domingo, 26 de febrero de 2017

ALERTA ROJO POR EL CALOR

A mí me encanta el calor, el verano, el sol, el airecito estival. Pero claro que, por más que me guste, me afecta cuando se trepa a la treintena de grados, acompañados de humedad y un sol que raja la tierra. Este fin de semana de carnaval, el calor ha llegado a tal punto que el Servicio Meteorológico declaró el alerta rojo, es decir, el máximo índice de cuidado por posibles líos. Térmicas de casi 40 y en algún caso de 40 varios días seguidos nos tienen en jaque a los bonaerenses, porteños y según supe, a buena parte del país, como el interior donde se siente tanto, Litoral, Norte. Yo lo vivo con tranquilidad, es parte de la vida, no me cambia el humor, sólo me preocupa seguir las recomendaciones frente al clima, beber mucha agua (2 litros), refrescarse, ropa clara, sombra. Molestar molesta, la ropa parece adherida con pegamento, uno transpira brazos, frente y cuerpo sin hacer nada, y encima, hay que cuidar la electricidad, que la luz está y estará muy cara; aparte, la computadora trabaja a una temperatura elevada que hace que la deba apagar cada tanto. Fin de verano, lleno de calor. Como debe ser, pero no para tanto.

MIS VERANOS DORADOS: PILETA DE LA SOCIEDAD 96

Aquel primer verano sin vacaciones tuvo igual un bonito tiempo: el de la legendaria pileta de la Sociedad de Fomento de mi Carapachay, justo a la vuelta de mi casa natal. Desde el 9 de enero y por casi dos meses volví a tomar clases, la excusa justa para esos días de calor. Claro que la natación no me gustaba demasiado. Pero sí el aire libre, el agua, el arco que cruzaba la pileta y las instalaciones de la Sociedad. Para más, los profesores Guillermo, Aníbal y el personaje Marcos hicieron ese verano más disfrutable.

jueves, 23 de febrero de 2017

MIS VERANOS DORADOS: NOCHE DE PIZZA DESDE LA TERRAZA

Una preciosa imagen de algunas noches agradables del verano 95. Un lugar al aire libre sobre Kevingston (el local de ropa informal pegado a Antiek) bien iluminado, con mesas blancas, adonde se llegaba tras subir una escalera. Y desde la mesa allí arriba, mientras comíamos una rica pizza, veíamos todo el centro de Pinamar de noche.

MIS VERANOS DORADOS: VISTAS DE ENSUEÑO

Vista a Libertador
Ahora quiero recrear esas imágenes increíbles de mis veranos, especialmente en Pinamar. Una bellísima imagen que me recuerda mucho el verano 93. Estando en el comedor o cerca del ventanal de nuestro nuevo departamento sobre la avenida Libertador, veía esa increíble arboleda con pinos de enfrente. Y era aún más hermosa con el atardecer.

Amanecer
Una bellísima imagen de ese viaje en micro del verano 94. Vi por la ventanilla el amanecer, el cielo azul claro, pasando por un arco lleno de luces.

DEPARTAMENTO A BUNGE
Ya vendido el de la lela, curiosamente estuvimos en dos departamentos. Este fue el de enero, situado sobre Bunge, pegado a la confitería La Lucarna y desde cuyo balcón se veía toda la zona próxima a la playa.

La vista al mar
Era el símbolo y atracción del departamento de febrero. Al principio me gustaba que gracias al enorme ventanal veía toda la hermosa escenografía playera, la gente, los autos y las olas a lo lejos. Pero después no me atrajo tanto, incluso a veces me dio melancolía, especialmente al caer la tarde. Igual recuerdo momentos lindos con música de Luis Miguel u otras en la radio, que desde ya seguía escuchando.







UNA PARRILLA ARGENTINA EN CURAÇAO

Aparte de mis tareas diarias con el periodismo y la música, estos fabulosos días de verano curioseo por la web el Caribe, tanto que me fascina. Casi un tour virtual por la región caribeña. Y viendo Curaçao.com, el sitio de la famosa isla de descendencia holandesa, encuentro con que en la sección de gastronomía, llamada ”Pruebe”, hay un enlace a parrillas, y allí, entre la nómina de restaurantes, una parrilla argentina. Se trata de El Gaucho, un típico asador en pleno Willemstad, capital de Curaçao. Muy fashion, sí, seguro, imaginemos choripanes, tira de asado, mollejas, chinchulines, morcilla, pollo, pechito, papas fritas en el Caribe. Genial. Ahí les transcribo la descripción que aparece en la página. Degusten nomás el asadito en Curaçao.

EL GAUCHO

Los Gauchos son los vaqueros de Argentina, quienes por siglos han ambulado por las vastas planicies del país, la pampa, arreando ganado y trabajando en haciendas. La simplicidad del estilo de vida gauchesco ha producido una experiencia culinaria única.

Michel Nataf ha traído el sabor, ambiente y la sensibilidad de Argentina a Curaçao.

El Gaucho Restaurant sirve una tentadora variedad de carne vacuna, pollo, cordero, pescado y una barra de ensalada extensiva de bufé libre, que cuenta con bifes argentinos de calidad, tiernos y jugosos, asados a la perfección al carbón, para asegurar la calidad de los bifes que se sirven en el restaurant.

El Gaucho es un lugar donde se puede disfrutar de una hermosa comida de excelentes bifes argentinos, aves jugosas o pescados frescos pescados en nuestras claras aguas caribeñas. Además, tiene una amplia variedad de los mejores vinos provenientes de toda América Latina.

Como si fuera poco, también puede tener ensalada fresca de la barra de ensaladas.

Rooi Santu 620
mjcuracao@hotmail.com
T: +(5999) 767 0067
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miércoles, 22 de febrero de 2017

MIS VERANOS DORADOS: TELE GIGANTE DE NOCHE

Una gran atracción de Pinamar eran esos cuatro TV que en los 90 me deleitaron. Cómo disfruté con videos de surf y fútbol (aquel de Chernomorets Odessa) y mucho más con el hermoso relato de los 50 años que Pinamar cumplía ese 93, con increíbles imágenes de playas y música de El Orinoco Fluye o Azul del Caribe.

PANTALLAS GIGANTES
Y más excepcional todavía eran las pantallas ubicadas en pleno centro que me atrapaban a mí, a mi familia y a un gentío que se juntaba para ver los importantes eventos que se pasaban ´(incluso de edificios vecinos) o curiosear las propagandas y otras cosas. Allí seguimos al Sub-17, Boca-River, la Selección o videoclips. Un verdadero imán y excelente símbolo de esas bellas noches de verano.

MIS VERANOS DORADOS: VIAJE EN CONVERTIBLE A PINAMAR 91

El comienzo de este gran verano, el primero tras el secundario, tiene toda una historia. Ese soleado 18 de enero llegué al mediodía a American Denim, como el 90, y vi un increíble Fiat Uno rojo convertible, que supe que era aquél de Jorge. Pero grande fue mi sorpresa cuando me dijeron que iba a viajar EN EL CONVERTIBLE. Sí, al aire libre por las calles de Capital y ni hablar en la ruta, tremendo vértigo.

    Pero por suerte no sólo no sentí mucho vértigo sino que por momentos disfruté el viaje, aunque el viento rutero me daba duro en mi cara. Yo iba atrás de Jorge y Sebastián, un amigo suyo. Luego paramos en Pipinas, tomamos algo y como refrescaba, el Tano puso el techo de lona del Uno; justo un tipo preguntó si el auto era brasileño. Volvimos, yo sentí alivio de estar ya sin viento y llegamos al atardecer.