Bienvenidos a Así Es La Vida, un blog de todo un poco, una charla con un amigo, sin tiempo ni espacio, sin intereses, sin estructuras. El caminar de un ciudadano por la vida. Dedicado a mi madre Anita.
sábado, 21 de abril de 2018
HISTORIA MUNDIAL: ARGENTINA 78
Así vivió José María Muñoz los goles del título ante Holanda
Como Brasil en los 50, la selección de Argentina venía para 1978 de fracaso en fracaso. Rápidas eliminaciones en el 62 y 66, escándalo en Wembley, no ir al 70, el papelón con Holanda del 74. Pero se hizo de abajo por primera vez en tanto tiempo, y por fin obtuvo el mayor logro de un país en fútbol: el Mundial. Un Mundial que realizó en su propia tierra, salpicada con el terror de la dictadura que inoportunamente se entrometió en él. Pero no por eso deja de ser una página brillante de la historia albiceleste.
Argentina había sido designado sede, por fin tras tantos intentos, en 1966, cuando en Londres la FIFA también adjudicó las de Alemania 74 y españa 82. Todo venía bien, con el apoyo del gobierno de Juan Domingo Perón, hasta que la irrupción militar cargó la Copa del Mundo de política y estado, si es que había estado. Organismos de derechos humanos sabían lo que sucedía en nuestro país y comenzaron la llamada "campaña antiargentina", que incluyó jugadores como el mismísimo Johan Cruyff, que se negó a viajar con Holanda. Pero los responsables de llevar adelante el Mundial crearon el Ente Autárquico Mundial 78 (EAM 78), construyeron nuevos estadios en Córdoba, Mendoza y el Minella de Mar del Plata, refaccionaron el Monumental de River Plate y el José Amalfitani, y hasta levantaron una planta transmisora de televisión a color, tecnología reciente que sin embargo no llegó a la gente, sólo al mundo. Todo muy lindo, prolijo, limpio, para no dejar sospechas de negrura.
En ese feo marco, igual Argentina 78 fue un gran torneo. Los 16 países fueron con sus figuras, hubo muy buenos partidos, mucha emoción y varios matices. El sistema de competencia era el del 74, con los ocho clasificados de la primera fase divididos en dos grupos y con el ganador a la final. Las eliminatorias superaron por primera vez los 100 inscriptos y, como siempre, dieron qué hablar. Italia eliminó a Inglaterra por diferencia de gol, regresaron Francia y España, éste con un decisivo gol del argentino ex Atlanta Rubén Cano a Yugoslavia, y Uruguay conocía el subsuelo al no poder con Venezuela y Bolivia, luego derrotado por Brasil y Perú en novedoso minitorneo en Colombia. México volvió tras su caída del 74 y África y Asia trajeron dos nuevos: Túnez e Irán, quienes también harían su ruido.
La inauguración, con mucho tinte militar como cada símbolo del Mundial, fue el 1 de junio en el Monumental, donde el campeón vigente Alemania Federal jugó muy mal y Polonia le sacó un 0-0. Pero el día clave para el país era el siguiente, el 2 en el mismo escenario, atiborrado de 77.000 personas y lluvia de papelitos (costumbre recién iniciada) para alentar al equipo local contra Hungría. La Selección se había preparado en serio, al comando de César Luis Menotti, que desde 1974 había llevado adelante un inédito proyecto a largo plazo que revolucionó la historia del fútbol argentino, convocando gente del interior, haciendo amistosos en el país y afuera con grandes equipos, entrenamientos de lo más concienzudos. Y tras un mal comienzo, perdiendo a los 10 minutos, Leopoldo Luqe empató cinco después, y luego de mucho batallar, Ricardo Daniel Bertoni logró a los 83 el ansiado triunfo. Otra victoria sobre la potente Francia de Platini dio el pase a la segunda ronda, a pesar de caer en el cierre con una reinventada Italia y su dúo Paolo Rossi-Bettega.
Los otros grupos tuvieron clasificados lógicos, pero mucho drama. Alemania comenzó a dejar mala imagen al pasar con goleada a México pero con un deshonroso 0-0 ante Túnez, que dio la nota al batir a los aztecas en Rosario, primer éxito africano en la Copa. Polonia fue quien ganó ese Grupo 2 que también se disputó en el nuevo estadio de Córdoba, hoy el Mario Kempes. Otro que ofreció pobreza fue el Brasil de Claudio Coutinho, que con un insoportable tacticismo casi queda afuera en Mar del Plata ante españa, aunque al final venció al retornado Austria, con quien pasó. Y en el 4 en Mendoza y Córdoba, Holanda no tenía a Cruyff pero se las arregló para ser escolta de un genial Perú, vencedor de escocia e Irán con los goles de Teófilo Cubillas.
