Las peregrinaciones fueron sin duda lo mejor de mi nueva época cristiana, en los inicios de los 2000. Y aquel soleado 12 de diciembre de 2004 viví una de las más inolvidables, cuando regresé a la Basílica de Luján tras esa visita del 82. Realmente fue una gran emoción transitar esa ruta y llegar a ese lugar de infancia católica. Pero esa misa no fue lo único: pasé una jornada al aire libre en la celestial Villa Marista, un enorme campo donde almorcé con gente de la parroquia Sagrada Familia de mi Carapachay. Después, el paseo por el divino puentecito sobre el río Luján, la gloriosa película del negrito Manuel y un refresco bajo una increíble arboleda. Y la vuelta en dos micros (uno se rompió en el camino) cantando. Un día imborrable junto a Ella, la Virgen de Luján.
Bienvenidos a Así Es La Vida, un blog de todo un poco, una charla con un amigo, sin tiempo ni espacio, sin intereses, sin estructuras. El caminar de un ciudadano por la vida. Dedicado a mi madre Anita.
viernes, 8 de mayo de 2015
!FELIZ DÍA DE LA VIRGEN DE LUJÁN!
Video con la bellísima canción de la Virgencita lujanera.
Llegó la medianoche y ya es 8 de mayo. Y en esta Argentina tan convulsionada, hoy debemos recordar todos, cristianos o no, porque la agasajada es para todos, que es el día de la Virgen de Luján, la patrona del país. En realidad, es Nuestra Madre María, la misma, la única, en este caso bajo la figura (advocación) de Nuesstra Señora de Luján.
Por Ella tengo un gran amor desde siempre, especialmente desde los 2000 cuando retomé mi vida creyente y me revelaron que María es mi Madre del Cielo, cosa que yo ni remotamente sabía. Pero especialmente tengo debilidad por su advocación de Luján, localidad a unos 80 kilómetros de la Capital Federal, donde hace siglos se produjo un milagro; pueden ver la historia de su hijo vidente, el Negrito Manuel. Yo quiero contar mi experiencia personal de la infancia, ya que entre el nombre de mi mamá Ana Luján (nacida un día después), la cadenita que me regalaron y nunca me sacaba ni para bañarme y los gloriosos viajes en auto en 1982 a la no menos gloriosa Basílica, me quedé con la preferencia por esta fecha.
Pero María es una, la misma Madre de todos nosotros. La Virgencita, la Madre, María, Madre celestial, mamita, la mami, la Inmaculada, la Dulce, la Purísima, la sin pecado concebida. Por sobre todas las cosas, la Madre de Nuestro Señor Jesucristo, el que dio la vida por nosotros, para darnos vida eterna allí donde Ella vive, donde mi misma mamá Anita está según mi fe, si no es que ya llegó por su alegría, su amor para con su familia, su sonrisa permanente. María es la Madre de todos, no sólo de los cristianos o los católicos apostólicos romanos. Es la Madre de los que aman, de los que no, de los que creen o no, de los tibios, de los blancos, de los negros, de los religiosos, de los ricos pero sobre todo de los humildes, enfermos y pobres, especialmente del alma.
Para todos mis compatriotas de esta Argentina tan dividida, tan a veces violenta, que Ella bendijo con su amor (según la Virgen, Argentina se salvará del apocalipsis) y para todo el mundo terrenal y celestial, mi saludo y mi oración, la de un tipo con fe, no la de un Papa ni de un consagrado, sólo mi humilde oración. Para los felices, para los que sufren, para esta sociedad tan perdida, María, esa señora tan bonita vestida de blanco que yo conocí en la catequesis pero que ni sabía es mi Madre, viene a rescatarnos con dulzura. Porque Ella es dulce, no es una madre terrenal que nos castiga ni mucho menos. Ella viene a mimarnos y a llevarnos por el camino de su Hijo Jesús, su Niño. Yo, autor de este humilde blog Así Es La Vida, que no sólo habla de fútbol y mujeres sino también de cosas del alma tan perdidas hoy, les mando una bendición (porque entre nosotros lo podemos hacer) y que la Virgen de Luján, la misma Virgen María, los ame, los mime y les marque el camino. !Viva la Virgen de Luján!
