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martes, 8 de septiembre de 2020

BIKO, EL OTRO HEROE SUDAFRICANO

Haciendo una nota sobre Sudáfrica para Sporting Africa, uno de mis trabajos, me metí y fijé más esa nefasta idea del apartheid, segregación entre blancos y negros, que causó tanto daño al país, como causa daño cualquier estupidez de éstas que hoy conocemos. Obviamente, un grupo de raza negra luchó para hacerle frente y sufrió las consecuencias de otra dictadura, aunque la historia no le ponga esa palabra. El más famoso herido fue el divino Nelson Mandela, condenado a prisión perpetua en 1963 hasta ser liberado en 1990. Pero hubo otro héroe, que no pudo terminar su vida con la liberación.

Steve Biko era estudiante de Medicina y en 1977 se puso al frente de una protesta contra la enseñanza obligatoria del idioma afrikaans, dialecto de los blancos. Una forma más de la puerca dominación. Como un año antes con la trágica manifestación de Soweto, Biko fue arrestado y torturado, y falleció mal atendido, como se estilaba asquerosamente con los pobres negros. Fue otro héroe que por suerte no fue anónimo, ya que el enorme Peter Gabriel le dedicó un gran tema (video) en su memoria.

Hoy sigue habiendo muchos Biko en el mundo, incluso aquí en Argentina contra esta dictadura del coronavirus, que además los insectos que se van a tomar cafecito gustan prolongar. Aunque no necesariamente paguen con su vida, los médicos, las enfermeras, los voluntarios, los que nos cuidamos, somos un poco como ese héroe sudafricano. Y cuántos más en Venezuela, Brasil, Medio Oriente.

Así cantó Peter a Steve:

domingo, 13 de enero de 2019

ADIOS MASINGA, SIMBOLO DEL POST-APARTHEID

El delantero Phil Masinga fue uno de los referentes del retorno de Sudáfrica al fútbol internacional desde 1992. Esta mañana, la historia grande de los Bafana-Bafana lamentó este domingo su fallecimiento a los casi 50 años, debido a una enfermedad, en un hospital de Johannesburgo, según informó el presidente de la Federación (SAFA), Danny Jordaan.

Jordaan se mostró muy triste al dar la noticia. "Hemos perdido a un gigante del fútbol sudafricano", fueron sus primeras palabras al conocerse el hecho. El responsable máximo del Mundial 2010 fue a visitar a Masinga hace una semana y luego viajó a Dakar (Senegal) para la gala de los premios CAF Awards al mejor jugador del año, con la idea de volver a verlo. Reconoció que "no lo había encontrado bien, pero estaba de buen ánimo, y no creí que se iría tan pronto".

"Phil fue un leal servidor del juego, adenttro y afuera de la cancha. Su gol a Congo para ir al Mundial de Francia 98 es aún el más celebrado hoy en nuestro país", agregó Jordaan.

Masinga, nacido en 1969, comenzó a los 20 años en el Kaizer Chiefs de su nación y jugó en el JOMO Cosmos, Mamelodi Sundowns, Leeds United de Inglaterra, Saint Gallen de Suiza, Bari y Salernitana de Italia. Fue uno de los integrantes de la selección en un tiempo histórico, el de su readmisión por la FIFA tras el régimen del apartheid, junto a nombres como Lucas Radebe (su compañero en el Leeds), Neil Tovey, Augustine Makalakalane, "Doctor" Khumalo o Mark Williams. Y por supuesto fue pieza fundamental en el glorioso título de la Copa Africana de Naciones que organizaron en 1996, bajo la mirada de Nelson Mandela. Y también de la clasificación para Francia 98, donde disputó la Copa del Mundo, jugando apenas el primer partido, el 0-3 con los franceses, y un rato en el 1-1 ante Dinamarca. Incluso enfrentó a Argentina, en aquel mediocre empate a uno del equipo de Daniel Passarella en 1995 en Johannesburgo. Se retiró en 2002 en el Al Wahda de Emiratos Arabes Unidos y luego participó como miembro de la Federación.

Tanto el Leeds United como el secretario general de la CAF, el ex jugador ghanés Anthony Baffoe, enviaron mensajes de condolencias en las redes sociales. Como el nigeriano Yekini, el senegalés Bocandé o el árbitro marroquí Said Belqola, quien dirigió la final de ese Mundial 98, Masinga es igual otra gloria viva del fútbol.

Fuente: CAF

domingo, 11 de febrero de 2018

CUANDO RUUD GULLIT FUE MÚSICO



Video de Ruud cantando por Sudáfrica en contra del apartheid

En el verano de 1990, Ruud Gullit, el superastro entonces en el poderoso Milan y la Holanda campeona de Europa, se encontraba sin poder jugar por una dura lesión de ligamentos en su rodilla derecha, que hacía dudar de su presencia en el Mundial de Italia. Ese mismo tiempo, en la Argentina sonaba una bonita canción que Gullit, junto a la banda de reggae Revelation Time, había hecho en 1988 llamada "South AfricaN downpressor man" (Represor Sudafricano en inglés), una fortísima crítica al régimen del apartheid aún vigente en el país del sur.

En 1987, al ganar el Balón de Oro al mejor futbolista europeo, Gullit le dedicó el premio al entonces encarcelado Nelson Mandela. En el 88 realizó el tema y fue un éxito en aquel verano argentino, cuando la popular estación de FM Z 95 solía pasarlo aquel enero 90 de inestabilidad económica en nuestro país. Tanto los locutores de la radio como mucha gente alabaron la canción, que supo llegar al puesto número 3 en los 40 mejores en Holanda, y también anduvo bien en el famoso ránking de la Z.

