Cada día es más difícil, se va tornando imposible, que una persona se digne a reconocer errores, defectos, ni hablar pecados. En esta sociedad y en el mundo. Nadie quiere no tener razón, todos buscamos la vuelta, el recoveco, para quedar bien parados. Porque creemos que vamos a quedar bien parados justificando lo injustificable, sosteniendo lo insostenible. "Nooo, mirá si yo voy a estar equivocado, no, yo soy perfecto, soy Dios más o menos", piensa estúpidamente uno. No señores, estamos equivocados, no tenemos razón en ciertas cosas. Aflojemos, como se suele decir, y rebajémonos a la humildad, como el mismísimo Jesús lo hizo, y no se le cayó la vestidura por eso. Si sos humilde, si reconocés lo que hacés mal, no sólo vas a estar bien parado, sino que los demás te van a mirar bien. Ahora, si querés seguir sosteniendo que sos perfecto, vas a perder. No tengamos razón porque sí, sino porque las cosas son ciertas. Y si no lo son, aceptémoslo. Porque si no, terminamos como estos días, chocando y dañándonos todo el tiempo.
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