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domingo, 6 de diciembre de 2020

AQUEL MARATONICO DIA DE GLORIA DE 1990

 

Este lunes  viviré un aniversario más especial que ninguno de este 2020. Se cumplirán 30 años de la fiesta de fin de la secundaria en el Instituto Martín Güemes de mi Carapachay. De una noche inolvidable de ese inolvidable 1990 de mis 17. Pero antes de esa noche hubo un día tan largo como hermoso de recordar.

 

Aquel 7 del 90 fue recordadísimo por lo maratónico y trascendente, en esa primera semana de mis grandes definiciones, ya que en el mismo día debía dar examen de mi quinto año de Inglés. Ese soleado y caluroso viernes arrancó saliendo en el Peugeot 505 a lo de mi abuela, allá en el centro, para estudiar para el oral. Allí estuve hasta las 5, cuando me fui con ella a rendir al Liceo Cultural Británico. Pero inesperadamente en el camino ella, que era modista, quiso visitar sederías por su trabajo. Y tuve que caminar con ella bajo el sol abrasador en plena Capital. Luego fui a dar y aprobé.

 

Pero la tensionante jornada no terminó allí: del centro me volví hasta casa para prepararme para la fiesta del Güemes. Primero le llevé un regalo a mi profesora particular Cristina por fin de Inglés; encima en el camino mi papá casi se toma a golpes de puño con un camionero que no le dejó paso. De vuelta me afeité, me bañé, me puse el traje que me habían prestado y viví la gloriosa fiesta. Cuando llegué a las 11 sentí gran alivio, me aflojé y cené una exquisita pizza mientras miraba Fútbol de Primera. Había terminado un día tan agotador como inolvidable.

 

 

 

 

 

martes, 27 de octubre de 2020

LA COSTUMBRE DE HABLAR EN INGLES EN ARGENTINA

 

No creo que sea por la globalización, ese fenómeno que todo lo iguala y permite en este nuevo siglo. Es más bien una de esas tantas moditas de la mal llamada modernidad. El tema es que de tanto aprender inglés y escuchar estos desastrosos medios de incomunicación los argentinos nos hemos malacostumbrado a hablar más de un ccuarto de nuestro lenguaje en ese idioma. Ejemplos sobran: out, delivery, take away, touch and go, la sigla CEO (Chief Executive Officer) por gerente, el famoso manager, music, cheese cake. O los actuales influencer, game changer, founder y todo lo que termina en er. Mismo los futboleros con la Champions League, en vez de Liga de Campeones. Molesto, estúpidamente intelectual, intelectualmente estúpido, innecesario. Tampoco quiero ir al extremo de hablar como gaucho, bueno, al menos me acerco más a nuestro origen. Porque según aprendí estos 47 años, acá se habla español. Capaz que me desinformé y no me enteré que cambió el idioma por decisión del Gobierno y ahora el oficial es el inglés. Very fool. Uh, perdón, muy tonto.

viernes, 8 de mayo de 2020

HISTORIAS DE INFANCIA: COMIENZO A ESTUDIAR INGLÉS

El hecho más importante de 1984, MIS 11 AÑOS. Por iniciativa de mi mamá comencé a principios de AÑO a aprender inglés, otro idioma por primera vez. Y aunque al comienzo no entendía la necesidad de hacerlo y era reacio, al poco tiempo me apasioné y terminó siendo no sólo un estudio trascendente, sino una hermosa época que dejó agradables y divertidos momentos: las clases con la profesora Clelia en su casa frente a la placita de Carapachay, el libro Sam On Radio, las canciones, las locuras con mis poquitos compañeros (algunos del San Antonio de la primaria) y mi fascinación por el nuevo idioma, tanto que a las dos semanas conocía los números del 1 al 20 que aparecían en el pie de cada página del Sam On Radio. Aunque yo no quería al principio, gracias a mamá comencé una etapa que me enriqueció para siempre mi cultura, como la música o la lectura.

lunes, 24 de diciembre de 2018

HISTORIAS DE MIS 15: MAESTRO DE INGLÉS

Esa última quincena del 88 afronté con nervios mi último desafío del año: el examen para recibirme de Maestro de Inglés, el que me enteré que debía dar nada menos que en el Liceo Cultural Británico, lo que me ponía aún más nervioso. Y que hizo que tuviera que ir a lo de mi abuela, allá en Capital, a estudiar y quedarme para luego viajar de allí al Liceo.

El 16 de diciembre a las 4 de la tarde era el primer duro paso con el examen escrito. Fui en colectivo con ella hasta el amplio edificio de la famosa avenida Cabildo, en una ancha vereda. Entré en el aula bien iluminada por los ventanales a la calle; me senté y empecé el examen con muchos nervios, que aumentaban por el silencio total que había. Y casi me muero cuando oí que la profesora hablaba todo en inglés, la forma en que se manejaban allí. Preferí no hablar nada salvo que fuera necesario y seguí mi prueba, que por suerte resolví bien y aprobé con un 70 sobre 100, una nota que al parecer era signo de aprobación y no un número bajo. Pero aún faltaba el oral.

Justo siete días después del examen escrito, el 23 era el oral. De nuevo me “concentré” en lo de mi abuela y fui allá esa tarde húmeda y con amenaza de lluvia. Estaba más tranquilo, ya conocía el lugar y había estudiado bien. Y en un examen que incluyó preguntas de mi vida personal que me dieron cierta vergüenza, rendí muy bien. Y más tarde la profesora me daba la nota (otra vez 70 sobre 100), el comprobante de la misma y, sobre todo, la gran noticia: me había recibido de maestro.

Con una gran alegría y mucho alivio, festejé con mi abuela yendo a tomar un helado que casi se me cae, no sé si por la emoción o por mi sabida torpeza. Y de ahí volví a su casa con la satisfacción de otro logro, uno más en esos inolvidables días.


viernes, 14 de diciembre de 2018

HISTORIAS DE MIS 15: MAESTRO DE INGLÉS PARTICULAR

Ese 1988 de mis 15 llegó el cierre de una linda etapa en la casa de Miriam con el cuarto año de mis estudios de Inglés particular, ahora dirigido por Raquel, quien al principio no me gustó pero luego me acostumbré bien. Pasé sin problemas el exigente ciclo y me deleité con las lecturas, especialmente la preciosa Rebecca. Así llegué al inédito examen final del Liceo Cultural Británico, que contaré más adelante, y mi primer título de inglés, el de "maestro", para coronar un año trascendente e imborrable.