El gran Ruud, de padre nacido en Surinam, ya había hecho un tema en 1984, Not a Dancing Kind, pero sin tanta repercusión. Luego, el ex Feyenoord y PSV Eindhoven se recuperó y ganó todo con el Milan de nuevo: Copa de Europa (actual Champions) ante el Benfica y otra vez la intercontinental a fin de año sobre Olimpia. Y jugó el Mundial, donde marcó un gol ante Irlanda, aunque su selección fue eliminada por el campeón Alemania en octavos de final. Pero ese 90, Gullit no sólo fue grande con la pelota, también con la música.

viernes, 5 de diciembre de 2014

MANDELA, UN AÑO DESPUÉS: SIEMPRE ENTRE NOSOTROS

Hoy 5 de diciembre, con distintos actos en todo el mundo y sobre todo en Sudáfrica, los hombres de buena fe recordamos el primer aniversario de la desaparición física de ese ángel encarnado llamado Nelson Rolihlahla Mandela. El primer presidente negro de su convulsionado país y premio Nóbel de la Paz en 1993 fue el responsable de la paz que hoy impera en Sudáfrica, ya que contribuyó grandemente a la abolición de esa vergüenza llamada "apartheid", donde los blancos eran dioses y los negros diablos para el gobierno, que encima tuvo la delicadeza de enjuiciar y más aún condenar a Nelson a cadena perpetua en 1963, sólo por querer el amor y la comprensión entre los hombres y las mujeres de su país sin distinción no sólo de color o raza, sino de cualquier otra cosa que los pudiera desunir. Nelson pasó 27 años en la prisión, primero de Robben Island y luego de Pollsmoor y de Victor Verster. Se realizaron campañas mundiales pidiendo por su liberación. Finalmente, y en medio de una gran agitación social popular, el 2 de febrero de 1990 fue liberado por el entonces presidente Frederik De Klerk, que se arrepintió de continuar con esa porquería y además trabajó junto a Mandela en su abolición, por lo que no sólo Nelson sino también De Klerk ganó el Nóbel. Y entre ambos acordaron las primeras elecciones presidenciales de la historia sudafricana. Fue entonces que el 10 de mayo de 1994, Madiba (como lo apodaban por el nombre de la tribu donde habiía nacido en 1918) fue elegido primer presidente por abrumadora mayoría como líder de su natal Congreso Nacional Africano (ANC). Y apenas asumió no sólo buscó la unidad y la reconciliación invitando a otros partidos a unirse a su gobierno, sino que entre otras mil obras promulgó una nueva Constitución y creó la Comisión para la Verdad y la Reconciliación para investigar las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante aquella nefasta época. Pero sin duda su obra más hermosa fue la de ser impulsor del Mundial de rugby de 1995, que los famosos Springboks ganaron en su honor, el cual Mandela les devolvió entregándole la Copa al capitán Francois Pienaar, y vistiendo la camiseta número 6, justamente la de Pienaar. Y como si Dios lo hubiera destinado, menos de un año más tarde, Sudáfrica reempazaba a Kenia como organizador de la Copa Africana de Naciones y el 3 de febrero de 1996, le ganaba a Túnez 2-0 para llevarse la CAN, que Mandela entregó al capitán Neil Tovey, líder de una selección que había vuelto a competir recién en 1992 y donde coexistían pacíficamente blancos y negros. Su humildad llegó al punto de renunciar a un segundo mandato, por lo que el 14 de junio fue sucedido en el poder por Thabo Mbeki. Luego se dedicó entre otras cosas a obras de caridad y a ayudar al combate de la pandemia del SIDA con su Funación Nelson Mandela. Pero también volvió a acordarse del deporte, del que fue gran practicante en sus años de prisionero, y nuevamente fue impulsor de un gran torneo de fútbol, el Mundial de la FIFA, gracias a lo cual en 2004 su amado Sudáfrica le ganó el concurso a Marruecos por cuatro votos y logró (como en 1995 con el rugby y 1996 con la Copa Africana) la organización de la Copa del Mundo, que se realizó en 2010, con 10 magníficos estadios, uno de los cuales se llamó Nelson Mandela Bay, en Port Elizabeth. Y donde el local hizo una gran tarea en su tercer aparición mundialista con una gran victoria sobre Francia, aunque no pasó la primera ronda por diferencia de gol con México y Uruguay, a la postre cuarto. Pero Nelson sí fue ganador y estuvo aquel 11 de julio en el imponente Soccer City de Johannesburgo, en su última aparición pública, viendo cómo España vencía a Holanda 1 a 0 en tiempo extra y ganaba el primer título de su historia. Después, su luz en este mundo siguió brillando hasta principios de aquel 2013, cuando fue internado en un hospital de Johannesburgo por dolores que obviamente traía de su tiempo en prisión. Pero el aura de Madiba continuó aún en la enfermedad hasta aquel 5 de diciembre, cuando cambió de domicilio y se mudó de su amada Sudáfrica por la que tanto luchó al reino del Señor. Y allí, un año después, permanece junto a Jesús, la Madrecita María, mi mamá Anita y otros ángeles, charlando de todo un poco. Tal como Jesús, Nelson fue enjuiciado y condenado sólo por querer dar amor sin nada a cambio. Pero, también como Jesús, un día Nelson Mandela ganó la vida eterna. Y desde allí, claro, nos ilumina con su sabiduría y su paz a nosotros, los de este mundo tan convulsionado como aquella Sudáfrica. Simple y sencillo como él: a un año de su partida, Madiba sigue junto a nosotros y para siempre.