domingo, 3 de mayo de 2015
UN DOMINGO DE BOCA-RIVER CON PAPÁ
El domingo 3 de mayo de 2015 amaneció soleado pero muy frío, como estaba pronosticado, sobre Buenos Aires. En una casa de la zona Norte de la ciudad, papá Rafael y yo despertamos, cada uno con su hora, cada uno con su régimen de sueño, y nos pusimos a charlar como solemos hacerlo de cama a cama. Yo, en la mía de toda la vida, la que acuna sueños desde hace más de 30 años, bien tapado con dos frazadas; él, con la suya que quedó de mi abuelo, con una colcha y una manta. Y hablamos de todo, entre los temas, claro, el superclásico Boca-River que esa tarde se jugaría en la Bombonera. Una vez más, como desde los 5 años cuando él me hizo hincha, vivimos con pasión y amor por nuestro Boca amado. Después de darme a tomar mate como siempre le pido ("quiero mate") y otras cosas, me pidió que le pusiera en la computadora los temas árabes que le gustan. Y aunque hacía frío y aún yo tenía sueño, me levanté con el frío y fui a la máquina; como no los recordaba, entonces me pidió Chiquitita de ABBA, como aquellas lindas mañanas de mi infancia. Se la puse en español, pero él prefirió en inglés y se deleitó una vez más con el precioso tema, igual que después cuando le hice escuchar Spending My Time de Roxette y otros más que se reproducían automáticamente desde la PC del gran dúo sueco.
Más tarde, como a las 10 y algo, nos levantamos y luego de que yo tomara mi desayuno, planeamos adónde ir ya que a pesar del frío el sol dominaba el día. Y nos fuimos al almacén chino a hacer unas compras, caminando bajo el sol en una mañana agradable pero muy ventosa. Me dejó afuera esperando, compró algunas cosas y luego volvimos a casa; yo le dije que quería caminar un rato más, pero él no quería por el frío y su resfrío surgiente a sus casi 82 años. Me conformé y luego estuve un rato en Internet, mientras él preparaba el almuerzo con la TV y la previa del superclásico de fondo. Luego de lamentarse de no haber comprado papas fritas para el vermú, me llamó a comer y con TN Deportivo comimos unos ricos ravioles con salsa, que no sé si ya venían o él me puso aunque sabe que no me gusta. Pero comí muy bien. Y como siempre él se fue a acostar su siesta vespertina, mientras yo volvía a meter mis energías en la computadora, pero no el superclásico sino otras cosas. Luego yo también me fui a acostar pero escuchando la previa y los partidos que se jugaban previamente.
Se hicieron las 5 de la tarde, el partido era a las 6 y cuarto, y tras volver a darme mate y charlar, papá resolvió levantarse e ir a ver el partido previo (Banfield-Independiente, 1-1) al living, contiguo a la pieza, en el bonito TV color comprado el año pasado, por el legendario Canal 7, actual TV Pública. Yo lo seguía por radio (La Red), un poco por mi vista y otro por la nostalgia de aquellos años de fútbol por radio. La transmisión de la misma, desde el veinteañero radiograbador Philips, llegaba segundos antes que la de la tele, esas cosas de la tecnología de este siglo XXI, con lo que yo sabía antes qué pasaría con cada jugada. (Papá siempre me pide que no le diga nada o no grite un gol antes, pero a veces no me puedo contener.) Terminó aquel encuentro y mientras Tigre le iba ganando a Nueva Chicago (final 2 a 0) nos dispusimos cada uno desde su ubicación para el gran encuentro, como lo hacíamos en mi casa natal de Carapachay (zona Norte de Buenos Aires) en los 70, 80 y 90, o en las distintas casas donde vivimos después en los 2000 y 2010.
