Argentina perdió este martes por la noche una nueva chance de ser campeón internacional en 26 años, al caer 0-2 con Brasil en la semifinal de la Copa América. Pero el dolor de una derrota injusta no tapa todo el fondo que la Selección trajo a la tierra norteña.
El fondo es este proceso irregular, con un técnico interino hecho oficial como Lionel Scaloni y un recambio de futbolistas que no terminó de afirmarse. Sólo el fervor del hincha y la locura publicitaria le daba crédito a que el equipo podía ganar la Copa. Argentina, esta vez, no tenía potencial para llevársela. Y casi lo confirma en la primera ronda, cuando luego de perder con Colombia y empatar con Paraguay gracias al video debía vencer a Qatar para seguir. Dos triunfos ante los asiáticos y Venezuela, nada maravilloso, lo metieron en una semifinal que nadie esperaba, donde hizo partidazo a un Brasil ayudado por la suerte y los árbitros. Pero el tercer o cuarto puesto, se conocerá el fin de semana, es todo un mérito para esta albiceleste. Y para este momento tan irregular del fútbol argentino.
Bienvenidos a Así Es La Vida, un blog de todo un poco, una charla con un amigo, sin tiempo ni espacio, sin intereses, sin estructuras. El caminar de un ciudadano por la vida. Dedicado a mi madre Anita.
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miércoles, 3 de julio de 2019
domingo, 30 de junio de 2019
1989: BRASIL ENCAMINA ANTE ARGENTINA SU COPA AMÉRICA
Video de aquel 2-0 con relato de Marcelo Tinelli
Este martes será otra noche de emociones entre Brasil y Argentina, cuando los colosos sudamericano se enfrenten por la semifinal 1 de la Copa América que se juega en el vecino país. Claro que no es la primera noche de emociones, y en Brasil. Hubo otra hace justo 30 años, y justo en el mismo lugar.
Corrría el helado invierno de julio de 1989 cuando la Selección de Carlos Bilardo, vigente campeona mundial, aparecía a duras penas en la ronda final de la Copa, habiendo marcado sólo dos goles aunque superado a Uruguay. Y se topaba con un deslucido equipo local dirigido por Sebastiao Lazaroni, que apenas en la última fecha había cerrado su pase a los cuatro finalistas con los goles de uno de sus ases, Bebeto, que junto a su entonces compañero Romario prometían ir por todo en el cuadrangular para ganar un título que se les venía negando hacía 40 años, desde su conquista de 1949.
Aquel 12 de julio, el entonces enorme Maracaná estaba abarrotado de más de 110.000 personas para el superclásico. Bilardo jugó su juego excluyendo de la formación titular a Claudio Caniggia, quien justamente había hecho los únicos dos tantos que le dieron el lugar en las finales. Y le salió bien en el primer tiempo, aunque los locales dominaron cómodamente el desarrollo, no pudiendo marcarlo en la red. Argentina era lo que un apagado Diego Maradona y algo de Jorge Burruchaga lograran armar para llegar hasta el joven arquero Taffarel.
Pero apenas reiniciado el asunto, la "torcida" explotó. Sólo dos minutos y Bebeto recogió de Romario para sacar un zurdazo espectacular que se metió en el ángulo del arco de Nery Pumpido. Y siete después, a los nueve, José Luis Brown despejó mal y le sirvió el segundo nada menos que a Romario, que definió ante el arquero argentino.
Bilardo puso entonces a Caniggia, pero era un poco tarde. Argentina ya se cayó al suelo, con su típica apatía del momento. Y Brasil pudo haber aumentado pero no tuvo puntería. Aún así, los de Lazaroni ganaban 2 a 0 con autoridad y dejaban atrás críticas y desconfianza de la gente para empezar a encaminar su objetivo, que lograrían días después, primero goleando a Paraguay con trabajo de la dupla dorada y el 16 de julio, justo el aniversario del Maracanazo, derrotando a Uruguay con gol de Romario.
