Mientras yo festejo y paso mi día de cumpleaños 44, mucha otra gente debe estar sintiendo pena en lo más hondo de su ser. Son los combatientes de la estúpida guerra por las islas Malvinas de 1982, que se llevó vidas y no solucionó nada, más bien empeoró el durísimo contexto sociopolítico de entonces. Ellos y sus familias son, como dije el otro día con los desaparecidos, rehenes injustos de ese tiempo, de esa locura, y héroes anónimos, tanto como San Martín o Belgrano. Sus nombres sólo son famosos para sus seres queridos, pero igual son mártires y soldados de la Patria, y tan merecedores de homenajes como aquéllos. Mi saludo respetuoso y mi abrazo profundo al alma de estas divinas personas, castigadas durante el 82 y, también, después. Y sigamos luchando por, como dicde la frase, nunca más. Ah: las islas Malvinas, ubicadas al lado de Santa Cruz en el mapa, son y serán argentinas.
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