Quiero hacer otra reflexión de fin de año, que como todas las que hago intento que tenga cierto contenido. Simplemente, cuando pidamos deseos o nos hagamos propósitos personales para el año que se viene, por supuesto pidamos lo que se nos dé la gana, que Dios concede si es su voluntad. Pero no nos volvamos locos pidiendo o deseando cosasenormes, grandilocuentes, querer todo, todas, como se dice. En este mundo, y lo afirmo más allá del asunto fe, la felicidad es tan pasajera como relativa. La plena felicidad, la grandiosa felicidad, no es de este mundo sino del próximo, tanto para quienes creemos en él como para los que no.
Entonces, y me incluyo, debemos tranquilizarnos, no gastar tanta adrenalina, no tener tanta ambición desmedida y soñar con una felicidad mediana, compuesta por las cosas más necesarias. Con la buena salud física y sobre todo espiritual, con una familia más o menos unida, con un trabajo más o menos decente, con ciertos bienes materiales a los que desde ya tenemos derecho, con algún hobby como en mi caso la música, con tener una buena vida social tan importante para nuestra persona, me parece que es más que suficiente. Para qué ambicionar la gran felicidad y las grandes cosas. hay que ser feliz con lo que se tiene. De tener más o menos lo enumerado, bien, y si no, vivir con lo que uno tiene, porque este mundo se caracteriza por valorar siempre lo malo, lo que falta, lo que está ausente, lo que no está bien más que todo lo bueno, que es mucho más de lo que nosotros creemos. Si hasta estamos protegidos por nuestro Dios, creamos o no en Él, esa es una verdad evidente. Hagamos foco en lo bueno, en lo sencillo. !Felicidades gente!
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