Aquella noche de emociones ante Argentina fue el comienzo de un final feliz para la verdeamarilla. El destino quiso que 30 años después y en el mismo país, estén frente a frente con el mismo sueño este martes. Brasil por su obligado título como anfitrión. Argentina, por ganar algo tras 26 años. Nada más y nada menos.
miércoles, 4 de julio de 2018
A 25 AÑOS DEL ÚLTIMO TÍTULO ALBICELESTE
Video de los goles de Batistuta para ganar la Copa América 93
Veinte años no es nada, dice el gran tango Volver. Tal vez 25 tampoco. Pero para una selección de fútbol de tanta gloria como Argentina, es demasiado. Parece mentira, pero es real: hoy se cumplen 25 años del último título oficial de mayores de uno de los grandes países del balompié mundial. Dicho más simple, un cuarto de siglo que la Selección no gana nada.
Es que la Copa América de 1993 quedó como la alegría albiceleste más cercana, cuando aquella fría tarde del 4 de julio en Guayaquil, Ecuador, el gran equipo de Alfio Basile y con los dos goles inolvidables de Gabriel Batistuta derrotó 2 a 1 a México y se consagró campeón por segunda vez consecutiva del continente, encuentro que además fue parte del famoso invicto de 33 partidos sin perder.
Y pensar que por aquel tiempo, pleno invierno de 1993, Argentina jugaba esa Copa América envuelto en polémicas futbolísticas, con la ausencia de Diego Maradona y su larga novela con Basile, con un equipo que a pesar del invicto y de incluso haber ganado la Copa Rey Fahd (actual Confederaciones) de 1992 era más noticia por su juego mediano que por uno muy bueno. Y no había mucha expectativa, y tampoco hubo un gran festejo cuando se ganó la Copa en esa inolvidable final con México.
Como hace tanto no se disfruta una vuelta olímpica, vale recordar la epopeya. Comenzó con una primera fase donde la Selección venció a Bolivia (1-0, Batistuta), empató con el mismo México 1-1 (ruggeri) y con Colombia 1-1 (Simeone), para luego eliminar en imborrables definiciones a Brasil en cuartos de final (1-1 y 6-5 por tiros desde el punto del penal, Leonardo Rodríguez, donde el gran Sergio Goycochea le atajó el remate decisivo a Marco Antonio Boiadeiro) y a Colombia en las semifinales (0-0 y nuevamente 6-5, con otra atajada de Goycochea, en este caso a Aristizábal). Y ese domingo 4, el gran triunfo contra México ya contado. Después vinieron las tortuosas eliminatorias, el 0-5 con Colombia, la vuelta de Maradona y la dramática clasificación ante Australia.
Esa Copa América 1993 quedó en la mente de pocos, un título más, nada más que eso. Sin embargo, desde ese momento el país extrañó levantar una Copa como lo hizo Oscar Ruggeri en la anterior en 1991 y en 1993. Pasaron Copas América, Copas Confederaciones y Mundiales, y siempre, por una u otra razón, la Selección se quedó antes o perdió el máximo trofeo.
Aquellos festejos del Mundial 86 y la Copa 93, incluso la salida a la calle de la gente tras el subcampeonato del Mundial de Italia en 1990, son recuerdos lejanos y al mismo tiempo cercanos, porque por el momento los hinchas tienen que quedarse con ellos. A pesar de nuestros grandes jugadores y técnicos, la racha negativa sigue. Y tendrán que seguir alentando a la celeste y blanca con esa famosa canción: "Volveremos volveremos, volveremos otra vez, volveremos a ser campeones como en el 86". O, mejor aún, como en el 93.
lunes, 27 de junio de 2016
COPA AMÉRICA: ¿Y AHORA DE QUÉ TE DISFRAZÁS, ARGENTINA?
