Con estos días de intenso calor y sol en Buenos Aires, vuelve a surgir el lindo, interesante debate de qué temperatura es mejor. Porque cada vez que la vida nos somete a clima extremo enseguidita extrañamos el opuesto. Si hace mucho frío, cuándo subirá la temperatura, cuándo vendrá el calor. Cuando toca calor, qué bueno sería que haga frío, estábamos mejor con el frío. Bueno, para no quejarnos tan seguido, hay que establecer qué nos gusta más, o mejor dicho, qué nos molesta menos. Y ahí el debate.
Todas las opiniones y preferencias son respetables, pero a mí me gusta y quiero más el calor. ¿Por qué? Por varias ventajas a mi humilde entender. El calor, el verano, da ganas de salir a todos lados, más aún de noche, cuando uno en invierno no puede asomar la nariz al exterior. Y eso es clave, porque el ser humano nació para salir, para el aire libre, no para vivir encerrado tipo el caracol o el avestruz. El frío, está comprobado, suele aparejar depresión.
El calor, el sol, permite salir, más allá de tener que cubrirse la cabeza y las lógicas precauciones, y eso alegra, estimula, ayuda al espíritu. Y encima, lo estoy viendo yo mismo, la tempranísima y potente luz solar, ya tipo 5 y 40 de la mañana, hace que quien se tenga que levantar lo haga más predispuesto. Hasta yo, que no suelo tener horarios madrugadores, me levanto tipo 7 y media, ocho, sin problema de sueño y con ganas de actividad, con los beneficios de tiempo y demás que eso lleva.
El calor permite el juntarse, las salidas, una vida más natural, no tanto encierro, y todo lo bueno que eso trae. Y yendo al clima en sí, mejor es estar liviano de ropa, vestido más como persona que como esquimal, aunque me encanta la ropa de cuero y los zapatos, pero es más disfrutable así.
Otra: el calor te obliga a comer un poco menos, más sano, tomar más líquido, y eso es otro puñado de beneficios. Incluso, es más fácil usar aparatos de aire o ventiladores, manejar electricidad, que estar alertas con el gas, la estufa, el encierro, la ventilación o no y claro, la factura correspondiente.
Repito, piensen lo que quieran, prefieran lo que se les dé la gana. Yo prefiero el calor, más ventajoso que el frío.
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