En la siguiente fase se destaparon los que fueron finalistas. Argentina y Holanda no habían convencido, pero arrasaron en sus grupos. La naranja goleó a Austria y superó a una Italia con problemas físicos. La Selección se trasladó a Rosario, donde tras vencer a los polacos y no poder con Brasil llegó a la última jornada igualado con los brasileños, pero con peor saldo de goles. Como los de Coutinho batieron 3-1 a Polonia, Argentina debía hacerle cuatro goles a Perú. Mucho se dijo y escribió de ese partido. La realidad fue que ese 21 de junio en el Gigante Lisandro de la Torre de Rosario, los incaicos tuvieron dos chances clarísimas antes de los 10 minutos: un tiro de Muñante en el palo y Oblitas que solo ante Ubaldo Fillol la tiró afuera. Y la realidad fue que luego, la albiceleste desplegó un fútbol potente y eficaz. Entre Mario Kempes, autor del 2-0 a Polonia, Luque y el resto lograron el 6-0 que les dio el pasaje a la segunda final para el equipo, tras la de Uruguay 30. Brasil se tuvo que conformar con un tercer puesto ante Italia.
Y el 25 de junio, gris, con gotas de lluvia, la gente llenó el Monumental para ver un posible triunfo de un once que venía en alza. Pero Holanda le planteó mucha dureza, tanto en algo de pierna fuerte como en el juego mismo. Kempes apareció como en los partidos anteriores y fue quien abrió el marcador a los 38 minutos, definiendo a pesar de resbalarse ante el veterano Jongbloed. Todo iba bien hasta que un mal pase de Alberto Tarantini originó el empate del suplente Nanninga, a ocho minutos del final. Holanda fue por más y a pocos segundos de terminar, Rensenbrink recibió solo ante Fillol y su tiro dio en el palo. Dios fue argentino: el 1-1 llevó al alargue, y en él los de Menotti volvieron en sí, primero con una dramática definición de Kempes, que tras rebote en el arquero la empujó a la red justo antes que llegara un defensor. Y el corolario perfecto, el tercero, en un ataque desde el área propia que terminó en gol de Bertoni. La alegría, la emoción, el bullicio, los papelitos, los abrazos, la Copa eran realidad. Tanto, sí, como lo que sucedía con las desapariciones, torturas, muertes y demás. Pero es injusto ensuciar al campeón con la oscuridad del momento. Argentina, por fin, culminaba un proceso limpio, serio y brillante que le dio su hora más gloriosa: recibirse de campeón mundial.
viernes, 20 de abril de 2018
CUANDO LA DICTADURA CHILENA ELIMINÓ A LA URSS
Otra vez la política mal entendida se entrometió en el hermoso fútbol del Mundial. Como Italia 34 y Mussolini, como Hitler con la Alemania del 38, como Stalin con la Unión Soviética en el 54, como la guerra El Salvador-Honduras del 70. Una maldita repetición de la locura se dio para 1973, cuando Chile y la URSS se jugaban una repesca para clasificarse para el torneo de Alemania Federal del año siguiente.
Antes de los oscuros sucesos en el país trasandino, debía tener lugar la llave, que ya venía con problemas. El presidente de la UEFA, el suizo Gustav Wiederkehr, había cuestionado que Sudamérica contara con cuatro plazas en un Mundial Europeo, por lo que pidió a la FIFA que reviera los cupos. Se sentaron a negociar con la CONMEBOL y, como no se pusieron de acuerdo, los sudamericanos aceptaron la repesca entre un ganador de grupo del Viejo Mundo y el de la zona 3. Los soviéticos eliminaron a Francia e Irlanda y se clasificaron para el repechaje, donde enfrentarían a Chile, que también llegó con aventuras luego de derrotar a Perú en tercer partido, debido a igualdad en puntos y goles en los anteriores.
El encuentro de ida se jugaría en Moscú el 26 de septiembre de 1973. Dos semanas antes, el 11 de septiembre, una revolución dirigida por el general chileno Augusto Pinochet derrocaba al gobierno democrático de Salvador Allende. El régimen detuvo miles de personas y los encerró en el estadio Nacional de Santiago, escenario de la revancha, donde fueron torturados o asesinados. La URSS rompió relaciones y no reconoció el régimen, y el partido de ida estuvo a punto de no jugarse.
La selección chilena viajó a Moscú, donde ninguna autoridad de su país los recibió; incluso, sus figuras Carlos Caszely y Elías Figueroa fueron retenidos por agentes de migraciones por supuestas irregularidades en sus pasaportes. Los futbolistas iban a ese partido con la condición de que no hicieran mención política, porque sus familias estaban bajo vigilancia militar. En tanto, las autoridades soviéticas no dejaron entrar periodistas ni cámaras. Finalmente, en el Zentralstadion de la capital, ante 60.000 personas y con un ambiente muy tenso, ambos disputaron la ida e igualaron sin goles.