Una nueva chance, no muy repetible, acaba de desvanecerse, y van… Es ya una insoportable colección de tristezas, que “nao tem fin” como le sucedió un tiempo a Brasil. Argentina perdió otra vez, con el cruel agravante de que fue en los penales y contra Chile, esa circunstancia triste de aquella final de 2015 a la que esta noche esta Selección quería dejar en el olvido y no pudo.
No es cuestión de refrendar el mal tan argentino de que todo es un desastre, todos deben irse, nadie sirve, sólo porque cinco remates desde once pasos marcaron la victoria para otro, en este caso la buena roja de Pizzi. Por qué olvidar y tirar al tacho todo lo bueno que la Selección había hecho hasta esta dolorosa noche de New Jersey. Goles, goleadas, récord de Messi (de buena Copa hasta que otra vez se pinchó en el momento clave), buenos rendimientos, juego aplomado y delicioso como hace mucho no se veía. Pero la realidad es incontrastable: no se ganó, se jugó pobremente el partido más importante.
Y entonces, de nuevo a recordar. De nuevo a escribir y leer de México 86, esa película gloriosa de la que el miércoles se cumplirán 30 años. De nuevo, también, a emocionarse con las Copas América de Alfio Basile, con la de los goles de Batistuta a México en 1993. Con ésa a la que nadie le quería dar importancia. A seguir viviendo de recuerdos. O a mirar para adelante, cuando el destino, seguramente, ponga por delante otro mazo de cartas para barajar y dar de nuevo. Por el momento, todo es frustración, encima con el peso del desastre de la AFA, que puede excluir a Argentina de toda competencia por un tiempo. Quizá sea mejor, nos ahorraremos tristezas. Seguro que no, nadie piensa en semejante golpe. Quién sabe de qué se disfrazará Argentina y su fútbol, su selección, de ahora en adelante.
No es cuestión de refrendar el mal tan argentino de que todo es un desastre, todos deben irse, nadie sirve, sólo porque cinco remates desde once pasos marcaron la victoria para otro, en este caso la buena roja de Pizzi. Por qué olvidar y tirar al tacho todo lo bueno que la Selección había hecho hasta esta dolorosa noche de New Jersey. Goles, goleadas, récord de Messi (de buena Copa hasta que otra vez se pinchó en el momento clave), buenos rendimientos, juego aplomado y delicioso como hace mucho no se veía. Pero la realidad es incontrastable: no se ganó, se jugó pobremente el partido más importante.
Y entonces, de nuevo a recordar. De nuevo a escribir y leer de México 86, esa película gloriosa de la que el miércoles se cumplirán 30 años. De nuevo, también, a emocionarse con las Copas América de Alfio Basile, con la de los goles de Batistuta a México en 1993. Con ésa a la que nadie le quería dar importancia. A seguir viviendo de recuerdos. O a mirar para adelante, cuando el destino, seguramente, ponga por delante otro mazo de cartas para barajar y dar de nuevo. Por el momento, todo es frustración, encima con el peso del desastre de la AFA, que puede excluir a Argentina de toda competencia por un tiempo. Quizá sea mejor, nos ahorraremos tristezas. Seguro que no, nadie piensa en semejante golpe. Quién sabe de qué se disfrazará Argentina y su fútbol, su selección, de ahora en adelante.
sábado, 25 de junio de 2016
¿VOLVEREMOS A SER CAMPEONES COMO EN EL 93?
Este domingo puede ser un gran día para la rica historia de la selección de Argentina. Uno de los ocho campeones del mundo, aunque parezca irreal, no gana un título mayor desde hace 23 años, justamente la Copa América, la que ahora intentará volver a alzar ante Chile, su verdugo en la última en 2015.
