viernes, 12 de octubre de 2018

EXIGENCIA SÍ, INSOLENCIA JAMÁS

Muchísimas veces, tanto en el ambiente familiar como más en el docente, se cree, erróneamente, que con la insolencia se endereza a alguien. El grito, el maldito hostigamiento, a veces con malas palabras, es una práctica de lo más cruel y perversa, peor cuando algún estúpido de los que abundan en esta sociedad lo justifica. "Y, es la única forma de que entienda", o "lo voy a sacar bueno", dicen estúpidamente. O sea, la agresión como modalidad de aprendizaje. Está bueno, es necesario, que si uno le enseña al otro lo exija, lo "empuje" en el buen sentido, no en el otro, para que avance. Pero jamás la insolencia. Porque la insolencia es insolencia, es agresión, es maldad, no técnica, no un camino, una herramienta. Es insolencia y nada más. Esa insolencia que nace de la soberbia, la soberbia que muchos profesionales (como me ha tocado sufrir)tienen y gustan de hacer sentir. Esa soberbia e insolencia, maldad en resumen, que jamás debemos hacer caso. Si un superior es insolente con nosotros, afuera. Porque así nunca vamos a aprender nada.

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