No me voy a cansar, y si hace falta lo hago todos los 31 de cada año, de ayudar a reflexionar qué tenemos que esperar, qué desear para el venidero. Como escribí en 2015 y 2016, seamos felices con lo que tenemos, pidamos cosas realizables, conformémonos con lo bueno, que siempre estamos (me incluyo) poniendo el foco en lo que no tenemos. Felicidad mediana, como puse esas veces. Lo suficiente, paz, salud espiritual (la más importante), la física también, amor, unidad. Lo material viene y va, es como la comida, comiste y luego digeriste. Basta estar bien uno interiormente y con los demás lo mejor posible, que lo otro es más que secundario. Así alcemos las copas, así esperemos el 2018. Mäs allá de si el país va bien o no, hagamos foco en nosotros, que somos al fin y al cabo el país. Feliz Año Nuevo de corazón, les desea Así Es La Vida, y que eso, el corazón, sea el que se llene.
Bienvenidos a Así Es La Vida, un blog de todo un poco, una charla con un amigo, sin tiempo ni espacio, sin intereses, sin estructuras. El caminar de un ciudadano por la vida. Dedicado a mi madre Anita.
domingo, 31 de diciembre de 2017
viernes, 29 de diciembre de 2017
CUANDO GEORGE WEAH VISTIÓ A SU LIBERIA
George Weah, flamante presidente de Liberia, es estrella del fútbol mundial. Pero no sólo por sus logros en su tierra, en el Mónaco, el París Saint Germain, el Milan y El Chelsea, sino por su calidad humana. Como tantos otros grandes africanos, Mister George (como lo conocen en la nación del oeste) ha dado una mano enorme a su empobrecida patria, enroscada entre el hambre y la guerra civil.
En 1996, Liberia, por entonces de buen nivel gracias a Weah, se había clasificado para la Copa Africana de Naciones de Sudáfrica. Pero por la situación existente, la selección no contaba con la indumentaria y demás elementos deportivos para prepararse para semejante torneo. Weah entonces tuvo un gesto de enorme grandeza y envió equipos completos de ropa, accesorios y pelotas del París Saint Germain, y con la camiseta azul y roja del conjunto parisino, Liberia se presentó en el debut ante Gabón, a quien batió por 2 a 1, con obviamente la participación de su emblema.
Hoy, George Weah tiene la misión desde la presidencia de hacer lo mismo pero para más de 4 millones y medio de almas. Seguramente su calidad humana no reconocerá números, y hará lo mismo que aquel 96 con su equipo nacional de fútbol.
jueves, 28 de diciembre de 2017
FRESQUITO DEL 24, TRADICIÓN NAVIDEÑA
Es increíble, pero real. Más si es la noche de Dios, que todo lo puede y hace. Casi sin excepciones, la noche del 24 de diciembre se presenta fresca, agradable y perfecta para celebrar la víspera de Navidad. Y eso que justamente diciembre es un mes de comienzo de calores fuertes. Sin embargo, puede hacer 36 grados, como hizo estos días, que justo antes del 24, un fresco, un viento, una pequeña baja de temperatura producen el milagro de una Nochebuena placentera. Sí, como si Dios pusiera su mano sobre ella para que nosotros estemos cómodos. Casi una tradición más de la hermosa Navidad.
lunes, 25 de diciembre de 2017
SOLIDARIDAD PARA LA FAMILIA DEL ASESINADO
Justo que hoy es Navidad, cuando quisiera saludar a todos por este medio, sabemos de esta tragedia de un hombre de apenas 34 años que fue asesinado en intento de robo. Lo único que tengo para escribir es, en consonancia con la nota anterior, que el Señor recién nacido y su Luz iluminen a su destrozada familia. Para eso soy cristiano, para eso voy a misa. Mi solidaridad, oración y si puedo hacer algo más por ellos y sus pobres almas, así lo haré.
sábado, 23 de diciembre de 2017
TRISTES, LAS FIESTAS SON PARA USTEDES
Ahora quiero hablarle con el teclado a la gente que sufre. La gente que vive en el dolor, tristeza, soledad, desconsuelo, sufrimiento en serio, un dolor de rodilla no es sufrimiento. Para esa gente es la Navidad. Sí, para ellos. Claro, este mundillo contaminado pregona el éxito y por eso, la Navidad es la alegría, los ddemás que se queden en su casa. Mundillo, la Navidad es para los alegres y, también, para los desdichados. Porque un abrazo, un confort, una palabra, un llamado, lo que sea, hará que su alma resucite, que el dolor sea menos doloroso, que la tristeza sea menos profunda. Y así poder pasar la fiesta. Yo le envío un abrazo de Navidad por ejemplo a la familia de los infortunados submarinistas del ARA San Juan. O a los de las víctimas del boliche Cromagnon de Once. O a tantos anónimos inocentes que mueren por la delincuencia. O, también, a quienes mueren de causas más graves, como la desnutrición. Para ellos y para todos, que Jesús esparza una feliz Navidad. Felicidades.
NAVIDAD, TIEMPO DE AFLOJAR
Llega otra Navidad. Y es una fecha para pasarla lo mejor posible, estemos como estemos. Porque alguna vez escribí que este es un tiempo pesado. Pero si ponemos la mentalidad en orden, todo cambia, todo se disfruta. Siempre pienso que el hecho de que es el nacimiento de Jesús, seamos o no creyentes, es un hecho para reflexionar y darle sentido a esta fecha. Pero sobre todo, el espíritu es lo que debe predominar, es el parámetro exacto de este día/noche. Entonces, es tiempo de reunirse, re unirse, olvidar tensiones, problemas, asuntos, cuestiones. Que en muchos casos son chicquitas y, sin querer, me incluyo, las agrandamos. Tal o cual cosa que tengo que ahcer, comprar, pagar, arreglar. Incluso cuestiones de orden espiritual. Distanciamientos, peleas, idas y venidas. Para lo material y para lo del alma, la Navidad es para aflojar. Porque aflojando, ese gerundio tan de moda, es como uno se siente bien y hace sentir bien a los otros. Y así, seguro. es Navidad en serio.
jueves, 21 de diciembre de 2017
CADA SEGUNDO DE ESA NOCHE DE PERIODISTA
Guillermo Blanco y yo en la fiesta.
