Alguna vez, cuando era diciembre, el año pasado, escribí que había que tener mucha paciencia. Ultimo mes del año, compromisos, gentío, corridas, asuntos, encima la vorágine de laburo de siempre. Qué contraste con este dulce enero: tranquilidad, poca gente, menos movimiento, menos compromisos, hasta a veces medio aburrimiento, aparte en TV no hay casi nada interesante, el fútbol aún no vuelve. Bueno, al menos, como solía decir en una época, enero es una isla. Bien veraniega. Y, claro, bien tranquila. Entonces, a relajar.
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