Cuando me quise dar cuenta, llegó otro 31, otra víspera de Año Nuevo. Sé que no soy original si deseo lo mejor, la famosa paz y prosperidad. Pero como escribí aquí el año pasado a esta misma altura, si tengo que pedir deseos voy a ser moderado, o no, pero no me voy a quejar si no me toca todo, para nada, es más, no es necesario que así sea.
Más allá de la fe o no, todos estamos regidos por Dios, aunque no lo reconozcamos. Entonces, tal como dice el Padre Nuestro, “hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”. ¿Qué quiero decir? Que no nos volvamos locos, en este tiempo de necesidad, de demanda, me incluyo, con los deseos, con las aspiraciones, con los sueños. No digo que no lo hagamos, pero sí que pretendamos lo pretendible, no lo impretendible, eso de que uno quiere el oro y el moro, repito me incluyo. Con tener un puñado de cosas esenciales: salud, familia, trabajo, relación social que no viene nada mal marcarlo, creo que es suficiente. Después todos queremos todo, empezando por el dinero, cómo no si desgraciadamente la vida es plata, más la Argentina de hoy, pero tampoco irse de ruta con tanta histeria atrás de las cosas. Como dice María, Nuestra Madre aunque no seamos creyentes, hay que desapegarse un poquito de las cosas, si no la vida de hoy que es tan pero tan demandante nos arrolla.
En una palabra, como dice mi psicóloga Nora, un hermoso personaje de este 2016 mío brillante, relajemos un poco, riámonos de nosotros mismos, como puse otra vuelta hay que vivir con alegría. Como lo hacía mamá Anita. Bueno, ella desde allá arriba y Así Es La Vida desde aquí, mi escritorio, les deseamos un gran fin de 2016, en paz real, en unidad real, nada de locuras, y un 2017 de felicidad mediana, la de este mundo, la plena es del otro. Feliz Año Nuevo, Argentina.
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