Con semejante panorama en el país del desquite, lo más lógico era cambiar de sede, lo que la URSS solicitó a la FIFA, pero tanto ésta como Chile se negaron. La instaurada dictadura quería dar una imagen de normalidad y ratificó al estadio Nacional como escenario. La entidad madre inspeccionó el Nacional, donde los presos fueron ocultados o trasladados al desierto de Atacama, por lo que obviamente no vio nada raro, además la inspección fue muy ligera, y así determinó que no había problemas para jugar. Ante tamaña complicidad, la selección soviética, acertadamente, resolvió no viajar y le envió una carta a la FIFA que decía: “Por consideraciones morales, los deportistas soviéticos no pueden en este momento jugar en el estadio de Santiago, salpicado con la sangre de los patriotas chilenos”. Por lo tanto, la entidad, tan alegre como descaradamente, le dio el partido ganado a Chile 2-0 y la clasificación a Alemania 74.
El país aún tuvo la desfachatez de exigir una indemnización de 300.000 dólares a los soviéticos. Por su parte, la FIFA dispuso, nuevamente en gran descaro, que el encuentro se jugara sin el rival. La farsa aconteció el 21 de noviembre, ante 15.000 personas. Los chilenos entraron a la cancha, sacaron del medio, se pasaron la pelota y al llegar al área, el capitán Francisco “Chamaco” Valdés envió al arco libre el balón para marcar el gol simbólico del pase mundialista. Había concluido un nuevo capítulo de la vergüenza hecha fútbol. Lo lamentable es que la locura de la muerte y la represión se prolongarría varios años más.
Antes de los oscuros sucesos en el país trasandino, debía tener lugar la llave, que ya venía con problemas. El presidente de la UEFA, el suizo Gustav Wiederkehr, había cuestionado que Sudamérica contara con cuatro plazas en un Mundial Europeo, por lo que pidió a la FIFA que reviera los cupos. Se sentaron a negociar con la CONMEBOL y, como no se pusieron de acuerdo, los sudamericanos aceptaron la repesca entre un ganador de grupo del Viejo Mundo y el de la zona 3. Los soviéticos eliminaron a Francia e Irlanda y se clasificaron para el repechaje, donde enfrentarían a Chile, que también llegó con aventuras luego de derrotar a Perú en tercer partido, debido a igualdad en puntos y goles en los anteriores.
El encuentro de ida se jugaría en Moscú el 26 de septiembre de 1973. Dos semanas antes, el 11 de septiembre, una revolución dirigida por el general chileno Augusto Pinochet derrocaba al gobierno democrático de Salvador Allende. El régimen detuvo miles de personas y los encerró en el estadio Nacional de Santiago, escenario de la revancha, donde fueron torturados o asesinados. La URSS rompió relaciones y no reconoció el régimen, y el partido de ida estuvo a punto de no jugarse.
La selección chilena viajó a Moscú, donde ninguna autoridad de su país los recibió; incluso, sus figuras Carlos Caszely y Elías Figueroa fueron retenidos por agentes de migraciones por supuestas irregularidades en sus pasaportes. Los futbolistas iban a ese partido con la condición de que no hicieran mención política, porque sus familias estaban bajo vigilancia militar. En tanto, las autoridades soviéticas no dejaron entrar periodistas ni cámaras. Finalmente, en el Zentralstadion de la capital, ante 60.000 personas y con un ambiente muy tenso, ambos disputaron la ida e igualaron sin goles.
Con semejante panorama en el país del desquite, lo más lógico era cambiar de sede, lo que la URSS solicitó a la FIFA, pero tanto ésta como Chile se negaron. La instaurada dictadura quería dar una imagen de normalidad y ratificó al estadio Nacional como escenario. La entidad madre inspeccionó el Nacional, donde los presos fueron ocultados o trasladados al desierto de Atacama, por lo que obviamente no vio nada raro, además la inspección fue muy ligera, y así determinó que no había problemas para jugar. Ante tamaña complicidad, la selección soviética, acertadamente, resolvió no viajar y le envió una carta a la FIFA que decía: “Por consideraciones morales, los deportistas soviéticos no pueden en este momento jugar en el estadio de Santiago, salpicado con la sangre de los patriotas chilenos”. Por lo tanto, la entidad, tan alegre como descaradamente, le dio el partido ganado a Chile 2-0 y la clasificación a Alemania 74.
