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domingo, 1 de diciembre de 2019

A 25 AÑOS DE VÉLEZ CAMPEÓN DEL MUNDO

Era la mañana del 1 de diciembre de 1994 en el estadio Nacional de Tokio. En un rinconcito estaba Vélez Sársfield, Vélez, el Fortín de Villa Luro, hasta los años 90 un club de barrio y un esporádico animador de torneos locales. En el otro, el opulento Milan italiano, amo y señor de Europa y del mundo en pleno apogeo, base de la selección azzurra. El gran campeón y el pequeño retador se veiían la cara en una nueva final de aquella dramática Copa Intercontinental. Y el pequeño retador dejó en ridiículo al gigante rival. Con un partido memorable, el Vélez de Carlos Bianchi encontraba su hora más gloriosa.

Más que nunca hace falta recurrir a la historia para entender el contexto de aquella decisión 94. Hasta 1993, la V azulada habiía obtenido seis subcampeonatos de la Argentina, uno en la era amateur, y sólo un título, el famoso Nacional de 1968 con el polémico 1-1 con River en desempate, con un penal para el millonario no cobrado por el árbitro Guillermo Nimo. A principios de 1993, la llegada de Bianchi en su primera experiencia nacional le dio otro espíritu ganador al equipo. Y de esporádico animador, pasó a campeón de la liga, en ese momento el Torneo Clausura, cuando el 8 de junio igualaba 1-1 con Estudiantes de La Plata, y en ngesta inolvidable de la Copa Libertadores el 31 de agosto de 1994, plantándosele al arrasador Sao Paulo de Telé Santana y derrotándolo por penales en el estadio Morumbí. Vélez bajaba a un gigante. ¿Era casualidad o nacía una leyenda?

Como máximo clu de América, el Fortín allá fue a Tokio, a ese estadio Nacional que hasta ese momento sólo había visto de argentinos al Juvenil de Maradona, al Independiente del 84, al Argentinos del 85 y al River del "Bambino" Veira. Hacía ocho años que nuestro país no ganaba nada a nivel clubes. Pero ahí estaban los velezanos, encabezados por el gran arquero y referente José Chilavert y Bianchi, con un puñado de hinchas ya orgullosos de su amor en Tokio.

Ese Milan metía miedo desde el vamos. Cómo sería de otra forma un conjunto con Baresi, Donadoni, Boban, Maldini, Desailly, Savicevic. Sin embargo, Vélez sacó pecho desde la misma salida a la cancha. Chilavert le espetó a su colega Sebastiano Rossi: "De qué te reís si sos el peor arquero del mundo?". Rato después, el 1 enfundado en su singular buzo salvaba a sus compañeros de un par de entradas peligrosas de los europeos. Milan mandaba y parecía que en el segundo tiempo llegaría la diferencia y se confirmaría el favoritismo.

Pero todo cambió mágicamente, como sólo un once místico podía hacerlo. A los 5 minutos del segundo tiempo, el goleador José "Turu" Flores fue sujetado por Baresi en el área. Roberto Trotta ejecutó con fuerza el penal y aunque la pelota dio en el pie de Rossi, fue el primer gol.

Milan se enfureció y fue a buscar el empate, incrédulo de su suerte. A los 12 Chilavert salvó ante Boban, y del córner llegó la previa del éxstasis. Christian Bassedas peleó el balón cerca del área, el defensor Costacurta entregó mal y Omar "Turco" Asad, el otro pistolero velezano, robó y se fue derecho a Rossi, lo dejó en el camino y definió notable para un 2-0 de estupor para casi todos los presentes.

Menos para ese grupo de guerreros casi sin armamento, que con el pitazo final vencían la batalla más importante de sus vidas. Tokio fue una fiesta, y qué decir el popular barrio de Liniers, en la Capital argentina, donde familias enteras festejaban en las calles la gloria mundial. Entre ellas una señora recién operada del corazón, que salió en la TV enviando saludos a sus familiares y contando su esfuerzo para seguir el partido. Un símbolo de ese Vélez, fuerte de corazón y grande en Japón. Sí, el mismo Fortín de Villa Luro era el sexto grande argentino.

El video de la gesta velezana en Tokio: