Una nueva chance, no muy repetible, acaba de desvanecerse, y van… Es ya una insoportable colección de tristezas, que “nao tem fin” como le sucedió un tiempo a Brasil. Argentina perdió otra vez, con el cruel agravante de que fue en los penales y contra Chile, esa circunstancia triste de aquella final de 2015 a la que esta noche esta Selección quería dejar en el olvido y no pudo.
No es cuestión de refrendar el mal tan argentino de que todo es un desastre, todos deben irse, nadie sirve, sólo porque cinco remates desde once pasos marcaron la victoria para otro, en este caso la buena roja de Pizzi. Por qué olvidar y tirar al tacho todo lo bueno que la Selección había hecho hasta esta dolorosa noche de New Jersey. Goles, goleadas, récord de Messi (de buena Copa hasta que otra vez se pinchó en el momento clave), buenos rendimientos, juego aplomado y delicioso como hace mucho no se veía. Pero la realidad es incontrastable: no se ganó, se jugó pobremente el partido más importante.
Y entonces, de nuevo a recordar. De nuevo a escribir y leer de México 86, esa película gloriosa de la que el miércoles se cumplirán 30 años. De nuevo, también, a emocionarse con las Copas América de Alfio Basile, con la de los goles de Batistuta a México en 1993. Con ésa a la que nadie le quería dar importancia. A seguir viviendo de recuerdos. O a mirar para adelante, cuando el destino, seguramente, ponga por delante otro mazo de cartas para barajar y dar de nuevo. Por el momento, todo es frustración, encima con el peso del desastre de la AFA, que puede excluir a Argentina de toda competencia por un tiempo. Quizá sea mejor, nos ahorraremos tristezas. Seguro que no, nadie piensa en semejante golpe. Quién sabe de qué se disfrazará Argentina y su fútbol, su selección, de ahora en adelante.
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