Y aunque sea un torneo continental, que no tiene por estas latitudes tanta relevancia como en otras, no dejaría de ser un regalo grande para la albiceleste. No sólo por regar la sequía de títulos, también porque la tercera final en tres años (tras el Mundial 2014 y la citada Copa 2015) sea la vencida y nuestros compatriotas puedan gritar campeones. Y, sobre todo, porque sería el primer halago para la generación Messi, no solamente compuesta por el crack sino por veteranos de selección como Romero, Rojo, Mascherano, Di María, Higuaín, Agüero. Astros errantes, reyes aún sin corona, jugadores que necesitan una consagración de este tipo, con la camiseta de su país, para terminar de grabar sus nombres en la historia.
También sería la frutilla que le falta a esta torta de grandes victorias, actuaciones y golazos. El team del Tata Martino, tan castigado hasta no mucho tiempo atrás, ha mostrado una jerarquía y contundencia como hacía mucho no se veía, volviendo a enamorar al siempre exigente hincha argentino. Y en ese camino se incluye el rotundo 2-1 del inicio del certamen a Chile, su rival en la final en New Jersey. Sin duda, aunque el plantel no quiera decirlo o diga lo contrario, es la revancha esperada, siempre hablando sobre fútbol. La amarga derrota por penales en Santiago hace casi un año se podría revertir con un triunfo ante un equipazo como la roja.
Sin duda que los dos mejores del torneo han arribado al partido cumbre. Con semejanzas: figuras, goles, contundencia, solidez, buen juego. Quizá Chile tiene la ventaja de disponer de más jugadores, debido a las lesiones argentinas que han acortado el banco de suplentes. Será un partidazo más allá de las preferencias, un choque de dos potencias hoy por hoy del subcontinente. Y Argentina viene con buen pie ante su vecino, habiéndole ganado en Santiago en marzo por las eliminatorias y el citado 2-1 de la primera ronda. Pero en una final poco cuentan los antecedentes. Igual, justo en los 30 años de aquella epopeya de México, Argentina tiene pasta para volver a ganar un campeonato, algo que debería ser normal y que por tanto tiempo es muy valioso. Para que volvamos a ser campeones como en el 93.
Y aunque sea un torneo continental, que no tiene por estas latitudes tanta relevancia como en otras, no dejaría de ser un regalo grande para la albiceleste. No sólo por regar la sequía de títulos, también porque la tercera final en tres años (tras el Mundial 2014 y la citada Copa 2015) sea la vencida y nuestros compatriotas puedan gritar campeones. Y, sobre todo, porque sería el primer halago para la generación Messi, no solamente compuesta por el crack sino por veteranos de selección como Romero, Rojo, Mascherano, Di María, Higuaín, Agüero. Astros errantes, reyes aún sin corona, jugadores que necesitan una consagración de este tipo, con la camiseta de su país, para terminar de grabar sus nombres en la historia.
También sería la frutilla que le falta a esta torta de grandes victorias, actuaciones y golazos. El team del Tata Martino, tan castigado hasta no mucho tiempo atrás, ha mostrado una jerarquía y contundencia como hacía mucho no se veía, volviendo a enamorar al siempre exigente hincha argentino. Y en ese camino se incluye el rotundo 2-1 del inicio del certamen a Chile, su rival en la final en New Jersey. Sin duda, aunque el plantel no quiera decirlo o diga lo contrario, es la revancha esperada, siempre hablando sobre fútbol. La amarga derrota por penales en Santiago hace casi un año se podría revertir con un triunfo ante un equipazo como la roja.
Sin duda que los dos mejores del torneo han arribado al partido cumbre. Con semejanzas: figuras, goles, contundencia, solidez, buen juego. Quizá Chile tiene la ventaja de disponer de más jugadores, debido a las lesiones argentinas que han acortado el banco de suplentes. Será un partidazo más allá de las preferencias, un choque de dos potencias hoy por hoy del subcontinente. Y Argentina viene con buen pie ante su vecino, habiéndole ganado en Santiago en marzo por las eliminatorias y el citado 2-1 de la primera ronda. Pero en una final poco cuentan los antecedentes. Igual, justo en los 30 años de aquella epopeya de México, Argentina tiene pasta para volver a ganar un campeonato, algo que debería ser normal y que por tanto tiempo es muy valioso. Para que volvamos a ser campeones como en el 93.
sábado, 4 de julio de 2015
SELECCIÓN ARGENTINA: 22 AÑOS SIN ALEGRÍAS
Video de aquella última victoria argentina ante México en 1993.