El país aún tuvo la desfachatez de exigir una indemnización de 300.000 dólares a los soviéticos. Por su parte, la FIFA dispuso, nuevamente en gran descaro, que el encuentro se jugara sin el rival. La farsa aconteció el 21 de noviembre, ante 15.000 personas. Los chilenos entraron a la cancha, sacaron del medio, se pasaron la pelota y al llegar al área, el capitán Francisco “Chamaco” Valdés envió al arco libre el balón para marcar el gol simbólico del pase mundialista. Había concluido un nuevo capítulo de la vergüenza hecha fútbol. Lo lamentable es que la locura de la muerte y la represión se prolongarría varios años más.
RAREZAS DEL MUNDIAL 74
Líos políticos
El Mundial seguía afectado por la política y sus líos. Aparte de la llave Chile-URSS (ver aparte), antes de Alemania 74 se temían posibles atentados terroristas, con el macabro recuerdo del asesinato de atletas israelíes por palestinos en los Juegos Olímpicos de Munich 72. Una organización terrorista mandó cartas amenazantes a las redacciones de diarios alemanes. Enseguida se desplegó un vasto operativo de seguridad y el Mundial no fue más molestado por esos episodios.
Alemania vs Alemania
Fue uno de los grandes momentos de la Copa 74, justo en suelo germano. Alemania Oriental se había clasificado pero amenazó con no presentarse por el régimen dictatorial en Chile. AL final fue, y el sorteo lo colocó junto a su entonces vecina Federal, divididas por la Segunda Guerra Mundial y el muro de Berlín desde 1949. El encuentro entre ambas fue el 22 de junio en Hamburgo, con arbitraje del uruguayo Ramón Barreto, y para más morbo, Alemania Oriental fue qien ganó 1-0, con gol de Sparwasser a los 77 minutos. Paradójicamente, la derrota le vino bien a Alemania Federal, que al quedar segundo evitó a Holanda en la siguiente ronda.
Primera roja
En México 70 se inauguró el método de tarjetas amarilla y roja, pero nadie fue expulsado entonces. La primera roja le tocó al delantero chileno Carlos Caszely, a los 67 minutos en el partido debut con los locales.
El zaireño loco ante Yugoslavia
Zaire fue una de las notas de color en el 74. Campeón africano en Egipto, se metió en el torneo por primera vez, en plena época de la dictadura de Mobutu Sese Seko, que al parecer había prometido premios por objetivo a los jugadores. El debut fue un digno 0-2 con Escocia, pero el dinero no llegó y los futbolistas actuaron bajo protesta contra la potente Yugoslavia. A los 18 minutos iban 0-3, y a los 20, hubo un tiro libre de riesgo para los europeos. Apenas el árbitro colombiano Omar Delgado dio la orden, el zaguero Ilunga Mwepu salió de la barrera y pateó la pelota a cualquier parte. Por muchos años se pensó que lo hizo por ignorancia, pero el mismo Mwepu aclaró que era en protesta por la deuda.
Brasil sufre ante Zaire
En ese Grupo 2, Brasil, ya sin Pelé y compañía, salvo unos pocos del 70, anduvo flojo y empató con Yugoslavia y Escocia sin goles, por lo que en el último encuentro debía vencer a Zaire. Se suponía fácil y goleada, pero no fue así y promediando el segundo tiempo, los de Mario Zagallo ganaban sólo 2-0, por lo que estaban igualados con los escoceses en puntos, diferencia de gol y goles a favor, con lo que irían a desempate. Por suerte para el atribulado scratch, Valdomiro marcó a los 79 minutos el 3-0 que los puso en la siguiente ronda.
Pasado por agua
Tal vez haya sido el Mundial más pasado por agua de la historia. En pleno verano europeo, en Alemania llovió varios días y muchos encuentros debieron jugarse bajo el agua, con la cancha en malas condiciones o casi inundada. Antes de Alemania Federal-Yugoslavia una máquina debió extraer agua acumulada del césped, y casi toda la ronda final, incluyendo Argentina-Holanda, tuvo lluvia y barro.
Primer dóping
En 1974 se conoció el primer caso de dóping positivo. Fue del haitiano Ernest Jean Joseph,tras el primer partido de su país ante Italia.
Los líos de Argentina
La Selección cumplió una de sus más pobres tareas mundialistas, a pesar de pasar la primera ronda. Ya venía con novela, como era en esos tiempos, con cambio de técnico, donde Vladislao Cap había reemplazado a Enrique Omar Sívori, que lo clasificó al torneo, y la gira previa incluyó una derrota por goleada con Holanda, preludio de lo que sería el desastre en Alemania. En el debut con Polonia, un error del arquero Daniel Carnevali originó el primer gol a los 6 minutos, y otro de Roberto Perfumo, dos minutos después, el segundo. El equipo descontó por Heredia, pero enseguida otro mal saque de Carnevali dio el tercero. Contra Italia iban ganando cuando Perfumo marcó un autogol y el 1-1 final. Debió esperar que los polacos derrotaran a los azzurros y vencer a Haití por más de dos goles, y cuando así se dio, sucumbió en la ronda final con Holanda 0-4, Brasil 1-2 y empató 1-1 con Alemania Oriental. Mal juego, mucha desorganización, un once lejos de la altura para un Mundial.
El Mundial seguía afectado por la política y sus líos. Aparte de la llave Chile-URSS (ver aparte), antes de Alemania 74 se temían posibles atentados terroristas, con el macabro recuerdo del asesinato de atletas israelíes por palestinos en los Juegos Olímpicos de Munich 72. Una organización terrorista mandó cartas amenazantes a las redacciones de diarios alemanes. Enseguida se desplegó un vasto operativo de seguridad y el Mundial no fue más molestado por esos episodios.
Alemania vs Alemania
Fue uno de los grandes momentos de la Copa 74, justo en suelo germano. Alemania Oriental se había clasificado pero amenazó con no presentarse por el régimen dictatorial en Chile. AL final fue, y el sorteo lo colocó junto a su entonces vecina Federal, divididas por la Segunda Guerra Mundial y el muro de Berlín desde 1949. El encuentro entre ambas fue el 22 de junio en Hamburgo, con arbitraje del uruguayo Ramón Barreto, y para más morbo, Alemania Oriental fue qien ganó 1-0, con gol de Sparwasser a los 77 minutos. Paradójicamente, la derrota le vino bien a Alemania Federal, que al quedar segundo evitó a Holanda en la siguiente ronda.
Primera roja
En México 70 se inauguró el método de tarjetas amarilla y roja, pero nadie fue expulsado entonces. La primera roja le tocó al delantero chileno Carlos Caszely, a los 67 minutos en el partido debut con los locales.
El zaireño loco ante Yugoslavia
Zaire fue una de las notas de color en el 74. Campeón africano en Egipto, se metió en el torneo por primera vez, en plena época de la dictadura de Mobutu Sese Seko, que al parecer había prometido premios por objetivo a los jugadores. El debut fue un digno 0-2 con Escocia, pero el dinero no llegó y los futbolistas actuaron bajo protesta contra la potente Yugoslavia. A los 18 minutos iban 0-3, y a los 20, hubo un tiro libre de riesgo para los europeos. Apenas el árbitro colombiano Omar Delgado dio la orden, el zaguero Ilunga Mwepu salió de la barrera y pateó la pelota a cualquier parte. Por muchos años se pensó que lo hizo por ignorancia, pero el mismo Mwepu aclaró que era en protesta por la deuda.
Brasil sufre ante Zaire
En ese Grupo 2, Brasil, ya sin Pelé y compañía, salvo unos pocos del 70, anduvo flojo y empató con Yugoslavia y Escocia sin goles, por lo que en el último encuentro debía vencer a Zaire. Se suponía fácil y goleada, pero no fue así y promediando el segundo tiempo, los de Mario Zagallo ganaban sólo 2-0, por lo que estaban igualados con los escoceses en puntos, diferencia de gol y goles a favor, con lo que irían a desempate. Por suerte para el atribulado scratch, Valdomiro marcó a los 79 minutos el 3-0 que los puso en la siguiente ronda.
Pasado por agua
Tal vez haya sido el Mundial más pasado por agua de la historia. En pleno verano europeo, en Alemania llovió varios días y muchos encuentros debieron jugarse bajo el agua, con la cancha en malas condiciones o casi inundada. Antes de Alemania Federal-Yugoslavia una máquina debió extraer agua acumulada del césped, y casi toda la ronda final, incluyendo Argentina-Holanda, tuvo lluvia y barro.
Primer dóping
En 1974 se conoció el primer caso de dóping positivo. Fue del haitiano Ernest Jean Joseph,tras el primer partido de su país ante Italia.
Los líos de Argentina
La Selección cumplió una de sus más pobres tareas mundialistas, a pesar de pasar la primera ronda. Ya venía con novela, como era en esos tiempos, con cambio de técnico, donde Vladislao Cap había reemplazado a Enrique Omar Sívori, que lo clasificó al torneo, y la gira previa incluyó una derrota por goleada con Holanda, preludio de lo que sería el desastre en Alemania. En el debut con Polonia, un error del arquero Daniel Carnevali originó el primer gol a los 6 minutos, y otro de Roberto Perfumo, dos minutos después, el segundo. El equipo descontó por Heredia, pero enseguida otro mal saque de Carnevali dio el tercero. Contra Italia iban ganando cuando Perfumo marcó un autogol y el 1-1 final. Debió esperar que los polacos derrotaran a los azzurros y vencer a Haití por más de dos goles, y cuando así se dio, sucumbió en la ronda final con Holanda 0-4, Brasil 1-2 y empató 1-1 con Alemania Oriental. Mal juego, mucha desorganización, un once lejos de la altura para un Mundial.
