Con estos calorazos del desierto del Sahara, no hablamos de otra cosa que a ver a cuánto llega la temperatura. Y cuando hablamos de temperatura, primero mencionamos a la sensación térmica. Seguramente la misma tiene su fundamento, pero prefiero sostener lo que algunos: que es un invento argentino. Primero que casi no hay diferencia, a mí no me va a cambiar la vida si la temperatura es 36 y la St 38, por ejemplo. Y segundo, la sensación térmica es la propia, según dónde esté, cómo se proteja, si comió muchas calorías o pocas, si su organismo sufre más o menos el calor. Incluso podemos trasladarla a lo anímico, si el calor lo pone de buen o mal humor. Porque mientras algunos no resisten y se sienten mal, otros (como yo) no se hacen problema. Que nos afecta, seguro. Por más que la sensación térmica sea dos grados más o dos menos que la temperatura real.
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