Hoy festejamos, vivimos la gloria, gozamos profundo con esta increíble Copa Davis nuestra por primera vez, obtenida ayer domingo al ganarle a Croacia allá. Pero el gran trofeo del tenis, creado en 1900, tiene para Argentina una historia llena de contratiempos, derrotas y sinsabores que por suerte han quedado atrás.
Atrás afortunadamente quedan no sólo las cuatro finales anteriores perdidas, 81 con Estados Unidos, 2006 con Rusia, 2008 y 2011 con España. Atrás quedan los años oscuros de los 80, 90 y comienzos de 2000 de malos resultados. Cómo olvidar que varias temporadas transitamos la pobre Zona Americana, jugando con rivales como Chile, Ecuador, Uruguay, Bahamas, México. Los repechajes perdidos con Hungría en el 93 o Eslovaquia en el 98. El escándalo en Santiago de Chile con incidentes del 2000. Que tras la ida de los dos grandes, Vilas y Clerc, no dábamos pie con pelotita. Desorganización, jugadores que iban y venían, derrotas inesperadas como las del 93 con Hungría, que nos condenó al ostracismo hasta 2001. Alguna que otra buena actuación, alguna semifinal ahí nomás perdida lejos, y encima, muchos líos internos, incluso ya con la “legión”, como se llama a la camada del nuevo milenio con Coria, Nalbandian, Gaudio y otros.
Cambiaban los capitanes, los jugadores y Argentina seguía siendo del montón, no un top como mereció y como hoy, gracias a Dios, lo es con orgullo. Es cierto que desde 2001 es protagonista, que sólo en 2014 estuvo al borde de bajar de nuevo al jugarse el repechaje con Israel, pero la historia oscura existió, y es bueno recordarla, no por mala onda, sino por darle aún más brillo a ésta de 2016, la mejor historia de todas del tenis argentino.
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