Y llegó el gran 21 de diciembre, el día más importante del año 1993. Esa noche era la fiesta de fin de curso de mi amadísima escuela de periodismo TEA y DeporTEA. Sí, después de tanto camino recorrido, tanto sacrificio y tantos sueños estaba por poner la última letra de mi carrera. Ni más ni menos, iba a ser periodista. Con ese pensamiento y esos nervios viví aquel soleado y templado martes. Todo arrancó a la mañana, curiosamente yendo al archivo para terminar de copiar las eliminatorias mundialistas del Dizionario del Calcio; uno de los chicos me cargaba por ese para él raro trabajo.
a la tarde llamé del taller a mi gran compañero y amigo Pablo Aro Geraldes para consultarle cuál era la mejor ropa para la noche, y charlamos de todo: lo que sería la fiesta con el video final, que el profesor de TV Diego Suárez se había desmayado haciendo el video por estrés, las eliminatorias, que reporteó al búlgaro Kostadinov en portugués para Clarín y que estaba tomando sol en su casa. Y luego me fui a preparar para el acontecimiento al que me acompañaba toda mi familia, incluida Marianita, entonces novia de mi hermano Fabián, la gran figura del 93 que no podía estar ausente, y en la que iban a verme otros invitados como mi madrina de bautismo, la celestial Marta Livio y su familia.
A eso de las 7 nos fuimos con Marianita para el auditorio de ATE, donde a las 9 sería la fiesta. A esa hora el sol de fin de año iluminaba el trayecto, mientras yo escuchaba un River-San Lorenzo por el mediocre torneo Centenario. Llegamos temprano y nos instalamos en aquel semicírculo con butacas, donde aún no había tanta gente.
Llegó la gran noche y la sencilla pero emotiva jornada. Primero hablaron los directores, recuerdo al gran Jorge Búsico que elogió a Diego Bonadeo. Pero hubo que esperar un tiempo para la entrega de diplomas, lo que hice con gran ansiedad sentado cerca del escenario muy bien iluminado y con carteles de la escuela, mientras mis padres me señalaban a Carolina, la bonita y amable secretaria de TEA, que estaba cerca mío. Al fin llegaron los diplomas, donde yo fui llevado hasta el escenario y lo recibí de manos del genial Guillermo Blanco, otro de los tres directores y el gran hacedor de esta historia, y me acompañaron a mi asiento. Por su parte, mi compañero Terrizzano fue ovacionado y a Macías le gritaban “Michael Fox, Michael Fox” por su parecido con el actor. Todo se desarrollaba con varios chicos ausentes, nadie sabía qué pasaba con ellos, promediaba la fiesta y no habían aparecido.
Y ahí la gran sorpresa: los que faltaban de golpe entraron al auditorio llevando una gran bandera y cantando por la escuela con fervor de hinchada: “aunque no me des laburo nunca te voy a olvidar”. Fue el momento más emotivo de la noche. Y el cierre fue con el video donde yo aparecí criticando a Búsico y otro alumno decía que el canoso le cortaba el pelo a Carolina, lo que generó la carcajada de todos.
Aro Geraldes y yo en la fiesta.
Pero había más, claro. Apenas concluyó la ceremonia y con el lugar semiiluminado, todos nos dispersamos y empezamos a sacarnos fotos y saludarnos, muchos quizá por última vez. Primero lo hice con Aro Geraldes, de saco y camisa blanca, que me dio un beso y, como no podía faltar, un papelito con los grupos de la Copa Africana que se venía en un mes, un genio. Después me vi y fotografié con mi familia y con varios, me quedé con Marianita que estaba muy contenta y le pedí que buscara al imborrable Luis Beneito, mi genial compañero, diciéndole que era el “nigeriano” (llamado así por mí por su tostado color de piel), ella no entendía. Al fin me junté con el tostado, me abrazó y nos sacamos la foto.
María Eugenia Gorosito y yo en la fiestta.
Luego me buscó la divina María Eugenia Gorosito, otra gran compañera, emocionada hasta las lágrimas; yo no me llevaba bien con ella pero su llanto me conmovió, me olvidé de todo, posamos y me besuqueó. Y todo se cerró encontrándome con Blanco, Búsico, Alejandro Luna (profesor de radio) y hasta el inefable Carlitos "Polillón" Da Silva, el inolvidable portero de TEA, apodado así por mí porque era gordo y por Rubén "Polillita" Da Silva, el futbolista uruguayo de Boca y River. Eran casi las 22.30 cuando me fui con mi papá a la camioneta; llegamos y celebramos con pizza comprada en el comedor.
Así concreté mi sueño de periodista, aquel sueño de mi adolescencia con las carpetas, aquel de mi infannnnnncia y tantos días cuando relataba en el fondo de mi casa natal de Ramón Castro en mi glorioso Carapachay, aquel que a fines del 90 parecía tan irrealizable cuando no encontraba escuela. Esa noche fue única: la última de mi escolaridad, la de mi graduación, la mejor del 93, el broche de una era tan decisiva como imborrable. La noche en que fui periodista para siempre.
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