Sí, tal cual. Es que esta sección preciosa de Así Es La Vida no trata sólo de maravillas físicas, sino también de las otras, las invisibles y tan esenciales, esas a las que no damos caso. Y ésta es una de ellas. Parece una curiosidad, pero quienes tienen intelecto, profundidad, me entienden. Escuchar, ese verbo que tanto nos cuesta conjugar, y no hablo de estudios, es maravilloso. Ya sé que es nuestro talón de Aquiles, que el argentino gusta hablar más que percibir. En todo caso gusta, ama, oír. Que claramente no es lo mismo que escuchar. Pero pónganse a reflexionar qué bueno, qué lindo es no hablar un instante, dejar de mover la lengua y todo lo que se mueve con ella para que sólo sintamos al otro, sea quien sea. Es bueno para el físico, para la mente, ahorra energías, en vez de un reguero de palabras y cuando se termina y el otro habla, volver e interrumpir. Uno así se desgasta, hasta su salud. En cambio, si detenemos nuestra acción parlante, si ponemos un "stop" como un rabador y dejamos al otro, puf, ni se imaginan qué maravilla. Yo era así antes, no paraba de ser yo, ahora he mejorado, aunque la ansiedad siglo XXI me sigue pudiendo. Pero bueno, pasa en la sociedad, en las familias, esas peleotas de porquería, en la política, en el burdísimo periodismo actual, en los insufribles medios de comunicación. Cuando por un minuto pensemos distinto y lo practiquemos, verán, veremos, me re incluyo, cómo escuchar es más que un sentido. Es una maravilla. Más que las Pirámides o el Eurotúnel.
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