Como ya escribí, me vengo quejando (como todos) del calorazo porteño/bonaerense de este enero, como se anticipó más de lo normal. Pero ojo, que por ahí Buenos Aires no es nada comparado con Australia. Allá en Oceanía, en la otra punta del mapa, está haciendo un promedio de casi 40 o más, lo que afecta sensiblemente a los mejores tenistas en el Abierto de Australia, el primer Grand Slam, para quienes no entienden torneo mayor, como Roland Garros, Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos. Según vengo leyendo las crónicas, es un infierno el Melbourne Park, escenario del certamen, para colmo con cemento, superficie abrasiva, que se recalienta con el sol. Así que, porteños, no nos quejemos (incluido yo) tanto, que en Melbourne hay fiebre, no sólo de tenis.
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