Ya se había ido el sol radiante, ya era atardecer en pleno otoño cuando comenzó el superclásico. Boca arrancó mejor con varias posibilidades de gol (como una en el palo de Osvaldo) y papá y yo lo palpitábamos, como aquel "peligro de gol" del glorioso José María Muñoz. River tuvo una chance de Sánchez que pegó en el travesaño y el viejo puteaba, igual que cuando avanzaba nuestro eterno rival, yo no tanto, me lo tomaba con calma aunque lo sufría también. Terminó el primer tiempo 0 a 0, un poco aburrido al final, y mientras yo le recordaba qé decía al final de un primer tiempo ("caramelos, chupetines y chocolates...") él se fue a la cocina y yo al baño, volviendo rápido para instalarnos en nuestras posiciones, como se dice vulgarmente para la cábala, y ver si nuestro Boca podría ganar el primero de los tres clásicos (los otros dos vendrían por la Copa Libertadores de América, nada menos) en el segundo tiempo.
Pero ya entrada la noche, con el calorcito de la estufa, nos aburríamos porque no pasaba nada de ninguno de los dos lados. Papá esbozaba algún que otro comentario, exigente como siempre con los jugadores. En cambio yo, con mi alma de periodista que soy, lo tomaba más fríamente y casi que pensaba qué haría el lunes, mientras lo seguía por la radio acostado. Igual me lamentaba: "¿Esto no terminará 0 a 0, no?", entre la incertidumbre y la bronca. De pronto me acordé de la gloriosa Radio Rivadavia del Gordo Muñoz y cambié de la supermoderna La Red a Rivadavia. Y se vinieron los cambios como el de Fernando Gago y Cristian Pavón en los xeneizes, con los que teníamos esperanzas de ganar; yo desde ahí lo analizaba y le decía a papá qué podría pasar, lo mismo que con los que hizo River. Faltaban pocos minutos, yo pensaba y le comentaba: "esto va derecho al empate 0 a 0". Él estaba de acuerdo, ya medio que nos resignábamos.
Pero la noche del domingo tenía una gran sorpresa para los boquenses de alma, entre ellos nosotros dos. Atacó Boca a los 83 minutos y como la radio llegaba antes, como ya expliqué, lo palpité y me esperancé con un gol. Y cuando Pavón definió luego de un centro y convirtió el 1 a 0, lo grité con toda la fuerza de mi garganta y de mi alma. Obviamente, papá no llegó a tiempo a hacerlo conmigo a dúo, pero lo disfrutó por la TV y me dijo el autor, que yo creí que era otro. Y ni hablar cuando tres minutos después vino un contraataque y Pablo Pérez hizo el segundo. Volví a gritar como loco haciéndole lío a la garganta y a papá que llegó a destiempo, pero no me importaba nada, salvo que otra vez él me dijo quién fue el autor. Él feliz de la vida en su sillón, yo parado cargando a nuestros "primos", como los solemos llamar. El cambio de radio trajo suerte y Boca se llevó el superclásico por 2 a 0.
Y más adelante, los comentarios, las entrevistas, todo un poco por radio y otro acercándome a la tele. Se hizo la hora de cenar, comimos la pizza de siempre algo desarmada (papá protestaba como siempre "no sé qué le pasó, se desarmó de vuelta"), pero los dos comentábamos las incidencias del triunfo refelices mientras cenábamos. Luego él a seguir viendo TV y yo a mi pieza, primero a escribir en mi computadora esta crónica y publicarla (justo tras las anteriores dos) y a escuchar el programa Pintado de Azul y Oro, el partidario de Boca donde quise trabajar el año pasado. Disfruté todo lo que allí se decía y me quedé dormido, despertándome con el final de la sección Los Olvidados de Siempre que me encanta, donde se rescatan historias de viejas glorias del club, por lo que no supe quién era. Y con el final, apagué la radio y me fui a dormir definitivamente. Así pasó otro domingo en mi vida, del frío amanecer a la noche de Boca, el del cumpleaños de mi maestra
jardinera Susana, el de la pizza desarmada pero triunfal, como vienen siendo nuestros últimos años. Pero todo con un denominador común: un domingo con papá Rafael, otro superclásico de mi vida.
