Allá lejos, comienzo de
milenio, ya lejos, en 2001 surgía el tan recordado como nefasto Gran Hermano,
el programa que mostraba un grupito de locos conviviendo en una casa, a ver
quién aguantaba más hasta el ganador, primer producto de un formato que alargó
la llamada telebasura, que ya venía en auge con Videomatch de Marcelo Tinelli
en plena decadencia. Era el arranque de los "reality show", que
debimos soportar hasta hoy, aunque ahora están menos, estos de la cocina y
demás. Pero en ese tiempo, a Gran Hermano se sumaron Expedición Robinson,
Confianza Ciega, Operación Triunfo (que consagró a Mambrú), Super M (modelos),
Pop Stars (el de las Bandana), El Bar o
Camino a la Gloria (fútbol), cerrando con Atlas La Otra Pasión, creo el más
seriecito de todos, más allá del tema fútbol. Por supuesto la mayoría sin
respeto por el televidente, vacíos, con mensajes nocivos como intercambio de
parejas, sexo en vivo y más. La vida en vivo, aseguraban sus creadores. La porquería
televisada, aseguramos los que nos oponemos férreamente a la estupidez y la insociedad.
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