La otra la supe por boca de si no recuerdo mal una pariente mía. Que el gran Roberto Sánchez, Sandro, era la atracción de la platea femenina, no es novedad. Pero tal era su llegada que en un recital suyo en un teatro, las damas, como acostumbraban, le arrojaron cientos de corpiños y bombachas. Y dicen que fue tanta la cantidad que casi era una montaña de ropa interior de mujer al lado del ídolo, que tuvieron que recoger entre varios asistentes. Admiradoras, pero no para tanto…
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