariño ilimitado de mis eternos compañeros de la promoción 1990 me iba cargando el tanque del alma, pero yo intentaba que no me sacara de eje.
Y llegó el ansiado momento, luchado durante meses por mi, hasta en duda poco tiempo atrás. A las 20.34, Guille vino a buscarme y me acompañó de la heladería al escenario callejero, mientras me repetía que todos estaban pendientes de mí. A mi paso al cruzar la calle, los chicos apostados cerca del escenario me gritaban cual si yo fuera el Papa. Y Guille comentaba mientras me dejaba en el borde del escenario: "No sabés, cuando sabían que salías los fotógrafos estaban zarpados por sacarte fotos". Yo trataba de aflojar, pero era cada vez más lo que recibía de cariño, aliento y ansiedad al mismo tiempo. Traté de estar relajado, pero era más las ansias y la concentración en mi futuro trabajo, por lo que igual no reparaba en el bullicio, ni siquiera en la potente música de fondo que matizaba la ya entrada noche.
Y fue la cumbre. A las 20.55 subí acompañado por Guille al escenario. Me instalé en un silloncito que según él me consiguió especialmente para quedar lindo, no era lo mejor para tocar pero acepté. Probé sonido con los excelentes profesionales que me rodearon, y tras saber que la guitarra estaba afinada me quedé tranquilo. Probé el micrófono y su perfecto sonido me daba más pie para hacer las cosas bien. Y ahí el locutor, Pablo, me empezó a anunciar. El griterío de los ex adolescentes del Güemes se hizo sentir enseguida. Y qué decir cuando minutos después me presentó oficialmente. Yo respondía tranquilo y simpático con la derecha en alto y arrojando besos, pero con ganas de largar. Y tras unas palabras que preparé pero dije del alma, comenzadas con un emotivo "Buenas noches Carapachay", toqué y canté el alegre lento que , paradójicamente, una depresión creó en aquel invierno de 2014, cuando me mudé de Carapachay a Villa Adelina.
Cantaba y punteaba la Fonseca mientras intentaba interpretar sentidamente el tema, de vez en cuando cerraba los ojos (movimiento típico en mí) y los abría para ver las luces preciosas que adornaban de gala la noche. Me fui soltando con el primer estribillo, con un típico "qué dice", y las palmas de mi barra respondieron automáticamente. Entre el sonido, mi trabajo, los ensayos de la semana y mi confianza en mis fuerzas, todo salió más perfecto de lo esperado. Y el "Viva Carapa" fue el broche de oro de semejante momento, que me terminó de emocionar y a los pibes de explotar de alegría, igual que cierta gente que los rodeaba, entre ellos papá.
Sueño cumplido, me dije mientras Guille, estricto, me tomó de la mano y casi me sacó del escenario, la apretada grilla del Carapa acortada de última era la culpable. Pero yo ya estaba satisfecho. Sin embargo, la alegría no terminó ahí. Uno a uno, los chicos me abrazaron y hasta alguno se emocionó de más. La primera fue la dulcísima Ale Isopi. "Estoy orgullosa de vos", me abrigaba mientras me apretaba emocionada, y yo a ella y su largo pelo rubio. Lo mismo con todos y con Martín, el seguidor carapachense hacedor de este momento, conocido el verano anterior y que hasta se puso a llorar.
Y el cierre era como debía. La alegre Patricia Ramos, uno de los profundos corazones de este tiempo, me daba la noticia de yapa. "¿Te molesta si tu papá viene a cenar con nosotros?", consultó. "¿Qué, vamos a ir a comer?", fue mi redundante y feliz respuesta. En efecto, la corpulenta rubia me llevaba de su brazo hacia El Nuevo Cóndor, la legendaria parrillita de Carapa. Y con suculenta cena (parrillada, papas fritas, postre, bebidas) cerramos junto a Dios, creador de estas magias, la noche más grande de mi 2019 musical y, probablemente, de mi vida personal, muy complicada este año. Ellos, los eternos compañeros del secundario, me la regalaron. Él, mi Carapachay amado por la eternidad, me la regaló. Ella, mamá Anita, la vio desde el superpullman celestial. Como dice la increíble canción que el cielo compuso, me di una vuelta por mi Carapachay. Una vuelta infinitamente gloriosa.
TEA Y RAMÓN CASTRO, JUNTOS 26 AÑOS DESPUÉS
Martín me preguntó si quería pasar por mi adorada, eterna casa natal, la de Ramón Castro, para quienes no saben justo a una cuadra del nacimiento de Independencia. Medio indeciso, le dije que sí, inseguro entre la alegría de la casa y la melancolía de ya no vivir allí. Pero me acordé de que aquel 21 de diciembre del 93 regresé a esa casa, bien mía entonces, de la fiesta de TEA. Y mi sí fue el acierto más grande de la noche. Acompañado por el simpático joven, me paré en las rejas sobre la actual vereda negra, me apoyé contra ellas y Martín me sacó una foto con la guitarra que traía de la radio. Sí, como 26 años atrás, a las 10 y algo de la noche volví a Ramón Castro. Aunque en la realidad no sea lo mismo, en el corazón sí. Y eso vale más.
viernes, 20 de diciembre de 2019
HISTORIAS DE INFANCIA: CUANDO LA VIRGEN LIMPIÓ EL CIELO
Una tarde en el "cole" de mi Carapachay, el tiempo estaba horripilante, lloviznaba y el cielo de repente se puso negro, cosa que asustó a todos. Entonces la señorita Rocío, la inolvidable española, nos hizo rezar un Ave María. Y la Virgencita nos escuchó, porque enseguida nomás el cielo se abrió y se fueron las nubes negras. Grande la Madre...
viernes, 13 de diciembre de 2019
HISTORIAS DE INFANCIA: MI CASA NATAL EN CARAPACHAY
Y nosotros vivíamos en la planta baja, donde los ambientes eran pequeños. La cocina se convertía en comedor los mediodías de semana, gracias a una mesita rectangular blanca pegada a la pared. A la izquierda estaba la habitación de mis padres y, a la derecha, lo que luego fue el comedor era la mía y de mis hermanos con las tres camas que configuraron una rareza. El living secundario era el lugar de la cena, con una lámpara grande que iluminaba aquella vieja mesa marrón redonda y, en la esquina izquierda, una TV blanca y negra propia de la época.
El patio tenía piso de cemento con líneas de piedritas y el lindo jardín con aquel cactus, y estaba el antiguo lavadero de azulejos amarillos y el inolvidable quincho. Adelante había un solo garage, ya que el otro era un patio con un banco de cemento y un canterito detrás con pasto y flores. Al lado de ése estaba el cantero redondo de cerámica y el garage de techo rojizo y columnas de fierro verde. La casa no tenía rejas, las que se fueron poniendo con el tiempo.