Érase el lindo verano del 94 en Pinamar. Una noche mi vieja compró unas hamburguesas para cenar. Pero cuando abrió la caja, las mismas ESTABAN EN MAL ESTADO. Por eso directamente NO PUDE CENAR. Qué bajón. Pero eso no fue todo, amigos…
Mirá la mala suerte que tuve que casi un mes después, en el otro departamento, comí un mediodía unas hamburguesas tan picantes que las debí dejar. Estas TAMBIEN ESTABAN FEAS...
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