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lunes, 3 de octubre de 2016

POR SIEMPRE TÍO OMAR CAMPEÓN DE MOTOS

PARECE MENTIRA, PERO ES ASÍ. EL TIEMPO PASA, DICE LA CANCIÓN. YA SON 35 AÑOS DE LA PARTIDA DE MI TÍO OMAR, MÁS QUE UN TÍO UN GRANDIOSO DE MI HISTORIA, HERMANO DE MAMÁ ANITA, Y POR QUÉ NO CORESPONSABLE DE ESTE HUMILDE BLOG. AUNQUE LO DISFRUTÉ SÓLO 8 AÑOS, ME DEJÓ MUCHO. DE ESOS TIPOS LINDOS QUE UNO SIEMPRE RECUERDA CON ALEGRÍA, QUE TE ILUMINAN COMO EL SOL, AUNQUE NO LO VEAMOS. COMO MAMÁ, SU HERMANA. COMO MI ABUELA Y MI ABUELO, SUS PADRES. EL GRAN OMAR MERECE ESTE HOMENAJE, ESTE ARTÍCULO MÁS QUE RECORDATORIO. PORQUE A LOS GRANDES HAY QUE TENERLOS PRESENTES CON GRANDEZA. POR ESO AQUÍ ALGUNAS DE SUS AVENTURAS SUBIDAS A UNA MOTO DE CARRERA, ESA CON LA QUE SUPO GANAR EN EL AUTÓDROMO DE BUENOS AIRES Y SER SUBCAMPEÓN NACIONAL.


EL TÍO EN EL AUTÓDROMO (1979)

Una de las grandes vivencias de estos primeros tiempos, aunque no las recuerdo tanto en este 79. Pero ya en este año iba con mi familia casi todas las tardes de domingo al autódromo Oscar Alfredo Gálvez a ver a mi tío correr (y casi siempre ganar) con su Kawasaki las carreras de motos del campeonato nacional. Y luego comentaba en el San Antonio cómo le había ido.


EL TÍO EN EL AUTÓDROMO (1980, 1981)

UN RECUERDO QUE ME ALEGRA Y ME EMOCIONA DEL INOLVIDABLE TÍO, QUE MUCHOS DOMINGOS A LA TARDE ÍBAMOS A VER ALLÁ AL AUTÓDROMO CORRER Y CASI SIEMPRE GANAR CON LA ‘’KAWA’’ LAS CARRERAS DEL CAMPEONATO NACIONAL; CUANDO GANABA ERA POR AMPLIO MARGEN. AHÍ ANDUVE EN LOS BOXES, TOMANDO ALGUNA COCA COLA Y VIENDO A LOS DISTINTOS EQUIPOS. Y A ÉL, QUE A VECES, Y VESTIDO DE PILOTO CON EL BUZO LLENO DE AUSPICIANTES, CHARLABA CON NOSOTROS ALLÍ ANTES DE LA CARRERA. DESPUÉS LO REVIVÍA EN LA CORSA EN LA CASA DE LA LELA; ME ACUERDO DE SALATINO, GARCÍA Y OTROS ASES DEL MOTOCICLISMO, UNA PASIÓN HISTÓRICA EN MI FAMILIA GRACIAS AL TÍO Y SUS ÉXITOS. TODOS LOS RECUERDOS QUE FORMAN UN ÚNICO PERO IMBORRABLE Y EMOTIVO PARA GUARDAR PARA SIEMPRE.

CON LA YAMAHA DEL TÍO (1980)

UNA SOLEADA Y CALUROSA TARDE MANEJÉ LA POTENTE MOTO YAMAHA NEGRA POR UNA DE LAS EMPINADAS SUBIDAS DE ASFALTO, SECUNDADO POR MI TÍO QUE ME AYUDABA.

VISITAS DEL TÍO A CASA (1981)

ALGUNAS VECES TAMBIÉN VENÍA EL TÍO EN SU POTENTE Y SUPERMODERNA KAWASAKI NEGRA, DE LA QUE ME GUSTABA MIRAR SUS BOTONES Y COMANDOS.

