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lunes, 25 de marzo de 2019

NO QUERAMOS GANARLE AL SOBERBIO

Esta es una de las cosas que la vida, a través de gente que Dios hace que me ame, me va enseñando. Porque me pasa que cuando me enfrento a alguien con soberbia que me quiere rebajar, yo quiero en vano arreglarlo, tener la razón, darlo vuelta, ganarle. Bueno, eso les debe pasar a muchos de ustedes, por eso me pongo de ejemplo. El soberbio se cree (no es) Dios, se pone en grande, te mira de arriba así sea petiso, se te muestra perfecto, duro, rocoso, impasable. Eso además de su defectuosa conducta de arrogancia, de decirte qué sos, qué tenés que hacer, que la culpa es tuya y no de él. Entonces uno le quiere rebatir todo, y no sólo no lo logra, porque el otro siempre saca una carta ganadora, sino que se desgasta el cuerpo y la mente. Mäs en esta insociedad argentina en que vivimos. Por eso, debemos hacer lo contrario, "agachar la cabeza" como se dice, no querer pasar al soberbio, dejarlo correr, dejarlo envolverse en su porquería. Darle la razón, decirle a todo que sí. Así no nos habremos desgastado física y, más aún, mental y espiritualmente. Y así, aunque no lo sepamos, estaremos haciendo una sociedad más tranquila.