Una noche de las últimas del 88, algo tarde, fuimos con mis viejos en el Peugeot 505 a ayudar a mi hermano Leo, que se quedó con su Citroen en la esquina de Rodríguez Peña, en plena Capital. Y justo ahí estaba la pizzería San Vicente; entonces, mientras esperábamos la grúa del Automóvil Club Argentino, comimos un par de porciones y además yo tomé un vaso de 7UP en el 505. Luego vino la grúa, volvimos a casa y cenamos... pizza. Claro, ésta la habíamos hecho nosotros. A pesar de todo y de la corta estadía, fue otro agradable recuerdo.
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