!VIVA EL TÍO QUE TAN FELIZ NOS HIZO! OJALÁ PARE ESA KAWA EN ALGUNA NUBE Y SE PONGA CON SU TABLET O CELULAR A LEER ESTA ENTRADA. CON TODO MI AMOR.







lunes, 16 de mayo de 2016

TÍO OMAR CUMPLE MÁS AÑOS

Justo una semana después de mamá Anita, su hermano, mi inigualable tío Omar, cumpliría hoy años, nada menos que 66. Recuerdo de chicquito, cuando ya no estaba, siempre iba con mi familia a la misa por su nacimiento a la linda iglesia San Ambrosio, ubicada en Capital. Mi abuela, su madre, solía hacer esos homenajes. Como ella tampoco está en este mundo, yo tomo con alegría la posta y lo traigo al presente.

Cómo no recordarlo, un personaje personaje. El de la sonrisa y el buen humor permanente, el de su voz potente y su fuerte personalidad, su bigote, su buena pinta, su rosario de malas palabras (un especialista, por algo le decían "Kelo"), animador de reuniones y cumpleaños en casa o en lo de mi abuela. También, claro, el gran corredor de motociclismo (su gran pasión) subcampeón nacional en 1980, el de las motos o autos de lujo, el del departamento El Atlántico de Pinamar o la bellísima casa en la isla del Tigre, el que fue a las Bahamas o Miami, el de las mil mujeres que lo seguían por sus cualidades físicas y espirituales, el de la famosa lancha o el gran crucero, el de los crayones que me regaló y con los que yo pintaba, el de la estación de servicio de juguete, el de los ricos perfumes, el de las noches en las discotecas, especialmente la famosa New York City. El que me llevaba en su Yamaha negra por Pinamar enseñándome a manejar, un riesgo que yo no quería. O que me ayudaba a pasar los cambios en su auto, no recuerdo cuál era. El que les ganaba a todos por amplio margen con su Kawasaki en el Autódromo de Buenos Aires. En suma, y aunque lo disfruté sólo 8 años, fue y será un grande de mi historia.

sábado, 16 de mayo de 2015

!FELIZ CUMPLEAÑOS, TÍO OMAR!


Exactamente una semana después de mamá, me toca escribir sobre su hermano, mi adorado tío Omar Alberto Camerucci. Es que justo una semana y 9 años después de ella, el 16 de mayo de 1950, nacía el inigualable tío. El de la sonrisa y el buen humor permanente, el de su voz potente y su fuerte personalidad, su bigote, su buena pinta, su rosario de malas palabras (un especialista, por algo le decían "Kelo"), animador de reuniones y cumpleaños en casa o en lo de mi abuela. También, claro, el gran corredor de motociclismo (su gran pasión) subcampeón nacional en 1980, el de las motos o autos de lujo, el del departamento El Atlántico de Pinamar o la bellísima casa en la isla del Tigre, el que fue a las Bahamas o Miami, el de las mil mujeres que lo seguían por sus cualidades físicas y espirituales, el de la famosa lancha o el gran crucero, el de los crayones que me regaló y con los que yo pintaba, el de la estación de servicio de juguete, el de los ricos perfumes, el de las noches en las discotecas, especialmente la famosa New York City. El que me llevaba en su Yamaha negra por Pinamar enseñándome a manejar, un riesgo que yo no quería. O que me ayudaba a pasar los cambios en su auto, no recuerdo cuál era. El que les ganaba a todos por amplio margen con su Kawasaki en el Autódromo de Buenos Aires. Y el que una tarde , la del 3 de octubre de 1981, se fue al cielo justamente en su adorada moto en Paraná, Entre Ríos. Y que, claro, desde ese momento (en que yo tenía sólo 8 años) lo extrañé y extraño como a todas aquellas personas que me dieron tanta luz, como mamá, como mis abuelos, como mi madrina Marta. Aunque lógicamente tuve poco tiempo para disfrutarlo, todo lo que recuerdo (al igual que su hermana, mi mamá Anita) son momentos de alegría y sonrisas. A modo de regalo, desde este humilde blog y en el día de su cumpleaños número 65, va este homenaje con estas palabras que me salen del alma, lo mismo que mamá, su parte más linda. Y que quiero hacer con recuerdos y alguna que otra anécdota.

