Hoy se conoció que el Gobierno decidió no seguir con el programa Fútbol Para Todos, más que el del fútbol en directo un gastadero de dinero al cohete. Entonces, el revuelo arrasó con el ambiente, ya bastante convulsionado, del más lindo de los deportes. Como que los clubes ahora amenazan con parar el campeonato porque dejarían de recibir las millonadas que reciben, algo así como la friolera de 1800 millones de pesos por 2016. Y claro, entonces dejarían de hacer negocios, despilfarrar y todo lo que se sabe largamente que hacen.
Pero la verdad es que, más allá de quien tenga o no simpatía con este Gobierno, es una de las decisiones más acertadas del mismo. NO hace falta ser master en economía ni contabilidad para darse cuenta de la locura que se está generando en y con el fútbol, esa plata debe parar a, por ejemplo, el sistema de salud que critiqué en mi entrada anterior, entre otras muchas urgencias más importantes que este fútbol de quinta categoría al que somos sometidos los fines de semana, encima con los relatores de turno.
Pero hay algo más remarcable todavía: EL FÚTBOL NO MERECE UN PESO, no sólo por el gastadero en sí, sino porque en sí mismo no lo merece. Por qué darle guita a esos jugadorcitos idolatrados de golpe, que porque hacen 4 goles en 30 minutos son Maradona, o porque le hacen un gol a River son Mouzo. Por qué prestar dinero a un fútbol superendeudado, que agarra rápido cada billete vaya a saber para qué, porque no se sabe, peor que se sepa. Y por qué darle un peso al fútbol, cuando éste hace rato bajó su nivel, se cargó de contaminación, no gana nada a nivel internacional o va a los Olímpicos y da vergüenza. O no se puede armar un cuerpo técnico para un Sub 20, un Sub 20, no hablemos de algo más grande. El fútbol argentino, así como está y como está llevado, no merece ese premio. Más bien, el premio es no darle más para que se siga desordenando más.
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