En 1988 la Nochebuena cambió por una vez de escenario y de mi casa de Carapachay se trasladó a la de mi madrina Marta, en Olivos, donde pasábamos los 31. Tras una buena cena en el patio (pavita y otras cosas) fuimos al living, como era costumbre luego de las 12. Y allí me regalaron el juego de mesa Cifra y un cassette de la Zimbabwe Reggae Band, el que luego cambié por el King Kong de Los Pericos.
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