Locura, caos, alcohol, sobredosis, capacidad de un lugar sobrepasada, irresponsabilidad de todos los sectores. Y esta parte de sociedad, insociable, que gusta de vivir mal. Anoche, todo esto y más se juntó tanto como 300 mil personas en el recital que el Indio Solari dio en Olavarría, en el predio La Colmena, donde la cantidad de gente rebasó largamente la lógica del lugar y hubo dos muertos, aunque se dice que podrían ser más, y varios heridos, además de un montón de gente que aún está varada porque ni sabe cómo volver a Buenos Aires.
Otra vez la locura, la insociedad en la que vivimos. Otra vez la desgracia. Y otra vez el protestar y pedir justicia, culpar a quien venga, al que primero haya a mano. Pero los grandes culpables, por supuesto no todos, son aquellos que llevados por el fanatismo de la música rockera se salen de sí y confunden diversión con embriaguez, violencia, avalanchas, vandalismo. Entonces todo termina como anoche, con mayoría de gente sin poder disfrutar del recital, más preocupada por su integridad que por el espectáculo. Como pasó en la lamentable noche del boliche Cromañón, donde hubo 194 muertos tras una bengala que prendió fuego el techo en el recital de Callejeros, los que mal andan mal acaban. Pero lo peor, lo más triste, es que hacen acabar mal a quienes, la mayoría, quieren pasarla bien. El maldito alcohol, la mala organización, la venta de entradas sin límites, la porquería en que buena parte de la Argentina parece gusta de vivir. Después no protestemos a Dios por lo que pasa, porque esta tragedia es una más de las que suceden semanalmente en cualquier lugar nocturno. Por eso, mientras varios anden por la mala, terminarán en la peor. Y los demás, inocentes de esta mierda, también.
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