Y la racha negativa sigue. Nuestra amada Selección Argentina de fútbol, uno de nuestros emblemas, continúa sin ganar un título internacional desde hace exactamente 22 años, desde aquella fría tarde del 4 de julio de 1993 en Guayaquil, Ecuador, cuando el gran equipo de Alfio Basile y con los dos goles inolvidables de Gabriel Batistuta derrotó 2 a 1 a México y se consagró campeón por segunda vez consecutiva de la Copa América, encuentro que además fue parte del famoso invicto de 33 partidos sin perder. Esta vez Argentina perdió ante Chile en ese país la final de otra Copa América, empatando 0 a 0 y cayendo 4 a 1 por tiros desde el punto del penal. El conjunto de Gerardo Martino, Lionel Messi, Javier Mascherano y compañía no pudo cortar la sequía de alegrías, paradójicamente a casi un año de la derrota en la final del Mundial Brasil 2014 con Alemania 0-1 en tiempo suplementario. Una sequía de 22 años que lamentablemente ya es una costumbre, como las finales perdidas de América con Brasil en 2004 y 2007, la de la Copa Confederaciones con el mismo Brasil en 2005 y éstas dos, sumadas a las frustraciones de los últimos 7 Mundiales, desde el triunfo de México 1986, del que van a cumplirse ya 30 años en 2016.
Y pensar que por aquel tiempo, pleno invierno de 1993, Argentina jugaba esa Copa América envuelto en polémicas futbolísticas, con la ausencia de Diego Maradona y su larga novela con Basile, con un equipo que a pesar del invicto y de incluso haber ganado la Copa Rey Fahd (actual Confederaciones) de 1992 era más noticia por su juego mediano que por uno muy bueno. Y no había mucha expectativa, y tampoco hubo un gran festejo cuando se ganó la Copa en esa inolvidable final con México, luego de una primera fase donde la Selección venció a Bolivia (1-0, Batistuta), empató con el mismo México 1-1 (ruggeri) y con Colombia 1-1 (Simeone), para luego eliminar en imborrables definiciones a Brasil en cuartos de final (1-1 y 6-5 por tiros desde el punto del penal, Leonardo Rodríguez, donde el gran Sergio Goycochea le atajó el remate decisivo a Marco Antonio Boiadeiro) y a Colombia en las semifinales (0-0 y nuevamente 6-5, con otra atajada de Goycochea, en este caso a Aristizábal). Y después el gran triunfo contra México ya contado. Después vinieron las dramáticas eliminatorias, el 0-5 con Colombia, la vuelta de Maradona y la dramática clasificación ante Australia. Esa Copa América 1993 quedó en la mente de pocos, un título más, nada más que eso. Sin embargo, desde ese momento extrañamos levantar una Copa como lo hizo Oscar Ruggeri en la anterior en 1991 y en 1993. Pasaron Copas América, Copas Confederaciones y Mundiales, y siempre, por una u otra razón, nos quedamos antes o perdimos el máximo trofeo. Aquellos festejos del 86 y 93, incluso la salida a la calle de la gente tras el subcampeonato del Mundial de Italia en 1990, son recuerdos lejanos y al mismo tiempo cercanos, porque por el momento nos tenemos que quedar con ellos. Así que, a pesar de nuestros grandes jugadores y técnicos, la racha negativa sigue. Y tendremos que seguir alentando a la amadísima celeste y blanca con esa famosa canción: "Volveremos volveremos, volveremos otra vez, volveremos a ser campeones como en el 86". O, mejor aún, como en el 93.
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