Más tarde, como a las 10 y algo, nos levantamos y luego de que yo tomara mi desayuno, planeamos adónde ir ya que a pesar del frío el sol dominaba el día. Y nos fuimos al almacén chino a hacer unas compras, caminando bajo el sol en una mañana agradable pero muy ventosa. Me dejó afuera esperando, compró algunas cosas y luego volvimos a casa; yo le dije que quería caminar un rato más, pero él no quería por el frío y su resfrío surgiente a sus casi 82 años. Me conformé y luego estuve un rato en Internet, mientras él preparaba el almuerzo con la TV y la previa del superclásico de fondo. Luego de lamentarse de no haber comprado papas fritas para el vermú, me llamó a comer y con TN Deportivo comimos unos ricos ravioles con salsa, que no sé si ya venían o él me puso aunque sabe que no me gusta. Pero comí muy bien. Y como siempre él se fue a acostar su siesta vespertina, mientras yo volvía a meter mis energías en la computadora, pero no el superclásico sino otras cosas. Luego yo también me fui a acostar pero escuchando la previa y los partidos que se jugaban previamente.
Se hicieron las 5 de la tarde, el partido era a las 6 y cuarto, y tras volver a darme mate y charlar, papá resolvió levantarse e ir a ver el partido previo (Banfield-Independiente, 1-1) al living, contiguo a la pieza, en el bonito TV color comprado el año pasado, por el legendario Canal 7, actual TV Pública. Yo lo seguía por radio (La Red), un poco por mi vista y otro por la nostalgia de aquellos años de fútbol por radio. La transmisión de la misma, desde el veinteañero radiograbador Philips, llegaba segundos antes que la de la tele, esas cosas de la tecnología de este siglo XXI, con lo que yo sabía antes qué pasaría con cada jugada. (Papá siempre me pide que no le diga nada o no grite un gol antes, pero a veces no me puedo contener.) Terminó aquel encuentro y mientras Tigre le iba ganando a Nueva Chicago (final 2 a 0) nos dispusimos cada uno desde su ubicación para el gran encuentro, como lo hacíamos en mi casa natal de Carapachay (zona Norte de Buenos Aires) en los 70, 80 y 90, o en las distintas casas donde vivimos después en los 2000 y 2010.
Ya se había ido el sol radiante, ya era atardecer en pleno otoño cuando comenzó el superclásico. Boca arrancó mejor con varias posibilidades de gol (como una en el palo de Osvaldo) y papá y yo lo palpitábamos, como aquel "peligro de gol" del glorioso José María Muñoz. River tuvo una chance de Sánchez que pegó en el travesaño y el viejo puteaba, igual que cuando avanzaba nuestro eterno rival, yo no tanto, me lo tomaba con calma aunque lo sufría también. Terminó el primer tiempo 0 a 0, un poco aburrido al final, y mientras yo le recordaba qé decía al final de un primer tiempo ("caramelos, chupetines y chocolates...") él se fue a la cocina y yo al baño, volviendo rápido para instalarnos en nuestras posiciones, como se dice vulgarmente para la cábala, y ver si nuestro Boca podría ganar el primero de los tres clásicos (los otros dos vendrían por la Copa Libertadores de América, nada menos) en el segundo tiempo.
Pero ya entrada la noche, con el calorcito de la estufa, nos aburríamos porque no pasaba nada de ninguno de los dos lados. Papá esbozaba algún que otro comentario, exigente como siempre con los jugadores. En cambio yo, con mi alma de periodista que soy, lo tomaba más fríamente y casi que pensaba qué haría el lunes, mientras lo seguía por la radio acostado. Igual me lamentaba: "¿Esto no terminará 0 a 0, no?", entre la incertidumbre y la bronca. De pronto me acordé de la gloriosa Radio Rivadavia del Gordo Muñoz y cambié de la supermoderna La Red a Rivadavia. Y se vinieron los cambios como el de Fernando Gago y Cristian Pavón en los xeneizes, con los que teníamos esperanzas de ganar; yo desde ahí lo analizaba y le decía a papá qué podría pasar, lo mismo que con los que hizo River. Faltaban pocos minutos, yo pensaba y le comentaba: "esto va derecho al empate 0 a 0". Él estaba de acuerdo, ya medio que nos resignábamos.
