Y aquella tarde soleada del 11 de diciembre DE 1990 terminé por fin el glorioso secundario en el Instituto Martín Güemes de mi Carapachay, cuatro días después de la fiesta de fin de curso, cuando a eso de las dos y media rendí solo en el aula las benditas rentas perpetuas de la densa Matemática financiera. La profesora Alicia se puso contenta y me felicitó. Y cuando llegué a casa, mi mamá exclamó ‘’!terminaste!’’. Después me fui a tomar naranja a la cocina, con la alegría de haberme sacado de encima esa dura etapa. Fue la última tarde de gloria del colegio para mí.
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