Existen momentos en los que uno está muy solo, triste, dolorido, y no tiene en quién apoyarse. Pero cuánto más difíciles deben ser esos momentos si se dan por la noche. Es duro, muy duro tener el alma oprimida y no tener a quién gritarlo, por decirlo así. Y qué ahcer entonces si estás solo y no tenés a nadie, nadie te atiende, todos están muuuuy ocupados? Porque eso pasa con frecuencia.
Cuando pasa eso, lo mejor es aguantar lo más que se pueda el momento hasta que alguien llegue para nuestro auxilio. Y si uno es creyente, orar a Dios para que así sea. Y si Dios no produce el milagro, orar para que nos dé fuerza para bancar ese momento tan duro como guerreros que debemos ser frente al dolor. En suma: si estamos mano a mano con la noche, aguantemos. Porque seguro que cuando menos lo esperemos, alguien llegará para hacernos compañía. Y si no, estemos tranquilos que la soledad no será para siempre, sólo por un rato.
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