Pero la noche del domingo tenía una gran sorpresa para los boquenses de alma, entre ellos nosotros dos. Atacó Boca a los 83 minutos y como la radio llegaba antes, como ya expliqué, lo palpité y me esperancé con un gol. Y cuando Pavón definió luego de un centro y convirtió el 1 a 0, lo grité con toda la fuerza de mi garganta y de mi alma. Obviamente, papá no llegó a tiempo a hacerlo conmigo a dúo, pero lo disfrutó por la TV y me dijo el autor, que yo creí que era otro. Y ni hablar cuando tres minutos después vino un contraataque y Pablo Pérez hizo el segundo. Volví a gritar como loco haciéndole lío a la garganta y a papá que llegó a destiempo, pero no me importaba nada, salvo que otra vez él me dijo quién fue el autor. Él feliz de la vida en su sillón, yo parado cargando a nuestros "primos", como los solemos llamar. El cambio de radio trajo suerte y Boca se llevó el superclásico por 2 a 0.
Y más adelante, los comentarios, las entrevistas, todo un poco por radio y otro acercándome a la tele. Se hizo la hora de cenar, comimos la pizza de siempre algo desarmada (papá protestaba como siempre "no sé qué le pasó, se desarmó de vuelta"), pero los dos comentábamos las incidencias del triunfo refelices mientras cenábamos. Luego él a seguir viendo TV y yo a mi pieza, primero a escribir en mi computadora esta crónica y publicarla (justo tras las anteriores dos) y a escuchar el programa Pintado de Azul y Oro, el partidario de Boca donde quise trabajar el año pasado. Disfruté todo lo que allí se decía y me quedé dormido, despertándome con el final de la sección Los Olvidados de Siempre que me encanta, donde se rescatan historias de viejas glorias del club, por lo que no supe quién era. Y con el final, apagué la radio y me fui a dormir definitivamente. Así pasó otro domingo en mi vida, del frío amanecer a la noche de Boca, el del cumpleaños de mi maestra
jardinera Susana, el de la pizza desarmada pero triunfal, como vienen siendo nuestros últimos años. Pero todo con un denominador común: un domingo con papá Rafael, otro superclásico de mi vida.
!GRANDE BOCA!
Video de los goles de Boca.
Por tercera vez en 2015 y primera oficial, Boca volvió a ganarle a River, mientras esperamos los partidazos de ida y vuelta por la Copa Libertadores que justamente enfrentan a los dos los próximos dos jueves. Esta vez fue 2 a 0 en la Bombonera, en un partido que iba derecho al empate hasta que el chico Cristian Pavón, aquel a quien Leonel Vangioni lesionó en el verano, tuvo su revancha y a los 83 minutos marcó el primero, y luego Pablo Pérez, el ex Newell´s y Málaga de España, terminó de definirlo con su gol a los 86´. Boca es puntero del torneo largo de 30 equipos con 27 puntos y le lleva 3 a River, San Lorenzo y Belgrano de Córdoba, aparte perdió un solo partido en el 2015, aquel veraniego inicial 4-1 con Racing. Después, el equipo del genial Rodolfo "Vasco" Arruabarrena jugó 18 partidos con 15 victorias y 3 empates, un comienzo de año impresionante para mi querido club que ojalá no decaiga, recordemos que venía de un pésimo 2014. Así que aparte de los triunfos 1-0 y 5-0 del verano, ahora el 2-0 del domingo. En otra entrada cuento los detalles de cómo lo viví, pero grité los goles como loco, hablo desde el hincha, aclaro. Igual, si lo analizo como periodista deportivo que soy, el xeneize fue superior a su rival en el primer tiempo y luego el partido se cayó hasta los goles; River, como no le venía pasando en los superclásicos, volvió a esos tiempos donde o empataba o perdía. Y también volvió a sus bajones de este ciclo 2015 de Marcelo Gallardo que casi lo deja afuera de la Copa. Ahora, bueno, ahora viene la Libertadores. Pero volviendo a ponerme en hincha y escritor, si ustedes recuerdan una de las primeras entradas de este humilde blog anticipé el partido de vuelta por la semifinal de la Copa Sudamericana, minutos antes de que arrancara, y Boca lo perdió 1 a 0 y River pasó y luego la ganó. Así que ahora prefiero no decir nada, en 12 días hablamos. Por ahora... !grande Boca!
