Esa primavera, un mes y medio antes de las elecciones presidenciales, empezaron las propagandas en TV de los candidatos: Alfonsín, Luder, Frigerio, Alende. Y yo me había hecho simpatizante de Alfonsín, por eso cuando pasaban su promoción me ponía contento, en cambio reprobaba con todo los otros; así todo el día. Era tal la trascendencia del hecho que la televisión, en un corto publicitario, iba marcando cuántos días faltaban.
ELECCIONES 1983
Y el 30 de octubre llegaron por fin las primeras elecciones tras la dictadura. Esa soleada mañana fui en el auto a acompañar a mis padres que iban a votar a un lugar de la zona Norte; me acuerdo de las paredes de las calles pintadas con los símbolos de cada partido. Luego, a la tarde, cortaron el pasto. A la mañana siguiente, mientras estaba en el baño de abajo, mi mamá me contaba el resultado: ‘’Ganó Alfonsín’’. ‘’Qué grande’’, fue mi comentario. Una alegría para todos.
Era tiempo de mi glorioso quinto grado B con la gloriosa señorita Rocío en el glorioso Colegio San Antonio, mi plena infancia, The Police con su LP Synchronicity, el restaurante La Barra Costa Norte eternamente inolvidable, la cupé Renault Fuego, el Campeonato Metropolitano con Independiente y Todos Los Goles los domingos a la noche, la música nacional, las casas sin rejas. En suma, la democracia con que "se come, se cura y se educa", dijo el nuevo presidente. Y en definitiva, más allá de cualquier simpatía política o no con él, el nuevo amanecer de la Argentina.
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