HISTORIA MUNDIAL: ALEMANIA 74
En México en 1970, Brasil se había llevado para siempre la Copa Jules Rimet, por lo que una nueva Copa debía nacer. Fue todo un símbolo para 1974, porque no sólo hubo una nueva pieza, sino un nuevo panorama donde los europeos dominaron claramente, un nuevo fútbol y hasta un nuevo presidente de la FIFA, el brasileño Joao Havelange. La cita era en Alemania, aquella potencia de la guerra luego renacida de las ruinas, tanto que en 1966 la FIFA la premió con la sede. Y allí, el nuevo fútbol se desplegó en todo su esplendor, con equipos inolvidables y un final tan imprevisto como imborrable, con el local campeón por segunda vez sobre la Holanda total.
El Mundial se consolidaba en su era moderna, en organización, difusión, número de participantes y estrenos. Las eliminatorias cada vez más ordenadas, con zonas más definidas por continente, mostraron sus perlas: Polonia se atrevió a marginar a Inglaterra en Wembley, Yugoslavia a España en desempate y la Unión Soviética a Francia, aunque los soviéticos luego caerían en la novedosa repesca con Chile (ver aparte). Por Sudamérica, además de los trasandinos y el Brasil post-Pelé, iban Argentina y sus líos internos (nuevo Dt cerca del comienzo) y Uruguay con Fernando Morena a la cabeza. En tanto, México sufrió una humillación histórica al dser goleado por Trinidad y Tobago y fue Haití quien tomó su lugar, debutando junto a Zaire, primero de Africa Negra, y Australia.
Si faltaba poco para que fuera el Mundial de las novedades, se hizo el sistema de grupos para los cuartos de final, donde los ocho clasificados de la primera fase se juntarían en dos de cuatro y el ganador iría a la final y el segundo al tercer puesto, con lo que el que avanzaba de la primera fase terminaba jugando siete partidos. Desde el inicio fue evidente el bajón sudamericano en detrimento de la potencia europea. Brasil pasó con dos 0-0 y un gol a Zaire faltando 11 minutos, Argentina debió esperar derrota ajena, Uruguay se fue vapuleado por Suecia y Chile no pudo pasar el muro de Berlín, donde las Alemanias, increíble paradoja del destino, se encontraron y siguieron de la mano a la segunda ronda. También, desde ese momento, se veían quiénes iban a brillar: Johan Cruyff y demás holandeses jugaban fútbol total para arrasar rivales, Beckenbauer, Breitner y Gerd Müller impulsaban a Alemania Federal y Grzegorz Lato a Polonia.
El predominio del Viejo Mundo fue más marcado en la siguiente fase. Sólo Brasil logró arañar un tercer puesto, al ser escolta de la naranja mecánica, que bailó a Argentina 4-0, derrotó a Alemania Oriental y al scratch y llegó a su primera final. Los brasileños, con Rivelino y Jairzinho como retazos del ballet del 70, también empujaron a una pobre albiceleste. Del otro grupo, Alemania Federal no dejaba dudas al superar a Yugoslavia, Suecia en dramático y emotivo 4-2 y los polacos, para verle la cara a la revelación del torneo, tal vez con temor.
Pero el dueño de casa no tuvo que temer. Después del triunfo de Polonia a Brasil como tercero, el 7 de julio en el precioso Olímpico de Munich se las arregló muy bien para contener a Holanda. A pesar de que al minuto, la naranja se puso arriba de penal tras una jugada donde no dejó tocar la pelota a los germanos, convertido por Johan Neeskens. Los de Helmut Schön fueron al ataque, los holandeses se confiaron y Breitner también de penal empató. Y antes del cierre del primer tiempo, un pase atrás le quedó incómodo a Müller, pero el “Bombardero de la Nación” enganchó una media vuelta y definió ante Jongbloed para el desnivel, que no se movió a pesar de la búsqueda de Cruyff y los suyos, más las atajadas de Sepp Maier. La nueva Copa tenía otra novedad: Alemania, la fuerza, era mejor que la belleza de Holanda, en otro Mundial inolvidable.
El Mundial se consolidaba en su era moderna, en organización, difusión, número de participantes y estrenos. Las eliminatorias cada vez más ordenadas, con zonas más definidas por continente, mostraron sus perlas: Polonia se atrevió a marginar a Inglaterra en Wembley, Yugoslavia a España en desempate y la Unión Soviética a Francia, aunque los soviéticos luego caerían en la novedosa repesca con Chile (ver aparte). Por Sudamérica, además de los trasandinos y el Brasil post-Pelé, iban Argentina y sus líos internos (nuevo Dt cerca del comienzo) y Uruguay con Fernando Morena a la cabeza. En tanto, México sufrió una humillación histórica al dser goleado por Trinidad y Tobago y fue Haití quien tomó su lugar, debutando junto a Zaire, primero de Africa Negra, y Australia.