viernes, 1 de mayo de 2015
!FELIZ DÍA DEL TRABAJO!
Hoy 1 de mayo (no 1º de mayo) se celebra en todo el mundo el Día del Trabajo o Día Internacional de los Trabajadores, como se le llama oficialmente. Desde su establecimiento en la mayoría de países (aunque la consideración de día festivo fue en muchos casos tardía) por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional,celebrado en París en 1889,es una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago. Estos sindicalistas anarquistas fueron ejecutados en Estados Unidos por su participación en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886 y su punto álgido tres días más tarde, el 4 de mayo,en la Revuelta de Haymarket. A partir de entonces se convirtió en una jornada reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general celebrada en mayor o menor medida en todo el mundo.
Así Es La Vida les desea a los que tienen esa bendición de Dios llamada trabajo (de la que muchos argentinos nos quejamos sin razón) un feliz día de descanso, y asimismo reza por los que no tienen dicho privilegio, o por los que lo tienen por encima de otros y no deberían tenerlo, para que le cedan su derecho. El trabajo dignifica al hombre, una verdad universal, si bien el hombre sigue siendo digno. Pero tener una ocupación potencia esa dignidad y atenúa los efectos que su falta puede producir. Yo viví los dos lados de la cuestión, por lo que puedo hablar del tema con conocimiento de causa. Así que buen día, feliz día y sigan trabajando, no como una pesada carga sino como una bendición. Y a los que no lo tienen, repito, rezamos para que les llegue.
Así Es La Vida les desea a los que tienen esa bendición de Dios llamada trabajo (de la que muchos argentinos nos quejamos sin razón) un feliz día de descanso, y asimismo reza por los que no tienen dicho privilegio, o por los que lo tienen por encima de otros y no deberían tenerlo, para que le cedan su derecho. El trabajo dignifica al hombre, una verdad universal, si bien el hombre sigue siendo digno. Pero tener una ocupación potencia esa dignidad y atenúa los efectos que su falta puede producir. Yo viví los dos lados de la cuestión, por lo que puedo hablar del tema con conocimiento de causa. Así que buen día, feliz día y sigan trabajando, no como una pesada carga sino como una bendición. Y a los que no lo tienen, repito, rezamos para que les llegue.
jueves, 30 de abril de 2015
EL JARDÍN DEL EDÉN
Quiero cerrar mi mes aniversario, este abril de 2015, con algo que tiene mucho que ver con las intenciones de Así Es La Vida: la vida misma. Y en este caso, una reflexión sobre ella y su origen. Me refiero al Jardín del Edén o simplemente Edén, el lugar en donde según la Biblia, en sus primeras páginas del libro del Génesis, Dios puso al hombre tras haberlo creado del polvo de la tierra. Como relata el libro sagrado de la religión cristiana:
Y Yavé Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso ahí al hombre que había formado.(Génesis 2, 8).
Más adelante relata:
Tomó, pues, Yavé Dios al hombre, y lo puso en el huerto del Edén, para que lo labrara y lo guardase. (Génesis 2, 15).
