jueves, 17 de octubre de 2019

AH, QUÉ LINDO TENER ESPACIOS VACÍOS...

No estoy escribiendo de fútbol, aunque podría aplicarse el título. Pero no. Me refiero al tiempo libre que cada uno de nosotros necesita. Pasa lo siguiente: uno se engancha, aparte de su trabajo principal, su profesión, en otras muchas actividades, productivas o no, eso lo podemos discutir largo, seguro. El asunto es que a veces el trabajo, el entorno social y las actividades crean una masa que nos puede abrumar. Que, a veces, nos abruma. Y terminamos quejándonos de que no tenemos tiempo. Y terminamos, como pasa hoy día, en la histeria, en los nervios, en el agotamiento físico y psicológico, CUANDO NUESTRA VIDA DEBERÍA SER TODO LO CONTRARIO.

Bueno, para contrarrestar esos efectos, existen los espacios vacíos. ?Qué quiero decir? Espacios donde no hay compromiso, horario, donde no hay calendario prefijado. Donde uno puede hacer esa llamada que hace mucho no hacía, visitar ese amigo que viene postergando, hacer otra cosa distinta que tenía en mente. O, por qué no, no hacer nada, descansar. Tampoco quiero sugerir que uno tiene que vivir como en un convento, casi a punto muerto, meditando como monje. Simplemente un equilibrio. Un poco de todo, trabajar y estar activo, pero también permitirse la pasividad, el reposo, el frenar, el parar un poco. En una palabra, paremos un poco. Sólo un poco, que después tendremos más fuerza para seguir.

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