miércoles, 24 de febrero de 2016

VIENTO, PAZ DE VERANO

Muchos lo piensan enemigo, lo tienen entre ojos. Muchos le echan culpa de un mal paseo. Pero el viento también es una gran compañía de nuestro verano. Y aunque sople fuerte, es una caricia para el cuerpo y el alma tanto como los pájaros, los árboles, el agua, el sol. No sólo nos acompaña un mediodía playero o un romántico atardecer en la orilla del mar. Lo hace al amanecer, tal vez más fresco que la media veraniega. O a la noche, acompañando una preciosa escena a la luz de la luna. Esas brisas suaves nocturnas viven junto a una salida, una mesa de bar, un recital al aire libre. Y los vientos fuertes, salvo que traigan algún lío climático, son agradables y disfrutables. Ni hablar cuando el calor pega duro y uno, al mojarse por ejemplo en agua marina, disfruta que el viento lo refresque y alivie la potencia solar. El verano no sería verano sin él, sin su caricia, por más brusca que dsea. El viento es del surf, de la pesca, de las travesías, de las caminatas, del noviazgo, de los chiquitos, de los árboles, de las aguas de mar, de cualquier momento de verano. El viento, claro, es paz de verano.

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