Esta cuarentena por coronavirus en Argentina ya es un indisoluble, mal que nos pese, de nuestra vida diaria. Tanto que se asemeja a una moda. Y las cuestiones que la componen se han echo moda, tendencia como se dice ahora. Primero fue la cuarentena optativa, quién la recuerda, duró un suspiro. Luego la obligatoria, también llamada aislamiento, que suena horrendo pero es así. Más tarde, el uso del barbijo obligatorio cundió entre la gente dando historias de todo tipo, su confección, sus materiales, si queda bien o no, si protege o no. Casi da para desfile de Giordano, mire. Y ahora resulta que el tema en el tapete es el sexo en la pandemia. Que sí, es un tema serio, es salud, es necesario en la normalidad, imaginen ahora. Que las relaciones con otros, que el preservativo, que la autosatisfacción, que las encuestas. Que los hoteles para el asunto tienen déficit. No sea que ahora se declaren esenciales, por favor. Así va la vida en la cuarentena, al compás de la moda. Sin duda, la más fea e inesperada de las modas.
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