Y relacionado con esto de ser luz para los demás, denuncio otra cosa que a mucha gente le molesta y hace que se aleje de Dios: el autoritarismo cristiano. A menudo vi y veo acciones de gente que, no sé con qué autoridad, reprenden o reprochan a los demás ciertas acciones. O porque hablás fuerte, o porque tal o cual gesto litúrgico que al otro no le gusta, o porque rezás distinto a los demás, o porque vaya a saber qué. Me pasó esta Semana Santa en la parroquia de Villa Adelina y le pasa a mucha gente no creyente que busca acercarse a Dios y espantada por estas tonterías, da una vuelta y sale corriendo. Después los curas se quejan de por qué la gente no va a misa. Bueno, si bien no es todo culpa de los fieles, un buen porcentaje de la asamblea tiene responsabilidad. Si los cristianos, en vez de abrir los brazos al hermano, lo toreamos, le hablamos mal, lo reprendemos incorrectamente, es lógico no sólo que la gente no vaya a misa, sino que no crea en Dios. Si Jesús, Dios, es dulce, bueno, corrige con amor, cómo no nosotros hacer lo mismo. Es así, queridos fieles: no se puede ser más papista que el Papa.
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