No porque uno critique estas cosas es un antiguo. Y si es antiguo, qué importa. Cómo puede ser esta locura del siglo XXI que, por desgracia, vivimos. Que un padre, en este vergonzoso caso una madre, con más razón una madre, agreda a una autoridad, en este vergonzoso caso un docente, es nefasto. O como dice la sociedad, estamos en el horno. Podría ser al revés, tampoco está bien, pero que un docente le dé un correctivo a un chico merece que los padres bajen humildemente la cabeza y acepten la corrección, no que (como pasa hace tiempo) vayan y se descarguen con gran soberbia contra el docente. Es cierto que de tanto en tanto los que enseñan pueden cometer errores en su conducción, yo lo he sufrido cuando era adolescente, pero eso no justifica tamaña locura. Lo lógico es, siempre en caso grave, no en caso justo, ir y tener una charla con los protagonistas del asunto. Pero no esta vergüenza, una más de esta insociedad. Uno será antiguo, pero estas locuras, como tantas otras de este tiempo, no se pueden concebir.
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