Buen día domingo de sol para todos. Es cierto, el Día del Padre, de la Madre, del Niño, de lo que sea, es todos los días. Pero éste es un poquito especial. El Día del Padre es para reflexionar. Para pensar, sentir y recordar qué es un padre, qué significa para nosotros. Es, como la madre, una marca indeleble, es decir, que no se puede borrar, que queda para toda la vida terrenal y la eterna. Como decía mamá Anita, es "la otra parte", la otra pata del matrimonio, el encargado junto a la mujer de llevar adelante a la familia. Y justamente, el padre es, entre todo el cariño que nos prodiga, alguien que se desvive por nosotros, especialmente los varones, que tal vez nos apegamos más a la mamá. Pero el padre, aunque pueda tener un biotipo de cascarrabias, en el fondo de su corazón, lo que vale, es superdulce. A mi papá Rafael, que me cobija en su alma desde hace 44 años, a todos los padres y a Dios, Nuestro Padre, feliz día. Y que Él los bendiga por su obra, la de ser padres.
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