Se viene un nuevo cumpleaños para mí. Si revisan el archivo de Así Es La Vida se informarán de cuántos cumplo el próximo martes 2 de abril (sí, sí, el día de las Malvinas…). Y para empezar a vivirlo, les traigo en esta nueva sección del blog las mejores historias de mis aniversarios de la infancia, del 79 al 85, de los 6 a los 12. Verdaderos felices cumpleaños.
1979: EL PRIMER HERMOSO RECUERDO
Recién comenzaba el colegio primario en el Model School de Florida cuando en ese hermoso 1979 festejaba mis 6 años en casa. Una noche en el living, junto a mis vecinos Pablito y Javier, cortaba una preciosa torta decorada con autitos de colores.
1981: LA ESPECTACULAR BMX
Uno de mis mejores cumpleaños, sino el mejor. Tanto que recuerdo que la noche anterior, mientras yo estaba acostado en mi antigua habitación de abajo, vino mi papá y me dijo al oído: ‘’Los últimos siete años...’’.
Al día siguiente, el ‘’cumple’’ fue en otra hermosa tarde en casa, tras la jornada colegial, ahora en el glorioso San Antonio; como ya era un clásico, repartí tarjetas entre mis compañeros. Y luego los chicos llegaron para jugar y comer una rica y particular torta con forma de cancha de fútbol, muñequitos de mazapán y todo; mi mamá acostumbraba hacer tortas originales por esos tiempos. Y como mi genial amiga Karina Stibor comía bastante, mamá comentaba ‘’cómo come esa gordita...’’.
En ese cumpleaños supe por primera vez que había nacido a las 19.30, ya que cuando se hizo la hora mi mamá me dijo: ‘’Son las 7 y media, ya ‘naciste’...’’. Y recibí el broche de oro de la fiesta: una espectacular bicicleta de cross BMX, un regalo grandioso. Después de la emoción, la disfruté sentado en ella en el living, mientras los chicos me paseaban por allí y yo sonreía feliz. Sinceramente, el 81 (junto al 85) fue el año donde viví más y mejores momentos de cumpleaños.
1983: SÁBADO A TODA FIESTA
Otro lindo recuerdo fue ese nublado sábado donde yo cumplía ‘’los dos números’’, como llamaba mi mamá a los 10 años. Todo arrancó al mediodía con un suculento asado que incluía mollejas (muy de moda entre mis gustos) junto a mi familia en la inolvidable mesa de mármol del viejo quincho.
A las 5 de la tarde en punto, mientras la genial Cecilia Marín ordenaba los sandwiches de miga en la mesa rectangular del nuevo comedor, llegaron una vez más los chicos del San Antonio; sólo faltaban las mellizas María Eugenia y Vanina Rossi, a quienes increíblemente no invité por tenerles envidia de sus excelentes notas. Después todos invadimos el fondo charlando, escuchando música y jugando. Y mientras el gran Cristian Bustamante agarraba un sandwich de una bandeja, yo recibía un telegrama (como se usaba en esa época) de mis abuelos que decía: ‘’Feliz cumpleaños, lelo y lela’’. Así pasé un verdadero cumpleaños feliz.
1985: BREAKDANCE, BOLEROS Y MUCHO MÁS
Por suerte, el último cumple con los geniales chicos del San Antonio fue espectacular, lleno de recuerdos. El festejo comenzó en el mismo colegio, donde esa soleada tarde mi maestra Patricia y mis amigos me cantaron el feliz cumpleaños, me hicieron el clásico tirar de orejas y repartí caramelos frutales, uno de los cuales no me gustó, lo escupí y cayó afuera del tacho de basura...
Luego de las tarjetas de siempre, esta vez vinieron todos y nos reunimos a compartir una nutrida merienda en la mesa del comedor, donde me senté al lado del gran Daniel Luciani, que esa tarde calzaba las típicas zapatillas Topper naranja. Llegó la original torta con forma de casa de Hansel y Gretel y con los famosos cigarrillos de chocolate que no llegué a comer ya que los pillos de Favi Manzino y Cristian Carabajal se anticiparon a mí y se los devoraron.
Y nos fuimos a bailar al living, primero con Breakdance de Michael Jackson, que hacía furor en ese entonces, mientras Luciani, sentado en el descanso de la escalera con las piernas colgando del borde, le cambiaba la letra a esa canción con una muy subida de tono. Más tarde, a pedido de todos, mi mamá puso boleros, apagó las luces y nos movimos en parejas; yo lo hice con María Eugenia. Luego las mellizas fueron a charlar a la vieja pieza de abajo y mi mamá fue a buscarlas para que volvieran a la fiesta. Yo di un par de vueltas carnero en el living, ya iluminado, y al verse el borde de mi calzón Fernanndo Di Pietro y Analía García me lo hicieron notar. Y casi interrumpo a Fernando, quien estaba en el baño (‘’pará, negro, que estoy meando...’’). Muchas vivencias que hicieron una de las mejores noches de esos primeros 80.
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