Ésas eran las intenciones de Nuestro Señor para con nosotros: ponernos en un lugar donde todo fuera bello, tranquilo, donde todo fuera amor, donde todos nos necesitáramos y ayudáramos. La reflexión es que a veces pienso cómo me gustaría (y nos gustaría a muchos) vivir en un Jardín del Edén, un paraíso, con los elementos básicos de la Tierra en su más puro estado, con hombres y mujeres que se relacionaran libremente, con un lugar donde uno viviera una vida libre, como un ave. Pero tengo (tenemos) que vivir en este jardín de la sociedad sucia por donde se la mire, más allá de que yo también tengo mis suciedades, cómo no, sino sería el mismo Dios, y Dios hay uno solo. Eso sí, si entre todos construimos podemos lograr no digo un Jardín del Edén, pero algo similar para disfrutar la vida en plenitud y no sobrevivir como parece ser ley ahora. Bueno, yo sigo soñando con que alguna vez este agitadísimo mundo sea, al menos en una hectárea, el hermoso Jardín del Edén.
Y Yavé Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso ahí al hombre que había formado.(Génesis 2, 8).
Más adelante relata:
Tomó, pues, Yavé Dios al hombre, y lo puso en el huerto del Edén, para que lo labrara y lo guardase. (Génesis 2, 15).
Ésas eran las intenciones de Nuestro Señor para con nosotros: ponernos en un lugar donde todo fuera bello, tranquilo, donde todo fuera amor, donde todos nos necesitáramos y ayudáramos. La reflexión es que a veces pienso cómo me gustaría (y nos gustaría a muchos) vivir en un Jardín del Edén, un paraíso, con los elementos básicos de la Tierra en su más puro estado, con hombres y mujeres que se relacionaran libremente, con un lugar donde uno viviera una vida libre, como un ave. Pero tengo (tenemos) que vivir en este jardín de la sociedad sucia por donde se la mire, más allá de que yo también tengo mis suciedades, cómo no, sino sería el mismo Dios, y Dios hay uno solo. Eso sí, si entre todos construimos podemos lograr no digo un Jardín del Edén, pero algo similar para disfrutar la vida en plenitud y no sobrevivir como parece ser ley ahora. Bueno, yo sigo soñando con que alguna vez este agitadísimo mundo sea, al menos en una hectárea, el hermoso Jardín del Edén.
jueves, 2 de abril de 2015
MI CUMPLEAÑOS 42
Y hoy, día de las Malvinas y del Papa Juan Pablo II, estoy cumpliendo un nuevo aniversario de mi nacimiento, el número 42. Sí, cuarenta y dos años atrás, más o menos a esta hora, las 19.30, nací a esta vida maravillosa. No tengo drama en decir la edad, la edad es un número y nada más, lo importante es sentirse bien física y mentalmente. Y espiritualmente, por supuesto. Bueno, por ahí queda medio descolgado que haga una nota sobre mí mismo. Pero en realidad lo hago para agradecer a mis padres, los de la foto, que me dieron la vida, me trajeron al mundo, me formaron en todo, me alimentaron en todo, no sólo el estómago, sino (más importante) el alma con su amor y su alegría. A papá Rafael, a quien tengo conmigo y amo profundamente, y a mamá Anita, a quien no tengo en esta tierra pero está conmigo desde el cielo y amo profundamente, a las dos personas más importantes que la vida me dio, todo mi amor y mis bendiciones. Y, también hay que ser justo, a todas las personas que de una u otra forma me ayudaron a avanzar en la vida o me dieron un poco de felicidad, aunque sean unos minutos, aunque haya sido una época. Mis maestros, mis profesores, mis amigos, mis conocidos buenos, otros familiares y allegados, incluso gente prácticamente perdida en mi memoria o que por ahí no tuvo gran nombre pero que también me hizo feliz. A todos, a Dios Padre, a Jesús su Hijo y Nuestro Señor, a Mi Madre Celestial la Virgen María y a los nombrados, sólo quiero decir gracias. Gracias por estos 42 años y 9 meses, y espero con fe que sean muchos más.
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