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sábado, 30 de abril de 2016

UN TESTEADOR DE AUTOS DIVERTIDÍSIMO

El domingo pasado iba a misa a San Antonio con mi amigote Leandro, ya de tres décadas. Y en el viaje en su linda camioneta, el castaño ex ayudante de materias del Güemes me contaba de los distintos modelos de autos, recordando que por el tiempo que me conoció yo era fanático de los mismos. Y charlando del tema me dijo que leyera un sitio llamado Autoblog, en el cual aparte de temas automotrices hay críticas sobre tests de autos. Y una de ellas es escrita por Jerónimo Chemes, un tipo que sinceramente no tiene desperdicio. Más allá de las cuestiones técnicas que se me escapan de la cabeza, les comparto la desopilante forma de redacción del hombre. Estos son los mejores párrafos; especialmente para los que gustan de pasar un rato agradable con buen humor, que es más importante que lo material y físico, seguro se van a reír como yo.

CRÍTICA DE JERO CHEMES A LA TOYOTA HILUX 2016

Nuevamente agradezco a Autoblog la posibilidad de probar una chata y transmitir mi parecer. En este caso, es nada menos que la Toyota Hilux 2016, recién “salidita del horno”.

El resultado es que, al final, la realidad demuele nuevamente al marketing. Reponer los plásticos de los autos aventureros es carísimo comparado con las versiones “normales”. Y la cantidad de chatas volcadas es abrumadora, aún con ESP, porque tienen prestaciones maravillosas, pero no son a prueba de estúpidos.

Mientras tanto, las automotrices siguen vendiendo productos y convencen con sus estrategias de comunicación: lo importante es que sientas que, en vez de comprar un hatchback del Mercosur, con plásticos de mala calidad, te estás comprando “la chata” para cruzar el Himalaya.

A su vez, el que pagó una cantidad sideral de dinero por una chata de 2.200 kilos con ruedas de 17 y sin caja reductora (que el nuevo usuario ni sabe para qué sirve) siente que pueda tomar curvas a 170 km/h y subir videos a internet donde adelantan a una chata de la competencia a casi 190 km/h. Lo filman en la ruta y lo festejan. Paremos la mano. Una chata de 2.2 toneladas, lanzada a 190 km/h, si choca contra un auto común lo desintegra. Ya se lastimó mucha gente.

Ah, lo más denigrante: que tu foto de perfil sea la del tablero de tu chata a fondo (o el GPS) para mostrarle al mundo lo “machote” que sos porque circulás a 200 km/h luego de “chipearla”. No hay nada que certifique con más elocuencia que no estás preparado para manejar a esa velocidad. Ni en tu chata ni en un Porsche 911.

Disculpen, no soy una Carmelita Decalza y puedo cometer errores, pero se está viviendo una locura que debemos parar. Estar alto y tener cientos de CV no te hacen mejor. Te deberían hacer aún más responsable. Un gran poder implica una gran responsabilidad. Es algo que la mayor parte de los usuarios nuevos de chatas no parece entender. Además, la infraestructura vial del país tampoco acompaña para hacerse el Superman.

Otro ejemplo sería el inexplicable, inentendible, anacrónico, demodée e insufrible relojito con números de calculadora Casio de los ‘80 del centro del tablero. En todas las unidades que tuve, todas sin excepción, andaba perfecto y ningún dígito estaba quemado. Hay unidades volcadas para desguace que, si le conectás la batería, lo primero que prende es… ¡el relojito! Chapeau.

Reconozco que soy particularmente sensible en este tema, ya que como usuario de Ranger de generación anterior el tema de la perilla de conexión de la doble es enfermante. Para conectar la baja necesitás un rito umbanda y, para sacarla, tiene que venir el Papa Francisco con la plana mayor del Vaticano a realizar un exorcismo. En la Ranger nueva eso mejoró, pero en la vieja me volvió loco y a todos los que conozco con Ranger de generación anterior les ha pasado lo mismo.

En una hipotética reunión en un bar, están los cinco motores de chatas tomando unas cervezas después del trabajo: el Demonio de Tasmania (Duramax), Bebé Godzilla (Puma 3.2), Oogway, la tortuga maestro invencible (3.0 viejo de Toyota), su discípulo Kung Fu Panda (el actual 2.8 de esta Hilux) y el 2.0 Biturbodiesel de Amarok.


Luego de unos tragos de más, se pudre todo, ya que los americanos están borrachos y sacan su testosterona, producto de un chiste mal interpretado. Se entran a dar…


El Demonio y Godzilla apelan a su fuerza irracional y se dan piñas, cabezazos, se parten sillas en la cabeza, haciendo alarde de su poder y resistencia. Oogway y Kung Fu Panda, bien orientales, se corren a un lado y se ponen en alerta, para terminar el conflicto sin hacer fuerza, con la milenaria paciencia oriental de quien sabe que tiene poder y el tiempo es su aliado. Por último el 2.0BT se corre hacia un rincón pensando “yo estaba muy cómodo en un Golf y me metieron en este despelote” mientras whatsapea a su hermano mayor (el V6), que venga pronto a rescatarlo, lo antes posible.

Es evidente que Toyota tiene varios caballos guardados en el corral, que todavía no van a soltar. Al igual que Ford, que “duerme” a bebé Godzilla a las 2.800/3.000 rpm. ¿Estarán esperando al temible V6 de VW para mostrar sus cartas?

Además, por 630 lucas, te dan el relojito ochentoso arriba de todo, con el cual tus bisnietos van a poder ver la hora. Porque vos te vas a morir, pero él va a seguir andando.

Amigos, es la nueva Hilux. Corran a comprarla, se agota.

Señores de Toyota: gracias por el préstamo, perdón por la arena.

Click en la foto para ver la cara de alegría del Niño Chemes.


El problema fue conseguir que la devolviera.

Fuente: Autoblog