OMAR ALBERTO CAMERUCCI: UN TÍO CAMPEÓN DE LA VIDA

Mi tío materno, un referente de mi infancia, a la que contribuyó para que fuera gloriosa, no sólo por los triunfos en el Autódromo con su Kawasaki (era fanático), sino más por el enorme cariño que me dio, ayudándome a crecer. Aparte me hacía reír con sus ocurrencias o malas palabras (era un especialista, por algo le decían ‘’Kelo’’) y me regalaba juguetes de toda clase. El morocho de pelo corto, con su inconfundible bigote y voz sonora, marcó para bien la vida de mi familia, y se daba lujos como ese increíble crucero. En ese tiempo frecuentaba New York City y se distinguió por sus novias o amigas. Un tipo espectacular, un genio total, un grande para siempre.

LOS RECUERDOS DEL GENIAL TÍO

1979
Chocolate Suchard
Cada vez me deleitaba más con las golosinas, entre ellas el chocolate. Un nublado y frío domingo a la mañana mi tío Omar me regaló uno mediano de esta afamada marca que comí en la puerta de casa.

El tío en el Autódromo

Una de las grandes vivencias de estos primeros tiempos, aunque no las recuerdo tanto en este 79. Pero ya en este año iba con mi familia casi todas las tardes de domingo al autódromo Oscar Alfredo Gálvez a ver a mi tío correr (y casi siempre ganar) con su Kawasaki las carreras de motos del campeonato nacional. Y luego comentaba en el San Antonio cómo le había ido.

1980
Departamento El Atlántico (Pinamar)
Uno de los más hermosos lugares que cobijaron mis veranos en Pinamar y donde comenzó mi historia en esa pintoresca ciudad. Ese espectacular edificio estaba sobre la larga avenida Libertador, en una vereda blanca con preciosos canteros con flores en su entrada. Allí había puertas de vidrio y modernos pasillos y escaleras que llevaban a aquel tercer piso propiedad de mi tío, pequeño pero coqueto, con un living comedor, un balcón y un par de habitaciones. Era un lujo para la vista mirar por las ventanas abajo, hacia el enorme parque que rodeaba al departamentto, donde había autos estacionados.

Con la Yamaha del tío
El otro memorable del verano 80. Una soleada y calurosa tarde manejé la potente moto Yamaha negra por una de las empinadas subidas de asfalto, secundado por mi tío que me ayudaba.

Patineta azul
Me la regaló mi tío, que solía hacerme varios obsequios lindos como éste. Con la patineta azul con rueditas naranjas anduve por la vereda de la escuela 18 y hasta por ATC. Al principio me costó mucho, después aprendí y la disfruté algunos años.

La camioneta Tonka
La hermosa camioneta grande que también me trajo mi tío y con la que jugaba en el canterito redondo de la entrada de casa.

Revista Corsa
La superprestigiosa revista de autos que al parecer la lela compraba para ver a mi tío que salía a veces en ella.

El tío en el Autódromo
Un recuerdo que me alegra y me emociona del inolvidable tío, que muchos domingos a la tarde íbamos a ver allá al Autódromo correr y casi siempre ganar con la ‘’Kawa’’ las carreras del campeonato nacional; cuando ganaba era por amplio margen. Ahí anduve en los boxes, tomando alguna Coca Cola y viendo a los distintos equipos. Y a él, que a veces, y vestido de piloto con el buzo lleno de auspiciantes, charlaba con nosotros allí antes de la carrera. Después lo revivía en la Corsa en la casa de la lela; me acuerdo de Salatino, García y otros ases del motociclismo, una pasión histórica en mi familia gracias al tío y sus éxitos. Todos los recuerdos que forman un único pero imborrable y emotivo para guardar para siempre.

Pasando los cambios
Otra más del tío. Así como me hizo manejar la moto en Pinamar, una noche que volvíamos a casa y él conducía me enseñó a pasar los cambios con una antigua palanca al volante. Él los pasaba y me iba diciendo cuáles eran; cuando llegaba a cuarta, decía “cuartirolo”. Un genio.

1 de enero de 1981: en el delta del tío
El comienzo del gran 81 fue la segunda fiesta navideña que registro, en aquella preciosa casita del tío en el delta del Tigre. Allí pasamos un lindo día de Año Nuevo que se prolongó hasta la bella noche, cuando vi en TV Argentina-Alemania del Mundialito de Montevideo.

Departamento El Atlántico (Pinamar)
yo recuerdo de ese verano 81 sobre todo cuando veía al tío que salía por ahí con su potente moto.

Crayones
Un inconfundible recuerdo del año. Otro de los mil regalos de mi tío, que me los trajo de Estados Unidos. Así cambié los marcadores por éstos y pintaba con ellos. Lo único malo era cuando se partían; eran fáciles de romperse porque eran de cera. Pero fue muy lindo pintar así.

Visitas de mis abuelos y del tío
Un clásico de la década. Así como yo iba a su casa, la lela venía muchos domingos al mediodía en el viejo Peugeot 404 taxi del lelo y almorzaba con nosotros. Pero algunas veces también venía el tío en su potente y supermoderna Kawasaki negra, de la que me gustaba mirar sus botones y comandos.

Viajes en lancha
Muchos soleados fines de semana hacíamos con mi familia aquellos espectaculares viajes en la lancha de mi tío hacia su casa del Tigre. Yo, como a todas sus aventuras, le tenía bastante miedo: la lancha daba saltos y saltos por el río mientras iba a gran velocidad y debía agarrarme fuerte de una soga atada al vidrio. Pero era un paseo divertido.

Casa del tío (tire)
En un lugar paradisíaco, rodeada de frondosa arboleda, estaba la casita que visitábamos cuando íbamos allí. Aparte de mucho pasto, tenía una planta y una especie de quincho afuera, sobre unos pilotes sobre el río, y una escalera al costado que se hundía en el agua. Allí, además de Año Nuevo, recuerdo un almuerzo de domingo soleado y una tarde jugando a la pelota.

Crucero del tío
Y para cerrar los recuerdos del protagonista por excelencia del año, en septiembre nos llevó a todos a una vuelta en un majestuoso barco por el Tigre. Un viaje al que yo también le tenía pánico; incluso cuando me avisaron al mediodía, me puse a llorar. Mi tío me consoló: ‘’Pero es lindo el crucero, es como el Crucero del Amor...’’, recordando esa serie televisiva de moda entonces.
Y fuimos en su BMW negro, que manejó muy rápido (como todos los vehículos suyos) y subimos al crucero, que contaba con todos los lujos imaginables: un par de pisos, camarotes con lindas camas y almohadas con motivos ‘’marineros’’, cocina y comedor con TV, donde comimos a la noche. Y en su gran cubierta yo jugaba y estábamos al aire libre tomando sol o simplemente sentados viendo el paisaje, como cuando vi el atardecer mientras tomaba un vaso de Pindapoy. Así pasamos casi un día entero de placer en una excursión inolvidable.

UNA ANÉCDOTA

DESCUBIERTO EN LA DUCHA. Aunque parezca mentira, la única que tengo del tío. Estaba yo en lo de la lela bañándome en aquel lujoso baño, con el duchador y todo. De pronto, la lela entró para preguntarme si necesitaba algo; yo estaba obviamente desnudo, de pie y enchastrado de espuma de jabón. Entonces apareció el tío, me vio y con ironía acotó: ‘’Je, PARADO COMO EL PADRINO...’’. Un genio...

Así pasé esos ocho años de felicidad. Y aunque sean pocos, los recuerdos con él son valiossos y quiero guardarlos en esta habitación llamada Así Es La Vida. Le agradezco, como lo hice con mi mamá, por todos los momentos de alegría y luz que me brindó y que recordaré por siempre. !Viva el tío!