Si faltaba poco para que fuera el Mundial de las novedades, se hizo el sistema de grupos para los cuartos de final, donde los ocho clasificados de la primera fase se juntarían en dos de cuatro y el ganador iría a la final y el segundo al tercer puesto, con lo que el que avanzaba de la primera fase terminaba jugando siete partidos. Desde el inicio fue evidente el bajón sudamericano en detrimento de la potencia europea. Brasil pasó con dos 0-0 y un gol a Zaire faltando 11 minutos, Argentina debió esperar derrota ajena, Uruguay se fue vapuleado por Suecia y Chile no pudo pasar el muro de Berlín, donde las Alemanias, increíble paradoja del destino, se encontraron y siguieron de la mano a la segunda ronda. También, desde ese momento, se veían quiénes iban a brillar: Johan Cruyff y demás holandeses jugaban fútbol total para arrasar rivales, Beckenbauer, Breitner y Gerd Müller impulsaban a Alemania Federal y Grzegorz Lato a Polonia.
El predominio del Viejo Mundo fue más marcado en la siguiente fase. Sólo Brasil logró arañar un tercer puesto, al ser escolta de la naranja mecánica, que bailó a Argentina 4-0, derrotó a Alemania Oriental y al scratch y llegó a su primera final. Los brasileños, con Rivelino y Jairzinho como retazos del ballet del 70, también empujaron a una pobre albiceleste. Del otro grupo, Alemania Federal no dejaba dudas al superar a Yugoslavia, Suecia en dramático y emotivo 4-2 y los polacos, para verle la cara a la revelación del torneo, tal vez con temor.
Pero el dueño de casa no tuvo que temer. Después del triunfo de Polonia a Brasil como tercero, el 7 de julio en el precioso Olímpico de Munich se las arregló muy bien para contener a Holanda. A pesar de que al minuto, la naranja se puso arriba de penal tras una jugada donde no dejó tocar la pelota a los germanos, convertido por Johan Neeskens. Los de Helmut Schön fueron al ataque, los holandeses se confiaron y Breitner también de penal empató. Y antes del cierre del primer tiempo, un pase atrás le quedó incómodo a Müller, pero el “Bombardero de la Nación” enganchó una media vuelta y definió ante Jongbloed para el desnivel, que no se movió a pesar de la búsqueda de Cruyff y los suyos, más las atajadas de Sepp Maier. La nueva Copa tenía otra novedad: Alemania, la fuerza, era mejor que la belleza de Holanda, en otro Mundial inolvidable.
jueves, 19 de abril de 2018
OJO CON LAS CONDUCTAS QUE PROMOVEMOS
A menudo nos quejamos de cómo somos tratados, tanto como sociedad como cada uno. Y está bien, porque a veces injustamente e injustificadamente recibimos mal trato, en cualquiera de sus formas. Pero, pero, pero, también sería bueno que nos fijemos, de vez en cuando, cómo actuamos nosotros para con los otros. Porque si queremos vivir en sociedad, hacernos amigos de los demás, nuestra conducta debe ir a tono. No estoy diciendo que seamos Dios, que seamos el Papa, estoy diciendo que tengamos cuidado con nuestras palabras, acciones, relaciones, pensamientos. Todo lo que luego le rebota al otro. Si somos buena gente, el otro nos recibe y recibe buenas. Si somos de mentir, histéricos, fastidiosos, insociables, mil cosas, el otro lo percibe, y en consecuencia se aleja. Casi como un boomerang, vos según lo que tires te vuelve. Promovamos buena onda, que el otro la recibirá y, a su vez, la prolongará en otros. Si no, luego no nos quejemos de lo mal que estamos. Si somos nosotros los que tenemos el poder de generar, lo bueno y lo malo. Está en nosotros.
martes, 17 de abril de 2018
LA TRETA DE QUE EL REMISE "AUMENTÓ AYER"
Ya sabemos que la situación económica está pésima, somos varios los que no le creemos nada a estos señores del sinceramiento tarifario. Pero más cierto es que hay especuladores inescrupulosos. Me cuentan de los almacenes y comercios afines, ahí no sé porque todo está tan caro que no sospecho nada raro. Pero sí en los remises, estos autos especiales que te llevan de puerta a puerta, con un tipo amigable, un auto impecable, todo bárbaro, pero que al mismo tiempo buscan cómo sacarte un peso más.
Muchas veces subo a un auto, y cuando termino mi viaje y pregunto el valor, me dicen "tanto", repregunto por qué si antes estaba otro precio, y la respuesta es "aumentó ayer", "ahora hay nueva modalidad" o cosas por el estilo. Yo, ustedes, no nos chupamos el dedo, pero tenemos que pagar igual. Sí, seguro que no son los únicos, y que tal vez lo hacen apremiados por esta locura inflacionaria, luz del 40 por ciento, gas del no sé cuánto por ciento. Pero igual está mal. Consejo: fíjense bien, porque a cada ratito te suben el auto, en lugar de subirte AL auto.
Muchas veces subo a un auto, y cuando termino mi viaje y pregunto el valor, me dicen "tanto", repregunto por qué si antes estaba otro precio, y la respuesta es "aumentó ayer", "ahora hay nueva modalidad" o cosas por el estilo. Yo, ustedes, no nos chupamos el dedo, pero tenemos que pagar igual. Sí, seguro que no son los únicos, y que tal vez lo hacen apremiados por esta locura inflacionaria, luz del 40 por ciento, gas del no sé cuánto por ciento. Pero igual está mal. Consejo: fíjense bien, porque a cada ratito te suben el auto, en lugar de subirte AL auto.
viernes, 13 de abril de 2018
LA ABSURDA GUERRA ENTRE HONDURAS Y EL SALVADOR
Tenía que ser un partido de fútbol, pero fue la mecha de una bomba que explotó días después. Honduras y El Salvador hicieron de su llave eliminatoria para México 70 una serie de incidentes que, a la par de la tensión política que cruzaban ambos países, derivó en una absurda guerra conocida como “la guerr a dEl fútbol”.
Las ideas agrarias de ambos gobiernos llevaron al desplazamiento de muchos campesinos sin tierra a cruzar la frontera y establecerse en suelo vecino. Para no tener sobrepoblación, Honduras expulsó a aquellos salvadoreños indocumentados en su país, lo que agravó la deteriorada relación entre los dos por otras cuestiones, entre ellas limítrofes. Al mismo tiempo, el 8 de junio de 1969, las selecciones jugaban la semifinal de ida de la CONCACAF por un pase a la final regional con Haití, que había vencido a Estados Unidos. Ese día en Tegucigalpa, Honduras ganó 1-0.
Una semana después, la revancha fue en San Salvador y los locales se impusieron 3-0, forzando un tercer partido en México. La gente local se exacerbó y hubo incidentes con hinchas hondureños, mientras la Federación de Honduras reclamó a la FIFA que sus jugadores habían sufrido amenazas de muerte. A todo esto, tropas salvadoreñas expulsaban a campesinos hondureños de su territorio.
Las fronteras se cerraron y la tensión se agudizó, aunque el desempate se jugó en el Azteca y El Salvador, en alargue, ganó 3 a 2 y fue a la final con los haitianos. El fútbol fue una mecha más en la bomba de la guerra, que finalmente se desató el 14 de julio cuando el ejército salvadoreño invadió Honduras, causando una guerra que duró cuatro días y se terminó con la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA), pero que dejó unos 2000 muertos, alrededor de 15.000 heridos, inmigrantes que fueron desplazados de ambos países, rotura de relaciones diplomáticas y del Mercado Común Centroamericano. Y una historia negra, con el fútbol como excusa.
Las ideas agrarias de ambos gobiernos llevaron al desplazamiento de muchos campesinos sin tierra a cruzar la frontera y establecerse en suelo vecino. Para no tener sobrepoblación, Honduras expulsó a aquellos salvadoreños indocumentados en su país, lo que agravó la deteriorada relación entre los dos por otras cuestiones, entre ellas limítrofes. Al mismo tiempo, el 8 de junio de 1969, las selecciones jugaban la semifinal de ida de la CONCACAF por un pase a la final regional con Haití, que había vencido a Estados Unidos. Ese día en Tegucigalpa, Honduras ganó 1-0.
Una semana después, la revancha fue en San Salvador y los locales se impusieron 3-0, forzando un tercer partido en México. La gente local se exacerbó y hubo incidentes con hinchas hondureños, mientras la Federación de Honduras reclamó a la FIFA que sus jugadores habían sufrido amenazas de muerte. A todo esto, tropas salvadoreñas expulsaban a campesinos hondureños de su territorio.
Las fronteras se cerraron y la tensión se agudizó, aunque el desempate se jugó en el Azteca y El Salvador, en alargue, ganó 3 a 2 y fue a la final con los haitianos. El fútbol fue una mecha más en la bomba de la guerra, que finalmente se desató el 14 de julio cuando el ejército salvadoreño invadió Honduras, causando una guerra que duró cuatro días y se terminó con la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA), pero que dejó unos 2000 muertos, alrededor de 15.000 heridos, inmigrantes que fueron desplazados de ambos países, rotura de relaciones diplomáticas y del Mercado Común Centroamericano. Y una historia negra, con el fútbol como excusa.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)